Capítulo 20

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—Pasa. —El rubio dijo mientras el castaño pasaba tímidamente, pero notó cómo su amigo sólo pasaba, dejaba sus llaves por ahí, y buscaba a alguien. —Volvió a tomar...

—¿Qué?

—Sube y el primer cuarto que veas es el mío, entra y cierra la puerta. —Buscaba por la cocina, la sala, y luego volteó a verlo. —Voy a buscar algo de comer, tú sube.

—Si gustas te ay-

—Mario, mírame. —Un hombre alto entró a la sala, y el rubio tuvo un gran rostro de confusión. —¿Trajiste un amigo? Me alegro que ya hiciste amigos en la nueva escuela.

—Pa-papá, ¿Estás bien? —El hombre con barba de semanas asintió, sonriendo, y después vio a el castaño. —¿No-

—No, sabes que llevo 167 días sin consumir alcohol. —Lo abrazó, y Emilio sólo lo veía poner un rostro confundido, pero volvió a sonreír. —Hoy te-tengo una cita, volveré tarde, cuídate, Mario, y-

—Emilio, Emilio Marcos. —Estrecharon sus manos, y el hombre sonrió, viéndolo.

—Soy Rafael, mucho gusto. —El hombre alto sólo se despidió de ambos y se fue, tomando sus llaves en la sala y salió de la casa.

—Estoy aterrado de conocer a los papás de mis amigos. —Dijo tímidamente, viendo a su amigo, y el sólo negó, riendo. —Ehm, ¿Qué ibas a hacer?

—Pizza rolls, ¿Te gustan?

—Gracias, me encantan. —Sonrió viéndolo, y Mario sólo se separó un poco de él, riendo levemente. Emilio notó que estaba realmente cerca de él antes de que el otro se alejara.

—Yo, pásame un plato de ahí por favor. —Emilio obedeció al instante, pasándolo al instante y sólo limpió su sudor en su deportivo, tragando saliva. —Entonces, no entiendes los sentimientos que tiene Joaquín.

El castaño negó, viéndolo, y el otro asintió. Emilio sólo relamió sus labios, acercándose a él hasta el horno, y sólo vio el aparato.

—Y no entiendo nada, si dice que le gusta Eduardo pero al mismo tiempo sigue teniendo sexo conmigo, se enoja por qué cree que me gustas, no entiendo. —Mario rió al escuchar el 'me gustas' y volteó a verlo, apoyándose en la barrita y el castaño caminó a él.

—¿Y tú crees que coqueteamos a cada rato? —Rió, carcajeando, y después se acercó a verlo. —Emilio, por lo que tengo entendido tu apariencia es realmente atractiva para muchas chicas y chicos de la escuela.

—¿Y para ti no? —Sólo alzó su ceja, apoyándose al otro lado de la barrita mientras lo veía.

—Eres sexy, sí, pero no mi tipo. —Admitió, riendo, y después lo vio fijamente. —¿Y yo?

—Eres muy lindo.

—Pero tu corazón está gobernado por Joaquín. —Emilio asintió, mordiendo sus mejillas internas, y luego tuvo un gesto triste. —¿Sabes? Lo que te pasa es que no tienes el coraje de hacerlo...

—Tengo miedo de arruinar nuestra amistad, ¿Sabes? Varios años de amistad como para arruinarlo con mis sentimientos. —Suspiró. —Yo sé que a él no le gusto porque le avergüenza hasta que nos emparejen.

—Yo digo que le gustas pero siente lo mismo que tú, así que da un paso, ahora, tienes que hacerlo ya, incluso márcale para confesarle.

—Sacó su celular, y Emilio sólo miró el teclado, pensando en llamarle o no a Joaquín.

—No-no creo, sólo-

Y cómo si lo hubieran invocado, Joaquín ya le estaba marcando y Mario sólo sonrió tierno al leer el 'BebéJoaco💗' en la pantalla del celular de el otro.

Le indicó que pusiera el altavoz para escucharlo, y el otro lo hizo. Sonrió al escuchar a Joaquín.

—¿Hola?

—Emilio, ¿Tienes algo que hacer hoy? —Joaquín sólo llevó sus manos a su rostro al hablar tan bajito con él y sabía que era por el nerviosismo. Sabía que estaba con Mario, sabía y hasta podía jurar qué tal vez hasta estaban besándose antes de llamarlo.

—Hum, sólo estoy con Mario.

—Ah, entiendo, entiendo... ¿No quieres venir? Si quieres también invita a Mario, es sólo que mamá hizo un postre delicioso y quiero que lo pruebes.

—Deja preguntó a Mario. —Lo miró, y el otro negando, susurrando un 'Ve por él, tigre'. —Mario no vendrá, pero yo iré, llego en unos minutos.

Se despidió de el otro con un abrazo, y salió de la casa manejando a la casa de el otro, que sorpresivamente estaba relativamente cerca a la casa de el menor. Sonrió en cuanto bajó de su carro y se encontró a el pelinegro fuera de su casa, viéndolo sonriente. Sólo se acercó a él y lo abrazó.

—Hola. —Se acurrucó en su hombro, inhalando su olor, y realmente se sintió cómodo. Su olor a su labial de sandía, era Joaquín. Suspiró, abrazándolo más fuerte.

—Hola, ¿Manejaste con cuidado? —Dijo acariciando su espalda, y Emilio asintió en el mismo lugar, y el castaño sólo lo vio, sonriendo.

—Tengo que decirte algo, Joaco. —Y el otro asintió, y después pasaron a la casa. Elena lo recibió al instante, haciendo a el otro reír, igual Alberto.

—¡Hicimos este postre sólo para ti! —Bromeó el hombre, sonriendo, y después acercó a los menores a la mesa para ver el pastel.

Emilio sólo sonrió feliz, viendo el alimento y oliéndolo.

Su parte favorita de estar en la casa de los Bondoni era que le hacían sentir un miembro más de la familia, y no sabía si era algo de los Bondoni porque justo ese día que conoció al padre de Mario había sido una de las escenas más incómodas de su corta vida.

Vio a Joaquín.

—Conocí al papá de Mario. —El nombre pareció tensar a los Bondoni, que lo vieron mientras dejaban de comer el postre. —Era un hombre tan alto que casi topaba con la pared, realmente alto.

—¿Y quién es Mario? Joaco nos habló un poco de él... —Preguntó la mujer, viéndolo fijamente. Emilio no tardó en responder.

—Es un alumno nuevo y también amigo nuevo, es muy amable y cool, nos tocó en el mismo taller. —Dijo para después meter un gran trozo de pastel en su boca, comenzando a masticar para evitar más preguntas, y los adultos entendieron esto.

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La Iris que no se llama Iris, les ama. ♡

Diet Of Sex || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora