Capítulo 35

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Más tarde, los hermanos entraron al interior de la casa y se fueron a sus respectivas habitaciones a intentar dormir algo.

—Ey.— saludó JJ, entrando a la habitación y cerrando la puerta a sus espaldas.

La chica, que se encontraba tumbada en la cama, negó con la cabeza y él entendió que no quería hablar sobre ello; por lo que se acostó a su lado y depositó un beso en su frente.
Poco después, el rubio se quedó dormido, al contrario que ella, quien seguía en la misma posición que hace un rato, mirando el reloj que marcaba las cinco de la mañana.

Se levantó de la cama y salió de la casa, intentando hacer el menor ruido posible, para luego subirse a la caravana y comenzar a conducir. Una vez llegó a su destino, paró el vehículo y bajó de éste.

—No, no, no.— negó con la cabeza, al ver que había un cártel de la empresa del señor Cameron en la casa de la señora Craine.

Comenzó a caminar hasta el jardín, para darse cuenta de que había un montón de maquinaría por ahí esparcida.

—No me jodas.— musitó, mientras corría hasta donde se encontraba el pozo con el oro.

Cuando entró allí y se dio cuenta de que el pozo estaba totalmente vacío, sin nada de oro, el alma se le cayó al suelo.

—¡No, no, no!— enfureció, asestando repetidos golpes al suelo. —¡Hijo de puta!

Acto seguido, cuando se tranquilizó levemente, volvió a subir a la caravana y condujo hasta el Château. Al llegar, caminó hasta el muelle donde se encontraban los dos chicos.

—Se lo ha llevado todo.— comentó, llegando a su altura.

—Lo sé. Lo mismo que acabas de hacer lo hice yo ayer.— confesó John B, que se encontraba tirado en el suelo.

—Muchas gracias por compartirlo con nosotros.

—La verdad es que yo tampoco esperaba un final feliz.

—Nunca lo hay.— dijo, mientras se apoyaba en la barandilla y le quitaba el cigarro a JJ.

Éste se fue a quejar, pero una voz los interrumpió.

—¡Tíos!— los llamó Pope, quien corría en su dirección. —Dios. He venido corriendo.

—Me asustaría si vinieras volando.— habló Julie, dándole otra calada al cigarro.

—¿Estás bien?— preguntó John B.

—¿Qué tal la entrevista?— inquirió JJ, volviendo a agarrar su cigarro. El moreno se limitó a negar con la cabeza, en señal de que no había ido nada bien.

—John B, Julie.— dijo. —Lo siento, por todo.

—Tranquilo, Pope.— Ésta negó con la cabeza. —Ya nada importa...

—No tengo mucho tiempo, así qué, resumo.— comentó, llamando su atención. —Esta mañana, antes de la entrevista, mi padre me ha contado que iba a ir al aeropuerto privado a cortar unas palmeras para el súper avión de los Cameron.

Julie se acercó a él y lo siguió escuchando.

—Porque pesa mucho y necesita una pista más larga para despegar.— siguió contando, mirándola. —Así que, ahí estaba yo, en la entrevista, pensando: Mmm, ¿por qué necesitará una pista más larga? ¿Qué puede llevar para que pese tanto?

Julieta se paró un segundo a pensar, miró a JJ y luego volvió a mirar a Pope, para finalmente hablar.

—Oro.— respondió, mientras comenzaba a correr a la caravana. —Es nuestra última oportunidad. Corred, joder.

𝐅𝐄𝐈𝐍𝐃𝐄 | JJ MaybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora