Capítulo 18

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—¡Una más, Joaco! ¡Tú puedes! —Y cuando el menor hizo la última serie, el castaño saltó a él y acarició su hombro, felicitándolo. —Lo hiciste muy bien, tienes más resistencia que hace un mes.

—Ba-bajé 4 kilos, con la dieta y el ejercicio, quiero seguir así. —El otro le asintió mientras le pasaba una toalla para que retirara el sudor de su cuerpo, y sonrió cuando notó que el menor sonreía.

Cuando el otro se levantó para verlo a los ojos, Emilio apretó esas mejillas. —Pero siempre haré que comas algo para que sigas teniendo estas mejillas.

Joaquín lo miró con los ojos entrecerrados, simulando un gesto de furia. —No me hagas subir de peso, Emi, ya ves que es difícil bajarlo. —Levantó su barbilla para tomar agua y de repente el castaño se sintió sediento al ver nuevas gotas de sudor sobre su cuello y ver su garganta pasar el agua.

Desvío su mirada al parque, notando que estaba un conocido rubio junto a unos niños frente a unos caballetes.

—Mira, es Mario. —Señaló mientras el otro torcía los ojos aprovechando que no había visto, y después vio dónde estaba señalando su amigo. Lo miró achicando un ojo.

—¿Quieres ir? —Y el castaño no respondió porque ya se encontraba caminando a el rubio que veía animado a los niños, y sus ojos brillaron más cuando vio a el castaño.

Y Joaquín no evitó ponerse celoso al ver ese brillo por ambos chicos.

El quería que Emilio fuera su amigo y sólo de él, sin que nadie llegara y se lo quitara de esa forma romántica. El quería a Emilio, pero sólo para él y que ningun chico llegara e hiciera que dejara de ponerle atención y ese cariño que siempre le mostraba el castaño a él. Arrugó su nariz mientras torcía sus ojos y se apoyaba en el árbol, viendo a su amigo apretar sus puños y rascar su nuca mientras le hablaba.

Suspiró y se resignó a escuchar.

—¡Sherlock! ¿Qué haces aquí? —El rubio tomó un niño para comenzar a acariciar sus hombros y reír nervioso.

—No te vayas a burlar, ¿Si? Es sólo que amo a los niños, la pintura y la lectura, así que organizo estas rondas para que los niños puedan expandir su imaginación y aprender algo más.

Y era un chico perfecto. Joaquín veía el caballete y el lienzo de el rubio. Un cuadro perfecto, bien pintado, colores lindos. Torció sus ojos mientras su furiosa vista volvía a el otro, y notó cómo el otro sonrió fuerte.

Cierto, a Emilio le gustaba la pintura y la lectura, así que arrugó su nariz y se acercó.

—¿Eres bueno en todo o algo así? Me sorprende lo bueno que eres en la pintura. —El otro sólo sonrió tapando su rostro y Joaquín tomó el brazo de su mejor amigo.

—Hola Mario, está muy lindo tu cuadro.

—Joaco, ¿Quieren intentar pintar uno?

Y al final volvieron a la casa con un lienzo cada uno, Emilio con una sonrisa y una nieve, y Joaquín con un vaso con fruta, pero furioso. Caminaba más rápido que el castaño, que sólo lo miró curioso mientras intentaba caminar a su lado a ese paso rápido.

Joaquín no se entendía, pero al mismo tiempo sí. Sentía que los celos de mejores amigos eran así, de normales, pero en realidad no eran así. El menor después de llegar a su casa tiró el lienzo al bote de basura que tenía enfrente de su residencia y Emilio se aseguró de sacarlo para alcanzarlo corriendo.

—¡Pero te quedó muy bonito! Joaco, ya te dije que no era necesario que supieras del arte ni fueras DaVinci para esa actividad, sólo era diversión...

Diet Of Sex || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora