Todos necesitamos a alguien

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Capítulo 60

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Todos necesitamos a alguien que nos cuide, aunque nosotros podamos cuidarnos solos
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Chloe había podido descubrir un poco más de Mortem, algunos datos eran inventados por el mismo pero ahora tenía una amiga, aunque le recordaba a Lyn era muy diferente a ella. A veces intentaba evitarla pero era bastante difícil.

Iba camino al bosque cuando se encontró con ella en la entrada

—¿A dónde vas?

—Tengo que ir a un lugar...

—Siempre sales a la misma hora ¿necesitas ayuda con algo?

—No gracias

—Hey, somos amigo ¿recuerdas? puedes tenerme confianza

—Estoy bien —a veces su insistencia lo ponía de mal humor

—Bien, nos vemos luego.

Mortem continuó su camino y despus de unos minutos de repente se desvió caminaba rápidamente por una calle distinta, era como un laberinto de locales y casas, se detuvo abruptamente cerca de un callejón y sin mirar atrás dijo

—Deja de seguirme Chloe...

—¿A dónde vas?

—No te importa

—Claro que me importa, eres mi amigo, quiero saber que es lo qué haces, adonde vas y si estás bien, se muy poco sobre ti y...

—Déjame en paz por favor, estoy bien, tengo cosas que hacer es todo

—No me mientas, no es cierto, te conozco y se que algo te pasa...

—NO, tú no me conoces en absoluto, no sabes quién soy y no eres mi amiga —respondió molesto—. Estoy harto de ti y de todo esto

—Solo intento ayudarte

—Escúchame Chloe, aprecio que intentes hacer que cambie y que te preocupes por mi, pero no te lo pedí y no lo quiero, estoy muy bien así; ahora...solo regresas a casa y déjame solo

—Yo...

—Vete Chloe

Seguro de que ya nadie lo seguía volvió a emprender su camino hacia el bosque, un tanto frustrado y enojado se recostó contra el tronco del gran roble y cerró los ojos, el otoño estaba por llegar, el viento fresco sopló y tocó su rostro como una delicada caricia y entre el canto de las aves, los insectos y la suave canción que las ramas de los árboles tocaban Mortem escuchó la risa de Lyn, tan clara, como si ella estuviera ahí, abrió los ojos con delicadeza, las hojas que revoloteaban con el viento se asemejaban a su figura cuando saltaba y bailaba por el bosque, de repente le pareció ver como si alguien corriera entre los árboles y siguiendo un impulso corrió tras ella, pero fue en vano, no había nadie ahí, confundido y cansado se sentó en el suelo y no pudo evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos

—¡Lyn! ¡Lyn! —gritó repetidas veces, era un grito desgarrador, lleno de angustia, tristeza, anhelo y un sinfín de emisiones que se hacían presentes en su voz

Una vez que se tranquilizó acudió a su viejo hábito de ir a un bar y beber hasta que olvidara que tenía el corazón roto.

Era de madrugada cundo volvió a casa, había bebido mucho y apenas podía mantenerse en pie, de manera extraordinaria logró subir por las escaleras hasta su apartamento, pero una vez ahí se desplomó contra la puerta antes de poder entrar.

La Muerte También Puede Amar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora