Capítulo 32

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Antes de que dieran media vuelta e irse de su propia fiesta, se encontraron con la mirada acusadora de la tía Kaede, tenía los brazos cruzados, el cejo fruncido y haciendo leves negaciones con la cabeza.

Inuyasha suspiró, aquí iba una vez más. Tendría que esperar para poder estar con su mujer a solas, tal parecía que secuestrándola era la única manera de estar en la intimidad.

— ¿A dónde pensaban ir? — preguntó.

—A ningún lado, tía — Inuyasha respondió con una sonrisa fingida.

—No me mires de esa manera Inuyasha Taisho. Sé lo que estaban a punto de hacer y aun les digo que todavía no es tiempo.

—Pero tía, ya hemos cumplido con....

—Cállate — dijo la anciana e Inuyasha tuvo que morderse el labio inferior para no soltar una carcajada — Kagome — miró a la joven —Ven, no te he presentado a unos parientes lejanos.

Kagome aceptó el brazo que le ofrecía la anciana, miró a Inuyasha y se encogió de hombros, regalándole una dulce sonrisa.

Inuyasha soltó un juramento al ver como su tía se llevaba a su esposa. Un mesero pasó justo delante de él y le ofreció una copa de Whisky, en un principio quiso rechazarla, pero necesitaba calmar sus nervios y el impulso que estaba naciendo en su interior por ir hasta donde estaba su tía con su esposa y arrebatársela.

Pero no lo hizo.

En lugar de eso se detuvo un instante a examinarla, ella saludaba a una mujer que su tía Kaede le presentaba.

Su corazón brincaba de felicidad cada vez que ella sonreía, era sin duda la mujer más hermosa, bella y era completamente suya. Sin duda ella no imaginaba la noche de bodas que le esperaba, pues lo había planeado todo y de no decirle ni media palabra a su tía, pues la conocía muy bien.

Y si se detenía a pensar en el futuro, imaginaba a una Kagome con el vientre abultado esperando a su segundo o tercer hijo o imaginarse a una pequeña idéntica a su esposa, teniendo que lidiar todos los días con ella, sólo esperaba que no tomara el gusto por deslizarse de las escaleras como a su madre.

Sin duda deseaba que ese futuro llegara pronto.

— ¿Puedo habar un segundo contigo?

Giró su cabeza y se encontró con el padre de Kagome.

Él asintió y le ofreció algo de beber, pero el Conde se negó, ya había bebido unas cuantas copas de brandy y era un hombre responsable.

—Quiero hablar acerca de Kagome.

Inuyasha frunció ligeramente el cejo — Si va a decirme que cuide de su hija, eso se lo prometí en la iglesia.

El Conde se enderezó de hombros ante el comentario directo del ojidorado.

—Bueno, ya que nos vamos directo al grano — entornó los ojos ante él — No quiero que le hagas daño, si se te ocurre romperle aunque sea un pedazo de su corazón juro que te buscare y nuestra conversación no será nada agradable.

—Conde, amo a su hija — dijo de manera sincera, sin quitarle la mirada a su suegro — Y le aseguro que su felicidad es mi mayor prioridad. Si llegara a lastimarla aunque sea una sola vez jamás me lo podré perdonar. — Dirigió su mirada a Kagome y al ver que su tía la dejaba sola, decidió que había llegado el momento de sacarla de ahí — Ahora si me disculpa, debo regresar a lado de mi esposa.

Kagome se ponía más roja ante el tono que había tomado la conversación. Se punía que la anciana Kaede le iba sólo a presentar a su prima Lady Simone y que la conversación sería ligera.

CONQUISTAR A UN LORDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora