Capítulo 26

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Eduardo apartó su mano mientras veía al mayor y comenzaba a retroceder, tragando saliva nervioso.

—No hay que ponernos violentos.

—De repente siento ganas de ejercer violencia contra Eduardo Barquín. —Mario sólo comienza a tronar sus dedos de forma agresiva, pero Joaquín se interpone entre ellos tres.

—No empiecen a pelear, Emi-

—¿Vas a dejar que te vuelva a humillar? ¿Cuántas veces vas a dejarte, Joaquín? —Y él mencionado sólo frunció el ceño, pero dejó de fruncirlo al ver su muñeca rojiza que había comenzado a hacerse levemente morado. Lo miró. —Si tú no estás harto, yo si lo estoy.

—¿Pero por qué vas a golpearme contra el suelo sólo por eso?

—¿Sólo por eso? ¡Literalmente le hiciste un moretón a Joaco jalándolo! —Emilio volvió a empujarlo mientras se acercaba a sostener su camisa, acercándolo a él. —Llevo meses queriéndote golpear...

—¡Hazlo!

—¡Mario! —El rubio quiso hacer que Joaquín fuera a su lado, pero un leve empuje de los que estaban peleando hizo que fuera con ellos. —Dejen de pelear, por favor, sólo podemos ir a discutir eso con algún directo-

—Pégame, ¿No que no muy valiente? —El castaño negó mientras volvía a empujarlo. No escuchó los gritos de fondo por la furia, no escuchó ni la queja de Mario porque quiso golpearle con el puño cerrado pero en cuanto se dieron cuenta, un golpe seco sonó.

Una llanta derrapar, un portón y cuando vio, su mejor amigo estaba en el suelo, y sangre había comenzado a brotar de algún lado de su cuerpo.

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—Nada de esto hubiera pasado si tú hubieras aceptado que Joaquín hubiera terminado la relación.

—¡Nada de esto hubiera pasado si tú no hubieras sido un salvaje que me hubiera empujado! —El rubio sólo juntó sus manos y las posó en su cara, pensando.

Los tres estaban sentados fuera la dirección mientras sentía que dos personas a su lado iban a golpearse de nuevo, pero estaba a segundos de lanzarse a ellos y golpearlos él mismo. Volteó a verlos.

—Los dos tienen la culpa y Joaquín por enamorarse de ustedes.

—¿Ya de ti? Vaya, hasta que lo lograste. —Emilio frunció su ceño mientras lo veía y se paraba frente a él.

—¿Sabias? ¿Sabias que me gustaba Joaquín y tú sólo lo hiciste para humillarnos? —El castaño sólo rió mientras quitaba la mano del mayor de un manotazo. Mario los miró fijamente.

—Sí, pero, no los humillé.

—Hiciste que Joaquín se volviera inseguro de su cuerpo, te aseguraste de besarle frente a mí sabiendo que me gustaba...

—Él fue el que se me acercó a mí y hacía esas cosas, Emilio, él me buscó en todas las ocasiones, yo sólo le hice caso. —Un golpe y en cuanto el castaño sintió el ardor en su mejilla él mismo se levantó y lo golpeó, lo empujó.

Emilio devolvió el golpe pero volvió a sentir otro y cuando se dio cuenta, el rubio también golpeó al castaño más bajito.

—Son unos idiotas, están furiosos y nerviosos por lo que acaba de pasar, pero necesito que ahora que vamos a dar la declaración de lo qué pasó no quiero que digan 'pasó esto por Eduardo, pasó esto por Emilio' porque lo único que harán es que uno vaya detenido por intento de homicidio en tercer grado...

—Ojalá pudiera culpar a este idiota.

—Ambos son los culpables. —Ambos volvieron a sentarse y Emilio sólo llevó sus manos a su rostro, y suspiró.

—Cierto... —Y Mario sólo abrazó a Emilio.

—Si vamos a culpar a alguien será al conductor. —Ambos lo voltearon a ver, y el castaño bajito habló.

—Es otro delito... ¿Mentir? Mario, lindo, nos vamos a joder, admitamos la culpa...

—Vamos a decir que fue el conductor, Eduardo, lindo, tenemos que decir que fue el conductor para no salir ninguno de nosotros dañado, ¿Tú quieres que alguno de los 3 esté en una correccional? Yo no, yo quiero salvar mi propio pellejo, vamos a decir que fue el conductor, Joaquín cruzó la calle normal, pero que el conductor venía acelerando, ninguno pudo detenerlo, eso es lo que vamos a decir, ¿Está claro?

—Joaquín estaba caminando, nosotros en la entrada y Emilio y yo discutiendo como siempre, tú estabas llegando y ninguno pudo detener a Joaquín, ¿Decimos eso los tres?

—Dije algo, ¿Está claro? —Y Emilio asintió, realmente no poniendo atención.

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—Y el director sólo necesita tu confesión para determinar si culpar al conductor. —Joaquín intentó asentir pero el collarín se lo impidió, y se quejó, haciendo que el mayor se parara de su asiento a su lado y se acercara para pedir que no se moviera de forma atenta.

El menor hizo un piquito con sus labios, y Emilio se le acercó, dejando un corto beso. Ambos rieron.

—¿En realidad hicieron eso?

—No fue lo moralmente bueno, pero, hicimos lo que hicimos.

—Será el nuevo ejemplo de los libros de ética, tus supuestos amigos te empujan a un coche, ¿Mientes con ellos para salvarte el pellejo o que los metan a la cárcel? Elijo mentir, gracias. —Ríen, y entrelazaron sus manos, viéndose.

—Lamento haberme puesto de esa forma, fui yo el culpable de eso. —Volteó a verlo y Joaquín con su voz ronca habló.

—Gracias por aceptarlo. —El castaño entrelazó sus manos con más fuerza. —Pero ya pediste disculpas, y no fue nada grave, amor.

—Joaco, dos costillas, brazo roto, tu cuello. —El pelinegro sólo hizo una mueca, y suspiró.

—¿Sabes? Siempre quise que un carro me atropellara, ya sé lo que se siente. —Bromeó, pero Emilio sólo lo vio con dureza, haciéndole saber que su broma no había sido la correcta.

Así que Joaquín sólo volvió a hacer un piquito, siendo besado al instante por el mayor que sólo rió sonoro para levantarse y depositar un beso en ellos. Suspiró.

—Entonces, ¿Qué tenía que decir?

—Que estabas caminando y de la nada el carro te golpeó, sólo eso. —Y asintió.

—¿Y Mario?

—Oh, no vino, seria lo mejor... él, él dijo que quería sedar al director y al profesor de orientación para cambiar las declaraciones... ya tenía una jeringa lista y me pidió el sedante, me asusté, y, no quiero que entre al hospital y a la enfermería.

—Realmente quiere sedar a alguien...

Y Emilio rió, negando, pero dejó de carcajear al momento de recordar que realmente lo había dicho.

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Ya viene el final... 😔

La Iris que no se llama Iris, les ama. ♡

Diet Of Sex || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora