Capítulo 13

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― ¡Esto es alarmante! – Caminó de un lado a otro en el despacho –Y por si fuera poco ¡Indignante! – seguía dando vueltas por todo el despacho. De vez en cuando movía sus manos al aire y otras veces señalaba a Kagome, pero siempre las mantenía cruzadas detrás de su espalda― Mi hija, mi única hija, haya protagonizado un escándalo de tal magnitud. ¿Cuándo se te pasó por la cabeza aceptar la propuesta de ese hombre? ¿Cuándo?

Antes de que comenzaran las murmuraciones el conde fue hasta donde se encontraba su hija y ese Lord de la Rosa, la tomó de la mano y la sacó de ahí seguidos por su esposa y su hermana, Antonio también lo hizo pero en su propio carruaje y cuando llegó a la mansión de los Higurashi vio la expresión de furia contenida del conde, él lo hizo esperar en la sala de estar mientras que hablaba con su familia en privado.

Kagome agachó la cabeza, si él supiera que la decisión había sido producida por un arranque de impulsos y celos. Si Inuyasha se va a casar con esa mujer rubia, pues adelante, ella también lo haría y se iría a España, sería feliz.

―Tranquilízate hermano –intervino la tía Marian. Quien sostenía la mano de su sobrina – Si ella tomó esa decisión hay que respetarla. Siempre has dicho que aceptarías al hombre que ella eligiera. Pues bien, ese momento ha llegado y ella ya eligió.

― ¿Pero un español y con muy mala reputación?

―Mis padres tampoco aceptaron a Richard por ser francés y terminaron queriéndolo como a un hijo. Debes aceptarlo.

― ¡No! – Se negó – Antes la mando de regreso a Francia o la meto a un convento.

―Suficiente ― ahora era el turno de la condesa Higurashi de hablar – No harás ni una cosa ni la otra – en sus ojos había seguridad, era como si se hubiera transformado en una fiera con tal de defender a su cría –Si ella decidió casarse con él, está en todo su derecho. Nunca le hemos impuesto a alguien que ella no deseara, si así hubiera sido desde cuando estaría casada.

―Mujer, comprende – trataba de ser razonable – Ese tal Lord de la Rosa tiene mala reputación.

―Te recuerdo querido que tú tampoco tenías buena reputación cuando nos conocimos y aun así terminé aceptándote.

―Porque tus padres así lo dispusieron.

―Porque fue mi elección y si no lo hubiera decidido, habría huido, pero no lo hice. Ella aceptó públicamente su propuesta y debemos aceptarlo.

Kagome frunció el cejo, pasaba de un lado a otro la mirada, viendo como su padre, su madre y tía se enfrascaban en un duelo de palabras, eran dos contra uno. Ella se sentía culpable al ver a su familia discutir, de haber sabido que su decisión los llevaría a esto no lo habría aceptado, pero ya era tarde.

―Pues no – se negó – Mi hija no se va a casar con él y punto.

―Ya basta – Kagome se levantó de su silla y desafió a todos los que estaban allí –No le pediré su aprobación padre, puesto que es obvia la respuesta. Lo acepté en público, le di mi palabra y un Higurashi siempre cumple. ¿No fue eso lo que me enseñaste de pequeña?

Su padre suspiró y tomó asiento en la silla que estaba en frente de su escritorio, tanto su madre como su tía estaban sentadas en dos sillas, quedando en frente del conde.

Él se llevó una mano al rostro, no quería que se casara con él por la razón de su reputación, era un hombre que no le convenía a su hija, por eso usaba la excusa de que era español.

―Sólo quiero que seas feliz – dijo derrotado al ver los ojos chocolates de su pequeña.

Kagome esbozó una sonrisa y fue con él para abrazarlo.

CONQUISTAR A UN LORDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora