Capítulo 29

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20 de noviembre del 2020

Desde mi pelea con papá, cuando asisto al restaurante a trabajar, puedo sentir el aire llenarse de tensión. Quizás sea yo la que se inventa eso en su cabeza y lo siente así. Pero de lo que sí estoy segura, es que mi papá evita salir de su oficina todo el rato que estoy presente en el restaurante.

Sé de su presencia, porque Camille va a visitarlo y en ocasiones ambos se van juntos. Camille dándome una mirada compasiva y Nicholas evitando hacer contacto visual conmigo y a paso apresurado.

Calum y yo, estamos bien. Pero puedo sentir la constante presión sobre mis hombros, al no contarle la verdad a mi papá.

A ver, el hombre no me quiere ni ver en pintura ¿Y de verdad voy a ir a agregarle más leña al fuego? Sólo se lo puedo contar cuando esté en completa paz y no me odie tanto.

—Tu papá no te odia —la voz de Calum interrumpe mis pensamientos. Caminamos juntos hasta mi auto, el restaurante ya está cerrado y somos los últimos en abandonarlo.

—Yo creo que sí —suspiro de manera dramática—, hoy me evitó a toda costa, como todos los días. Da igual, yo sigo resentida con él.

—No entiendo cómo puedes durar tanto tiempo sin hablarle. En mi casa no podemos, es imposible. Nos molestamos y al rato ya nos estamos contentando.

Volteo a ver a Calum, su cabello oscuro se revuelve con la brisa fría que surge a estas horas. Lleva guindando en un hombro su bolso y con su mano libre, se ha tomado la libertad de agarrar la mía.

—No lo sé, quizás estoy acostumbrada a eso. Y por lo general, mi papá es quien me busca para arreglar las cosas, muy pocas veces yo.

—¿Y no crees que es tu turno? La vida es muy corta para vivir molestos con los que queremos —responde muy seguro—. Así dice mamá.

Asiento aún sin convencerme mucho. Al entrar al auto, avanzamos por las desoladas calles hasta detenernos en un autoservicio de McDonald's. Pedimos dos helados y estaciono el auto a la orilla de la calle para deleitar nuestro postre.

Me concentro en devorar el delicioso helado de mantecado con sirope de chocolate, hasta que siento algo frío rodar por mi mejilla. Jadeo de sorpresa y entrecierro mis ojos en dirección al culpable.

Me sorprendo más cuando el chico se vuelve todo un atrevido y lame la porción de helado que comenzaba a resbalar. Causándome un escalofrío.

—¿Qué rayos, Calum? —muy cerca de mi rostro, sonríe con expresión angelical.

Siento su aliento cálido chocar contra mis labios y no puedo contenerme, este chico me vuelve loca y sus gestos hacen que lo adore mucho más.

Abre sus labios cuando nota mis intenciones, mantengo los ojos abiertos para no perderme de este chico tan especial. Cómo puedo, guío el vaso con lo restante de mi helado, hasta el portavaso. Ya con mis manos libres enredo mis dedos por sus suaves mechones de cabello, acaricio de vez en cuando su nuca y el hace presión en mi espalda baja para pegarme más a él.

Nuestras lenguas se unen, puedo saborear toque dulce que deja el helado en nuestras bocas, volviéndome adicta a sus besos. En el vehículo lo único que se escuchan son respiraciones agitadas, succiones y suspiros llenos de satisfacción. Calum acaricia con su mano libre el inicio de mis pechos, dando por sentado que estamos a nada de perder el control.

Me separo de él en busca de aire y compartimos una mirada llena de complicidad. Mis labios deben estar súper inflamados y los de Calum están llenos de labial. Me rio mientras lo limpio un poco y él me ve como si fuera todo su mundo.

Amor entre Telones © (#2) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora