Capítulo 16

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—Eduardo me habló hoy. —Joaquín dijo mientras se sentaba al lado de Emilio le robaba un trozo de su comida, viéndolo. —Me pidió un borrador pero comenzamos a hablar, el profe lo regañó y le dijo que se sentara así que se sentó a mi lado, hablamos toda la clase.

El castaño sólo sonrió, viéndolo, y chocó los cinco con él.

—¿Qué hablaron?

—Pues, cosas que se hablan cuando apenas conoces a alguien, ya sabes. —En realidad, Eduardo se la había pasado hablando toda la clase de cosas que le pasaban que ni le daba tiempo para reaccionar a Joaquín, pero estaba totalmente contento porque su crush le estaba hablando. Sonrió. —¿Y a ustedes?

—Oh, perfecto, Mario y yo fuimos tomados de ejemplo sobre cómo hacer un buen plano, creo que somos los favoritos de la profe.

—Honestamente yo sólo me metí porque en los requisitos decía que debíamos saber usar Minecraft. —Confesó el rubio, haciendo a Emilio asentir de manera inmediata y reír al verlo, apuntándose.

—¡Yo también! ¿Hacemos el proyecto de Minecraft juntos? —El rubio asintió, riendo junto a él, y volvieron a ver a Joaquín, que sólo los veía con una sonrisa falsa. —Hey, Joaco-

—¡Joaquín! —Otro castaño llegó y saludó a el pelinegro, que inmediatamente se sonrojó y lo vio con una sonrisa. —¿Les molesta si me siento con ustedes?

—Claro que no, siéntate aquí. —Hizo un espacio, y Emilio sólo frunció a ver a el menor, riendo mientras negaba, divertido. —Creo que ya conoces a Emilio.

—Hey. —Saludó, y presentó a el rubio. —Él es Mario, es nuevo. —El otro sólo saludó con la mano, sentándose cerca a el castaño, y sólo volteó a verlo.

—¿Hace cuánto dijo eso?

—Hace dos meses, creo que Joaco si adelgazó algo. —Señaló, sólo levantó sus hombros, y se separó un poco de los otros dos para darles espacio, y volteó a verlo. —Así que...

—Alégrate, wuju, jamás dijiste nada. —Emilio sólo asintió, dando una mueca, y vio a la cara a el otro, que sólo lo veía. Sólo se quedaron viendo por un gran momento, y el rubio lo empujó, riendo. —Joaquín nos está viendo, parece que está furioso. —El castaño sólo negó, y volvió a ver a el otro.

—Tienes razón, de aquí sólo queda ver si se da o ser un apoyo para Joaquín, si no pasa podré decirlo. —Ríe, y ve el pelo de el otro, llevando un mechón detrás de su oreja. —¿Eres rubio?

—No, es teñido, aunque me gustaría dejarlo permanente como Shakira. —Dijo moviendo sus caderas mientras seguía sentado, y el castaño negó, riendo. —Tienes un hoyuelo. —Tocó su mejilla, justo en esa tierna hendidura. —¿Estás usando lo de los celos? Porque Joaquín comenzó a vernos más cuando me pusiste el mechón.

—¿Celos? Ah, sí, eso. —Cerró sus ojos, y sólo relamió sus labios. —Dos días y siento que ya somos amigos de meses.

—Será porque soy muy buen Sherlock y descubrí hasta de qué color es tu ropa interior... es negra.

—Es roja, Detective mal detective.

—Auch, le estás diciendo mal detective a la persona que descubrió tus verdaderos sentimientos por una persona y descubrió su relación. —El otro abrió su boca listo para responder, pero una persona a su lado los interrumpió. —¿Joaquín? ¿Y Eduardo, se fue? Demuéstrale que eres un tigre y ve por él.

—Quiero pasar tiempo con mi mejor amigo, creo que casi no hablamos como antes. —Mario sólo abrió su boca, viéndolo directo, e hizo una mueca.

—Pues estamos los tres, Emilio acaba de unirme a su club. —El rostro serio de el otro, que inhaló y exhaló, sentándose en medio de los dos. —De acuerdo, me apartaré amablemente.

—¿De qué quieres hablar, Joaquinito?

—Matas todo cuando dices eso. —Ríe, haciendo a el otro reír pero de una manera falsa, acercándose a él y golpeándolo, viendo fijamente a Mario. —¿Tengo una peluca de payaso?

—Wow, creo que ya sé porque jamás he visto a Emilio y a un payaso al mismo tiempo. —Bromeó el rubio, y los tres rieron.

—El Halloween pasado Emilio se disfrazó de payaso, creo que yo igual descubrí algo.

—Lo admito, me encantó ser un payaso así que gano dinero de esa forma y engaño a todos diciendo que saco dinero de la panadería de mis padres. —Volvieron a reír, y después, Joaquín vio a Emilio.

—Hoy iré a comprar pan con tu familia. —El otro asintió, viéndolo. —¿Quieres venir, Mario?

—Oh, no, hoy no podré porque tengo que ir con mi familia a comer, lamento. —El pelinegro asintió, sonriendo, y en cuanto sonó el timbre, lo miró, triste.

—Tenemos clase de cálculo, ¿Y tú?

—Tengo clase de etimología grecolatina. —Dijo, mostrando su horario.

—Si gustas te podemos llevar.

—No, gracias, ya sé cómo llegar y ustedes tienen clase, espero no molestarlas. —Le lanzó un beso a el otro, y después vio a Emilio, se le acercó, y besó su mejilla, despidiéndose. —Nos vemos luego, Emi.

Joaquín realmente no sabía lo que sentía respecto a la situación con Mario y Emilio, porque al principio realmente quería que Emilio tuviera otros amigos que no fuera sólo él porque él igual los tenía, él no sabía lo que sentía respecto a su mejor amigo. Se suponía que él debía estar feliz porque por fin su mejor amigo tenía otro amigo y puede que próxima pareja y él igual. Sólo frunció su ceño al ver el beso, y en cuanto se fue el otro, el pelinegro lo vio, fijamente.

—¿Ahora te besa?

—Fue en la mejilla. —Emilio sólo lo vio, y su vista se dirigió a sus labios, sonriendo. —Y no es el único.

—¿Ahora dices eso? —Él se acercó, tragó saliva, y lo vio a los ojos. —¿Y qué piensas de los besos de él?

—Él no me besa en los labios. —El castaño se acercó y acunó sus mejillas, riendo. —Creo que debemos volver.

—Podemos faltar, nadie viene aquí. —Señaló el lugar, y el otro sólo rió, negando.

—Ya tienen nuestras asistencias, así que.

—Antes de irnos dame un beso. —Abultó sus labios, y el otro sólo rió, alzó su ceja, se acercó a él, y lo besó, de una manera que al principio sólo fue un piquito, pero después comenzaron a besarse de una manera suave, lenta, y se separaron.

—¿Suficiente?

—Honestamente no. —Y Emilio también sintió que no fue suficiente.

Sujetó de una manera fuerte el rostro de el menor y volvió a besarlo de la misma manera. Sus labios seguían tocándose, sus ojos se cerraron con fuerza, y las manos de el menor se dirigieron a los hombros contrarios, siguiendo con el beso con la misma fuerza. Después de unos segundos se separaron, y rieron.

—Entonces, creo que vamos tarde a clase.

—Problema de chicos, Emi, hay que ser inteligentes. —Y el otro sólo asintió, mordió sus labios, y lo vio.

—¿Por qué dejaste que se fuera Eduardo y luego vienes a besarme?

El otro sólo vio el suelo, mordió sus labios, y lo vio.

—Vamos a clase, Emi.

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Nada que decir al respecto..

La Iris que no se llama Iris, les ama. ♡

Diet Of Sex || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora