Capítulo 22: Familia real.

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Advertencia de capítulo: Lenguaje sexista y menciones de abuso de menores no explicito. Tengan en cuenta el contexto de la época en la que se basa la historia y el tipo de mentalidad machista que se tenía.




Capítulo 22: Familia real.



Cuando Edgar Terebravisse, segundo hijo de la corona, y un alfa del más alto y selecto linaje, cumplió los cinco años, recibió como regalo de cumpleaños de su padre un único discurso:

"Yo no soy tu padre y tú no eres mi hijo. Eres mi linaje, el linaje de mis padres y de sus padres. Eres un emblema. Un mártir y un ejecutor. Eres el segundo heredero de este reino, un alfa y tienes que estar preparado para cumplir desde este mismo momento. Intentaran matarte, tendrás que matar. Te mentirán y deberás mentir mucho mejor. No amaras, ni serás amado, ni por mi ni por tu madre, ni por tu hermano. Eres un alfa, y un varón. Pero no eres el príncipe heredero, eres el segundo. Eso significa que vivirás por y para tu hermano. Servirás de escudo, de espada y cebo. De ser el caso de que tu hermano muera, vivirás para reemplazarlo. Recuerda que tu vida no es tuya. Se el alfa que este país necesita. No pidas, ¡Exige! Porque de no ser así, te pisotearan por ser indigno, indigno de ser de mi linaje"

"Aquí y ahora me harás un juramento. ¡Jura que entregaras tu vida y tu corazón por tu posición! ¡Porque ante todo deberás ser Edgar Terebravisse, el símbolo estoico de un linaje de reyes! ¡Júralo!"

Una sentencia.

"Yo lo juro, padre"

"¡Su majestad!"

"¡Yo lo juro, su majestad!"

Una maldición.

Su madre estuvo ahí ese día, quieta e imperturbable detrás de su padre. Su madre, que es a quien le deben sus rasgos físicos y belleza, su majestuosidad y dignidad natural. Ella no ofreció ni una palabra a favor o en contra, ella solo observo con ojos vidriosos, perdida más ella de ellos dos. Su madre se suicido cuando el rey la siguió presionando para tener un tercer heredero, un omega para usar.

Se llamo Alaia, que significa alegría.

Al rey no se le permitía volver a tener una reina hasta pasar el plazo de enviudes mínima para los miembros de la familia real. Edgar cumplió siete años y al rey ya se le permitía casarse. Era una omega femenina, dócil, tan pequeña y frágil, casi enfermiza. Demasiado joven, apenas si llego a la mayoría de edad. Edgar solo la vio una vez en la fiesta de compromiso. Era rubia platino, para nada tan blanco como el cabello mismo de Edgar y su hermano mayor, y sus ojos acuarelas azules contrastaban con los suyos que eran rubies sangrientos. Hermosa y frágil. Todos debieron saber, él lo sabía, que no sobreviviría.

Fue encontrada muerta tan solo siete meses después de su boda, con un bebé no nato en el vientre. Envenenamiento. Suicidio, se proclamó.

Los rumores dijeron que era un niño omega.

El rey estaba histérico, embravecido por la perdida de su tercer hijo.

No se pudo volver a casar. Dos hermosas omegas femeninas del mejor linaje ya se habían desperdiciado bajo su cuidado. Para los alfas no había nada más valioso, no permitirían una tercera por capricho nada más. Que un omega se suicide es un tabú, es inconcebible, una vergüenza, que recae sobre el alfa. ¿Dos omegas perdidas de la misma forma? El rey solo puede ser visto como incapaz. Si el rey quería desechar otra reina, que no sea omega. Que use betas. De esas hay por montones, dispuestas a abrir sus agujeros con tal de ser reconocidas por la alta sociedad. Pero el orgullo del rey no quiso aceptar nada más que lo mejor, lo más bonito y dulce. E incluso si aceptara a un beta, ¿Qué le aseguraba que su heredero seria omega o alfa, y no un inservible beta? Las especies no deberían mezclarse, era su opinión.

La villana es una narcisistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora