Lord De la Rosa dejó su copa en uno de los compartimientos de su asiento. Después se levantó y se arrodilló frente a Kikyo. Le quitó su copa de vino y la dejó en el suelo.
Ambos se miraron a los ojos y el deseo corría por sus venas.
—Y bien ángel mío ¿Qué deseas hacer esta noche?
¿Cómo podía cohibirse ante esa mirada verde que la recorría y la observaba con un deseo intenso? Era el hombre más guapo y si quería que él fuera quien arruinara su reputación debía verse más accesible, pero el problema consistía en que no era una de las tantas mujeres con las que él había metido en su cama.
—No sé — negó con la cabeza y se puso de pie, alejándose unos cuantos pasos de él —Creo que no es correcto que este aquí.
Él esbozó una media sonrisa, se levantó y se acercó a ella, cuando menos se lo esperó, la tomó por la cintura y la arrastró hacia su cuerpo ancho y duro.
—Pero a fin de cuentas estas aquí— susurró contra sus labios.
Para Kikyo fue una brisa ardiente que recorrió todo su cuerpo y de pronto lo único que anhelaba era estar ahí, entre sus brazos y que él la besara una vez más.
A lo lejos llegaban las notas de una ligera melodía, cargada de seducción y romance. Lord De la Rosa comenzó a moverse y arrastrando consigo a Kikyo. Ella pasó sus brazos alrededor de su cuello y lo miró a través de su antifaz.
La luz de las velas iluminaban sus ojos verdes y ella se perdió en ellos.
Lord De la Rosa la atrajo más hacía su cuerpo, acercando sus labios a los de ella y besándola de manera posesiva. El deseo corría entre los dos y se los decía su cuerpo. Él jamás había deseado una mujer tanto en su vida después de Catalina.
Ambos interrumpieron el beso y se miraron una vez más, había fuego en sus ojos.
—Dime que es lo que deseas — le susurró al oído —Y tus deseos son órdenes para mí.
Ella lo miró, bien, no había marcha atrás era ahora o nunca. La hora de decirle que la hiciera suya.
Su corazón latía con mucha fuerza, estaba nerviosa, era la primera vez que estaba con un hombre a solas y sobre todo, que le iba a pedir ese favor.
—Deseo...—titubeó un poco —Que me...— se mordió el labio inferior.
Y como si para que nadie los escuchara se acercó a su oído y le susurró las últimas palabras, algo que hizo que a Lord De la Rosa le flaquearan las rodillas.
La miró con el cejo fruncido, no estaba molestó, sólo sorprendido.
— ¿Estas segura que eso es lo que deseas, mi hermoso ángel?
—Si— ella asintió con las mejillas rosadas por la pena que sentía en esa momentos—Completamente segura.
Él suspiró —De acuerdo — asintió —Te dije que tus deseos son órdenes para mí y así serán.
Lord De la Rosa la hizo girar sobre sus talones, ella pensó que la iba a tomar en ese lugar, pero no fue así, ya que le había colocado su abrió y salían del palco.
— ¿A dónde vamos? — preguntó ella, aceptando el brazo que él le ofrecía.
—A un lugar más tranquilo — Respondió él, acercando su oído a ella y susurrando: — No pensaré hacerte mía en un lugar como éste. Mereces algo mejor.
La guio por el mismo pasillo por donde habían ingresado, él la aferró a su brazo para evitar que se la arrebataran.
Al salir de ahí, llegaron hasta un carruaje negro con caballos blancos, en donde ya los esperaba en su lugar el cochero.
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CONQUISTAR A UN LORD
Romance¿Qué tan complicado sería conquistar a un Lord arrogante?