Capítulo 6

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Joaquín gimió cuando sintió la lengua de Emilio recorrer toda su clavícula izquierda, y luego sujetó su mano en su glúteo, apretándolo más. Cerró sus ojos, y suspiró. Una mirada a él, tan concentrado en seguir lamiendo, y el menor volvió a gemir al volver a sentirlo apretar su glúteo, con toda su palma.

El sonido sordo en su habitación donde solo es escuchan sus apenados sonidos, la fricción de sus ropas, y su propia respiración irregular.

Joaquín sintió que se sonrojó cuando sintió los dedos de Emilio desabotonar su camisa por completo, y la deslizó por sus hombros, haciéndolo mostrar su pecho desnudo. Sus brazos apenados subieron a cubrirlo, pero escuchó a el castaño lanzar una risita, volviéndolo a besar.

—No tengas pena, sólo yo estoy viendo esto.

—Es porque eres tú, tonto.

—Joaco, ya nos hemos visto desnudos.

El menor evitó su mirada, volteando a su cesto de basura.

—Pero no para tener intimidad. —Emilio se alejó, frunciendo su boca.

—Está bien, no quieres hacer nada, lo entiendo. —Acomodó su camisa, se paró, y caminó hasta su mochila, tomándola para irse. —Cuando estés realmente seguro empiezas a decir tus tonterías de apresurar las cosas.

—No, Emi, ven. —Una mano en el pecho de el otro, impidiéndole salir de su habitación. Joaquín realmente no quería que su amigo saliera de su habitación, quería que lo siguiera tocando de esa forma. —Es sólo que tengo pena, ¿Y si no te gusta? ¿No te gusta mi cuerpo, mis gemidos, no te gusta... estar dentro de mí?

Emilio frunció su ceño, volviendo a tirar su mochila por ahí y volver a acostar a su menor en la cama por completo, quitándose su camisa del uniforme por completo. Lo tomó del rostro, obligándole a verlo.

—Yo igual estoy preocupado por ti, Joaco, ¿Si te lastimo, no te gustó, te sentiste incómodo?, pero lo único que quiero hacer es cuidarte de todos y que a ti no te pase nada malo, sé que soy bruto, pero realmente me enojaría conmigo mismo si te hago algún daño. —Una mano pasando por su hombro, su pantalón deslizándose por sus muslos, y una sonrisa encantadora de Joaquín, un tierno, atreviéndose a besarlo.

—Ahora sabemos que los dos nos preocupamos por lo que va a pasar ahora.

—¿Ahora? —Emilio pregunta, sintiendo las piernas de el menor enredarse en su cadera, presionando sus cuerpos.

—Ahora. —Sus labios terminándose de mover y después, se besaron, moviendo sus labios de una manera rápida. Eso prendió a Joaquín.

El sentir las manos de Emilio recorrer su cuerpo como jamás lo imaginó, sentirlo presionar su miembro sobre su ropa, apretar su cintura, apretar sus muslos, todo. Sus manos bajaban de una manera atrevida por todo su cuerpo hasta su trasero, dando un pequeño brinquito por la sorpresa, sacando una risita a su mayor.

—Tan tierno. —Otro beso, profundizado por los brazos de el menor que obligaron a el castaño a volver a acercarse a su cuerpo, generando más calor.

Sus manos subiendo por su cuerpo a sus brazos, donde retiró la camisa por completo, viéndolo. Emilio tragó saliva y Joaquín se dio cuenta de algo; Emilio lo deseaba. Sus dedos ágiles fueron hasta el abdomen de el castaño, acariciándolos.

—Se sienten más duros que antes. —Un bulto en su pantalón le avisó que sus abdominales no eran lo único duro de él.

Dedos subiendo hasta el torso de el contrario, pequeño. Parpadeó un par de veces, alzando una sonrisa. Estaba pasando. Un gemido desprevenido salió de sus labios al mismo tiempo que sintió que unos iban dirigidos a sus pezones, apretándolos levemente. Una lengua acariciar uno, y después esos dientes apretarlos levemente, casi jugando. Las manos de Emilio volvieron a subir al momento que sus labios abandonaron levemente ese pezón izquierdo, pero ambos fueron consolados.

Sus dos manos apretando levemente sus dos pezones, su falo rozando con su entrepierna, el castaño relamiendo sus labios resecos cada cierto tiempo. Sus barbilla temblando, sus ojos llenos de deseo, y su pecho mostrando una respiración irregular. Joaquín se preguntó si Emilio se pondría así con cualquier chico que el mayor viera desnudo, y el otro le tenía una respuesta para eso; no, pero ninguno se atrevería a decirlo.

Sintió que su mayor comenzó a repartir besos desde su pecho a su abdomen, llegando hasta su pantalón. Una sonrisa, y sus manos viajaron hasta ese pantalón dejando el pecho de Joaquín solo y a él con un puchero. Quitó la tela con cuidado, encontrándose con ese short que el menor siempre se ponía bajo su pantalón, y sonrió, quitándolo con cuidado también.

Llegó hasta sus bragas, blancas, sin ninguna decoración, y llevó su nariz a ellas, rozándola con el miembro de el menor y con consecuencia, haciéndolo gemir inesperadamente.

Joaquín no era de masturbarse, jamás se atrevió a bajar sus manos a su intimidad porque su mamá le advertía tanto de eso, su abuela le decía que tendría un castigo divino si lo hacía y su padre evitaba hablar con él sobre cosas de la cara para abajo, así que el menor no tenía a nadie con quien hablar, hasta que conoció a Emilio. Pero tampoco había mucho de qué hablar.

El castaño apartó esas bragas, tirándolas por ahí, y después llevó su lengua hasta el miembro de el menor, ambos temblando. Emilio tampoco era un experto en el tema del sexo, solo había tenido una vez y hace tiempo, así que era prácticamente un virgen. No sabía qué hacer.

No iba a llevar a cabo algo que había visto en el porno, tampoco iba a llevar a cabo algo a ciegas. Volvió a acariciar el miembro de Joaquín con la punta de su lengua, ejerciendo un poco de fuerza, y lo escuchó gemir, indicándole a Emilio que de seguro algo estaba haciendo bien. Volvió a hacer lo mismo, y el gemido más fuerte de Joaquín se encargó de ponerlo más duro, tanto que dolía.

Ahora solo estaba pensando en cómo complacer a el menor.

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Se viene y no solo lo bueno, digO. 😏

La Iris que no se llama Iris, les ama. ♡

Diet Of Sex || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora