Capítulo 31

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Habían pasado varias semanas y aun así se le había hecho eterno para que llegara este día.

Esbozó una sonrisa mientras se abrochaba los botones de su camisa blanca. Por fin había llegado el momento en que se uniría a la mujer que amaba y por la que había tenido que recorrer un largo camino para que ella por fin se decidiera a aceptarlo, desde secuestrarla hasta incluso de provocarle celos.

Aun no podía creer lo así de cerca que estuvo de contraer matrimonio con una mujer que no amaba y la que sin duda le sería infiel.

Pero no quería recordar el pasado, ahora era tiempo de mirar hacia el frente y ver el futuro que le guardaba. Un futuro a lado de Kagome, su esposa y marquesa. Aunque sólo faltaran unas pocas horas para el enlace ya la consideraba suya.

Terminó de abrocharse el saco y salió de la habitación. Bajó con pasos agigantados las escaleras y descubrió que la recepción era un causo. Pasaban criados con bandejas llenas de copas, otras con botellas, comida y alguno que otro llevaba un ramo de flores. Se dirigió hacia el jardín, donde su tía Kaede junto con su suegra y la tía de Kagome se habían pasado el día anterior colocando cada adorno.

Había treinta mesas con diez sillas cada una colocada maestramente alrededor de lo que sería sin duda una pista de baile. Al frente de ella la mesa de los novios y a lado un espacio donde se colocaría la orquesta.

Y ahí estaba su tía, dando algunas indicaciones y colocando los últimos adornos.

Esbozó una sonrisa al verla vestida tan solo con una bata.

Inuyasha se acercó a su tía y la abrazó por los hombros.

— ¿Aun no te vistes, tía?

—Si quieres que las cosas salgan a la perfección es mejor hacerlo uno mismo — respondió ella — Marisa esas flores van en la otra mesa.

Le dijo a una de las mujeres que estaba colocando por error un alegro. Giró sobre sus talones al ver a su sobrino y se quedó con la boca abierta.

Iba perfectamente vestido. Impecable diría ella. Esmoquin negro, camisa blanca y zapatos negros. Su cabello recogido por detrás.

—Pero vaya, nunca te ves así.

— ¿Así de guapo? — bromeó, moviendo sus cejas de arriba hacia abajo.

—No. Elegante.

—Bueno, no todos los días se casa uno.

—Sí, eres el último sobrino al que caso. Y después de esto unas merecidas vacaciones.

Inuyasha sonrió y ambos entraron a la mansión para que su tía Kaede terminara de arreglarse.

— ¿Segura que quieres irte? Estoy seguro que para Kagome no será inconveniente que te quedes. Serás una buena compañía.

—Segura hijo. Ustedes como recién casados deben tener cierta intimidad. Después cuando vengan los hijos podría quedarme un tiempo para ayudar a Kagome. Pero a lo mejor estaré ocupada ayudando a Kikyo. Esa pobre niña ya ni sabe dónde tiene la cabeza, se ve que el embarazo le ha afectado.

Inuyasha río ante el comentario de su tía.

Era verdad, Kikyo ya ni sabía en qué día o mes del año estaba, se le veía distraída y por si fuera poco las náuseas y los vómitos la acompañaban al día, sin dejar atrás sus estados de ánimo, un día estaba feliz, al siguiente minuto moleta, después terminaba llorando y al final volvía a estar feliz. Se compadecía del pobre Antonio quien tenía que lidiar con todos esos achaques.

CONQUISTAR A UN LORDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora