Capítulo 21

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Sus manos recorrían cada delicado y corto centímetro de su cuerpo. Sus besos la trasportaban más allá de la realidad y fue cuando sintió su camisón se deslizaba hacia arriba fue cuando abrió los ojos.

Estaba encima de ella y él la estaba besando con ansia voraz, aquí, en su habitación!! Al peligro de Ayumi o cualquier otro que entrara a la habitación.

Lo apartó de ella bruscamente.

—Quítateme de encima.

Ella pudo zafarse de él y se levantó de la cama.

— ¿Ha eso has venido? — preguntó furiosa, con los ojos llenos de rabia contenida. — ¿Ha seducir a una mujer comprometida?

Inuyasha se puso en pie y trató de calmar las cosas.

—No Kagome... Escucha...

—No quiero escucharte — negó con la cabeza, se acercó a él, frunció el cejo y le dio una bofetada en la mejilla derecha — Quiero que te marches y no regreses, quiero que me dejes en paz de una maldita vez pero sobre todo quiero que no me vuelvas a dirigir la palabra en tu vida.

Él se llevó la mano a la mejilla y miró el dolor que había en los ojos de aquella mujer que amaba tanto. Conocía lo orgullosas que podían ser las mujeres, pero la dama que amaba era mil veces más orgullosa que cada una en el mundo.

— ¿Segura que deseas que me marche? — Preguntó, recorriéndola con la mirada — ¿Qué no te vuelva a hablar en toda mi vida?

—No sólo lo deseo, sino que anhelo fervientemente de ver como sales por ese maldito balcón — respondió, señalando la ventana de su habitación. —Y en cuanto a dirigirte la palabra, no te preocupes, hemos durado mucho tiempo sin hablarnos, otros años más no suponen nada.

Él quería acercarse a ella de estrangularla de zarandearla hasta hacerla entrar en razón, de que su amor era autentico y de que no pretendía seducirla sino todo lo contrario, de hacerle ver que era una locura casarse con un hombre a que no amaba.

Se fue apartando poco a poco, su mano aún estaba en la mejilla.

Kagome lo siguió con la mirada, se podía ver fuerte por fuera, pero por dentro se estaba quebrando en mil pedazos y las lágrimas amenazaban con salir.

—Muy bien Lady Higurashi — dijo él, haciéndole una reverencia — Si eso es lo que anhela fervientemente así será. Tenga por seguro que a partir de esta noche usted no vuelve a saber nada de mi e incluso le prometo que no me acercare a usted, puede sentirse segura que si nos llegamos a encontrar en un baile, haré exactamente lo que me ha pedido. — Avanzó hacia la ventana balcón, abrió la ventanilla y se detuvo— Fingiré que no existe para mí. Pero le voy a pedir que no sea descortés y saludé educadamente si llegamos a coincidir con nuestras familias. Que sea feliz en su boda y en su nueva vida en España. Con permiso.

Dicho esto, salió por la ventanilla y la cerró con cuidado.

Kagome sólo vio su sombra reflejada tras las cortinas de la ventanilla del balcón. Quiso detenerlo, no quería que se fuera de esa manera, quería retenerlo de decirle que lo amaba.

¿En que había pensado para decirle esas cosas? No era ella, estaba incluso hasta dispuesta de entregarse a él aquella noche, pero su lado malévolo salió a flote y en lugar de decirle que lo amaba terminó por despreciarlo más.

Él había acudido a ella a pie, enfrentándose a la lluvia con el riesgo de contraer una enfermedad y todo para expresarle una vez más sus sentimientos y ella una vez más no perdió la oportunidad de despreciarlo.

CONQUISTAR A UN LORDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora