Capítulo 31

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—¿Tienes todo?— preguntó la ojiazul, mientras se subía a la caravana.

—Tengo todo.— afirmó Wheezie, copiando su acción.

Julieta condujo hasta casa de los Cameron's y la dejó allí, para luego volver de vuelta al Château; donde se encontraban los cuatro amigos.

—¿Se puede saber porque has tardado tanto?— preguntó su hermano, mientras la veía bajar de la caravana.

—Ya sé que no puedes vivir sin mi, hermanito.— comentó sarcástica, sentándose en el suelo de la caravana.

Antes de que los dos pudieran seguir molestándose, JJ apareció en escena, enseñando los lingotes de oro que traía en la mano. 

—Julie, espero que funcione.— le dijo Sarah, a la vez que se sentaba a su lado.

—Funcionará.— aseguró, cogiendo el soplete y metiendo el oro dentro de una cacerola; preparándolo todo para fundirlo.

Poco a poco el símbolo de los lingotes de oro fue desapareciendo y se compactó en una pieza redonda. Justo lo que necesitaban.

—Vámonos.— avisó la rubia, mientras se subía al asiento de copiloto.

Todos se subieron y John B condujo hasta el único lugar que conocían que sería capaz de comprar esa suma de oro, sin hacerles preguntas al respecto. O eso creían.

—Te has lucido fundiéndolo, doctora Frankenstein.— dijo sarcásticamente JJ, mientras bajaba de la caravana con la pieza de oro fundido en su mano.

—Ni que tú lo hubieras hecho mejor.— Se colocó a su lado.

—Claro que lo habría hecho mejor, di clases de soldadura.

—¿Dónde sí se puede saber?— inquirió, a la vez que se cruzaba de brazos.

—Eh, relajaos, ¿vale?— se interpuso John B en la discusión.

—Para ti es fácil decirlo.— musitó el rubio. —No eres tú el que tiene que vender esta mierda.

—Trae aquí.— dijo la chica, mientras se lo quitaba de las manos. —Ya lo hago yo.

—Habíamos acordado que iríais los dos.— Sarah, los miraba.

—¿Y por qué tengo que ir con él?

—Porque entre os complementáis, y hacéis que las mentiras suenen demasiado creíbles.— explicó Pope.

—Está bien. Iré con él.— dijo, mientras rodaba los ojos.

—Oh, vamos, pero si te mueres de ganas de ir conmigo.— bromeó, posando una mano en su hombro.

—Cariño, camina antes de que me arrepienta.— sonrió sarcástica, mientras le devolvía la pieza de oro.

Finalmente, entraron a la tienda, aunque más bien, era una casa de empeños. Pope, Sarah y John B se dispersaron a lo largo de la tienda, mientras que JJ y Julie se acercaron al mostrador, donde se encontraba atendiendo una señora. 

—Buenas tardes.— Julie intentaba sonar lo más amable posible.

—¿Compran oro?— preguntó JJ, provocando que la ojiazul lo mirase con una expresión de: "¿Me estas vacilando?"

—Eso pone en el cartel, ¿no?— contestó obvia la señora.

—Espero que compren mucho, porque la dejaré sin habla.— comenzó a decir, mientras buscaba el oro en su mochila. 

—Veamos, porque pocas cosas me dejan sin habla.

—¿Qué me dice de esta preciosidad?— inquirió, posando el trozo de oro encima del mostrador. 

𝐅𝐄𝐈𝐍𝐃𝐄 | JJ MaybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora