Capítulo 9

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El corazón de Kagome latió con fuerza, el hombre era gordo y chaparro, estaba demasiado ebrio que no podía sostenerse muy bien, pero aún tenía fuerza como para retenerla.

―Yo...

―Deje en paz a la dama.

Se escuchó una voz fuerte y seria de tras de ella.

―Usted no se meta – el hombre miró hacia arriba – Vaya a buscarse otra ramera, esta es mía.

Se escuchó una risa sarcástica – Veo que no entendió lo que le dije.

Tomó a Kagome del hombro y tiró fuerte de ella, hasta colocarla de tras de su espalda.

Kagome muy apenar era consciente de lo que sucedía, pero se sentía protegida al estar a las espaldas de aquel hombre, olía a... un momento, ese aroma se le hacía muy familiar, pero por más que intentaba ver a través de esa mascara, no había nada que revelara la identidad del enmascarado.

Entonces, abrió los ojos como platos al ver lo que ese enmascarado o mejor dicho, su rescatador, sacaba de su pantalón.

―Oye...― protestó el hombre gordo, pero se detuvo al ver que el otro había sacado una pistola.

―No quiero matarlo aquí y armar un escándalo – amenazó el hombre de mascara con nariz grande y negra – Todos los que estamos presentes en esta reunión no nos va a convenir.

El hombre gordo y chaparro al ver que le apuntaban con una pistola en las narices, se pasó la lengua por sus labios delgados, la multitud ya comenzaba a darse cuenta de tan pequeño escándalo y decidió que no era para tanto discutir por una mujer que tarde o temprano terminaría en las rodillas de otro hombre o más.

― ¡bah! Ni que valiera tanto – Chistó el hombre gordo – Puede quedarse con esa ramera, al cabo aquí hay más como ella aquí.

El hombre de mascara de nariz grande asintió y guardó la pistola, cuando vio que el otro les había dado la espalda para alejarse fue cuando giró sobre sus talones y se encontró con la mirada perdida de Kagome.

―Gracias milord – dijo ella.

En cambio, él la tomó del brazo, subieron unas escaleras, avanzaron por un pasillo y entraron a lo que parecía ser un palco, donde recorrió las cortinas y encendió unas velas para iluminar el lugar.

Sin delicadeza empujó a Kagome hacia un asiento donde la joven protestó.

―O es usted muy ingenua o es muy estúpida Lady Higurashi.

Kagome abrió los ojos de par en par ante tal insulto, ¿Cómo se atrevía aquel hombre a llamarla estúpida? O lo que era aún peor, era que sabía cuál era su identidad, cuando ella, no sabía la de él.

―No sé quién es ella, milord – Bueno, si todos jugaban con sus identidades ¿Por qué no hacerlo ella? Además, aún no había revelado su identidad – Es evidente que me está confundiendo.

El hombre se recargó en una pared y se cruzó de brazos, así que la señorita quería jugar a algo peligroso, está bien, si el propósito de esas reuniones privadas eran para tener un encuentro intimo con un desconocido, le daría esa satisfacción o mejor dicho, una lección.

Él esbozó una sonrisa, se acercó sigilosamente, bien, un juego de seducción...adoraba ese tipo de juegos, el detalle era ver que tan lejos podía llegar ella. Lo que le intrigaba era saber quién fue el imbécil que se atrevió a darle una invitación a un "evento" privado, en donde el único propósito de ese tipo de reuniones eran encuentros íntimos con desconocidos, por eso la única condición era usar mascaras.

CONQUISTAR A UN LORDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora