Capítulo 11: Un día en la vida de una mujer frívola.

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Capítulo 11: Un día en la vida de una mujer frívola.





Salí del baño ajustando la bata a mis caderas, el cabello aún goteaba desde las puntas y caían a la alfombra, al igual que las plantas de mis pies. Tenía hambre, calor y frio a la vez, además de que de nuevo desgarre las sabanas. Hay mucho que quiero hacer para aliviar todas mis molestias, pero lo primero y más importante, abrir las malditas ventanas.

El primer soplo de aire fresco fue el cielo, expulsando el aire añejo de cuatro días de celo intenso y dando paso a la fresca brisa de la mañana, combinarlo con cafeína caliente hizo que soltara un gemido desvergonzado en cuanto el amargo liquido beso mi paladar.

Ah... otro celo más terminado, y sin ayuda. ¡Tomen eso!

Había empezado a pasar mis celos en casa de Dio, un favor que extrañamente no parecía querer cobrar. En eso era todo un caballero a la antigua, no pedir retribución a la damisela en apuros. Me sentía más cómoda cuando mis relaciones eran de dar y dar, que el marcador se vea igualado. En esta situación, este tipo de situaciones desinteresadas, me era difícil procesar... no sabía cuál era el protocolo. La gente común lo toma de buena fe, porque son idiotas idealistas con unicornios en el trasero, yo por mi parte aún sigo esperando la trampa, porque tiene que haberla. ¿Es acaso un método para que me sienta más dependiente a Dio y que así vea que siempre puedo contar con él en esta necesidad? Bueno, si ese es el caso, bien pensado, Dio querido. Estar senil no te ha quitado lo astuto. Y tomaré tu oferta, solo porque me gusta el café que preparan aquí.

Con esa nueva perspectiva me sentí más animada para empezar mi día. Fui hasta el armario en donde ya guardaba algunas mudas de ropa, y deje lo que me iba a poner en el borde de la cama, y me desnude para vestirme.

Me congele en cuanto encare el espejo, llena de una rabia fría y cruda.

La cicatriz en forma de estrella en mi abdomen.

Trace el contorno, la forma en la que la piel curada, invadida y vuelta a unir, cosquilleaba en las suaves yemas de mis dedos, su gemela, por donde la bala encontró la salida de mi cuerpo, ardía con un dolor fantasma en mi espalda baja. Odiaba esta marca, la detestaba con todas las fuerzas de mi alma. Cada vez que me descuidaba el recuerdo del estruendo en mis oídos regresaba, el pitido después de un segundo, la vibración en mi cuerpo, la sensación del cálido rojo escapar a borbotones, el entumecimiento, luego el dolor. Y cuánto dolió, fueron días oscuros en los que llegue a pensar, para mi amarga consternación, que no lo lograría. Fue patético.

Respiraba mi propio sudor con las notas del cobre de mi sangre, era una mezcla completamente decadente, que solo encontrarías entre el lodo y la tierra húmeda, una caída. Jamás olvidaría eso, no, puede que ni siquiera voluntariamente. Era un recordatorio de lo bajo que no quería volver a caer, y de mi resistencia aun en ese momento.

La peor parte era... que el maldito beta responsable de esto se había esfumado como el humo. Mi conexión con Dio, que fue lo que me puso en primer lugar en esta situación de mierda, no me ayudo a encontrar al chico valiente. Mis redes de información aun no eran lo suficientemente extensas, lo suficientemente profundas para hallar a un pequeño soldadito insignificante en una organización criminal.

Oh, pero lo encontraría, y cuando lo haga yo... Creo que lo asesinare de la peor manera que pueda imaginar, y soy creativa.

Ay, asesinato, esa es la otra cosa. Que fácil fue asesinar a ese alfa que me ataco, que poco me importo. Quiero decir, no soy conocida por la mejor moral o valores, incluso soy descarada al respecto, ¡Le puse una cámara al oso de peluche de una compañera de clase solo porque no me agradaba y quería encontrar algo para molestarla!, ni siquiera sigo un código moral mercenario, ¡Pero esperaba que por lo menos nunca pasara la línea de matar a alguien! ¿Robar? Fácil, ¿Cometer perjurio? Todos los días, ¿Fisgonear en la vida de otros? ¡Es con lo que me gano la vida! ¡¿Pero matar?! No lo sé, siempre pensé que no vería en la situación, así que no lo llegue a pensar.

La villana es una narcisistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora