Al día siguiente Lord De la Rosa había ido muy temprano a la mansión del Conde Higurashi. Ya que le había hecho una promesa al conde de entregarle un anillo de compromiso a Lady Kagome, ese anillo que significaba que pronto sería su mujer.
Ese día decidió caminar y no utilizar el carruaje, iba pensativo, en la reacción que tomaría Kagome cuando él le entregara el anillo. Una de las promesas que le había hecho a su amada Catalina había sido esa, que el mismo anillo que él le había entregado, se lo cediera a su siguiente esposa.
― ¿Cómo cree que lo tomé su hermano? – le preguntó una mujer de cabello negro a otra mujer.
―No lo sé – negó la joven de pelo negro y piel blanca – Se enfadará muchísimos, estoy segura. Pero ya no soportaba ni un minuto más estar en ese internado.
―Señorita Kikyo. Ser expulsada de un colegio muy prestigiado le traerá muchos problemas a la hora de conseguir un marido – comentó su dama de compañía.
―Kagura te agradecería muchísimo que no me lo recuerdes. – la joven entornó los ojos a ella –Aparte ¿Quién dijo que pienso casarme? – sonrió.
Le giñó el ojo y cuando dobló en una esquina se topó con un hombre alto, haciendo que la joven cayera de espaldas al suelo.
―Señorita – dijo alarmada Kagura.
― ¿Está bien? – preguntó el hombre, tendiéndole la mano para ayudarla a levantarse.
Kikyo frunció el cejo, el hombre era alto, de cabello castaño, ojos verdes y piel blanca. Se quedó muda, era la primera vez que hablaba con un hombre después de haber estado en un colegio. Aun en el suelo, ella aceptó su ayuda, cuando ya estuvo de pie, se sacudió los restos de polvo que se le habían adherido al vestido.
― ¿Está bien, señorita? – volvió a preguntar el hombre.
Kikyo lo miró y sacó todo su buen vocabulario que había aprendido en el colegio.
― ¿Acaso no sabe ver hacia el frente, señor?
El hombre alzó una ceja pero dejó la joven se desquitara.
―Acepto su agradecimiento.
Frunció de nuevo el cejo y está vez se enfadó mucho más. Era como si le hubieran prendido mecha a la pólvora – En primer lugar...
―En primer lugar la que iba distraída fue usted ― interrumpió aquel hombre – En segundo lugar, no tiene nada de educación. Trató de ser un caballero― que no lo era, o al menos no se consideraba uno― de ayudarle a levantarse, y ¿Es así como me lo agradece?
Kikyo se plantó frente a frente con él y ambos se miraron a los ojos.
―Yo no necesito de caballeros como usted – dijo en tono desafiante – Caballeros hay muy pocos y son contados.
El hombre esbozó una media sonrisa y asintió.
―Estamos de acuerdo en eso – contestó en voz suave – Pero déjeme decirle que yo no soy un caballero.
Hubo un silencio entre los dos, donde ojos verdes y negros invadían el ambiente.
― ¿Entonces, me ofrecerá una disculpa? – preguntó el hombre.
Kikyo esbozó una media sonrisa – Cuando lo vea por segunda vez, recuérdemelo – le guiñó el ojo y se dirigió a su dama de compañía – Vamos Kagura, se nos hace tarde.
Ella pasó a un lado de él pero la detuvo con unas simples palabras.
―Entonces prepárese para nuestro segundo encuentro.
ESTÁS LEYENDO
CONQUISTAR A UN LORD
Romance¿Qué tan complicado sería conquistar a un Lord arrogante?