˗ˏˋ 𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐃𝐢𝐞𝐜𝐢𝐬𝐞́𝐢𝐬 ˎˊ˗

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No se separaron durante toda la noche.

Era un momento muy pacífico para ambos, pues, en aquella habitación tan sólo lograba escucharse el ligero y suave sonido que provocaban sus respiraciones.
Abrazados mutuamente, sin preocuparle a ninguno de los dos aquello. Aunque, en verdad, el italiano era el único que estaba consciente de la situación. España tan sólo lo abrazaba, creyendo quizás, que era una almohada o parte de aquel sueño que estaba teniendo.

Las horas continuaban pasando, hasta que el primer reflejo de la luz solar que entraba por la rendija de las persianas pegó contra sus rostros. Gracias a aquello se lograban ver las partículas de pelusas y piel muerta que rondaban en la habitación. En este caso y por primera vez, el primero que abrió sus ojos fue el de habla española. Con lentitud, pues apenas podía separarlos por el sueño que aún tenía. Estaba demasiado cómodo, sólo deseaba seguir allí dormido, abrazado a algo que aún no sabía qué era, disfrutando del calor que eso le otorgaba y sintiendo como su nariz rozaba con algo suave pero que a su vez le daba una leve comezón.

──Mmh...──masculló por lo bajo, bostezando de igual manera. Se aferró más a lo que se abrazaba, logrando sentir como se estrujaba una piel entre sus dedos. Eso lo hizo despertar un poco más rápido, viendo al frente. Veía un cabello rojizo, y una piel clara. Parpadeó un par de veces, bajando un poco más su vista, notando que habían unos hombros algo descubiertos y unos brazos de diferente color. Viendo ahora hacia donde sus manos estaban, ¿Era acaso eso un cuerpo?

Y de pronto, entró en razón.

Se achicó en su lugar, sintiendo como sus mejillas se coloraban con fiereza, incluso le ardían de cierta forma. Frente a él se encontraba el tan codiciado italiano, durmiendo plácidamente sin siquiera enterarse de lo que estaba pasando. Su corazón comenzó a latir rápidamente, aquello que estaba tocando era la piel del estómago del reino italiano, su mano estaba metida bajo aquella lencería de pijama que se había colocado la noche anterior.

Abrió sus ojos más en grande cuando Reino Italia se removió en su lugar, haciendo que sus glúteos chocaran, accidentalmente, con su entrepierna. España no podía reaccionar a todo lo que estaba sucediendo, ¿En qué momento habían llegado a esa posición? Cerró sus ojos lentamente, suspirando suave. Moviendo con dulzura sus manos, disfrutando de como se sentía la agradable piel del italiano. No iba a pasar a nada más de aquello, no era un pervertido ni mucho menos. Pero, el simple hecho de poder acariciar de aquella manera tan íntima la delicada piel del italiano... Provocaba algo en él.

Suspiró.

Dejó que sus parpados cayeran lentamente, hasta que ya no veía nada más que colores oscuros. Su audición se centraba únicamente en escuchar sus suaves latidos y la leve respiración que el italiano dejaba salir con sus labios entreabiertos. Era el momento más pacífico que había tenido en años, quizás hasta siglos si lo pensaba bien.
Se acurrucó más en el cuerpo del de mayor edad, resfregando con ligereza su rostro sobre la espalda de éste. Fue inevitable que una sonrisa apareciera en su rostro, mientras más abrazaba al contrario y más lo apachurraba entre sus brazos.

Los minutos continuaban pasando. El español era consciente de que ya debían levantarse para tomar sus cosas y partir rumbo al territorio coreano, pero, la necesidad de seguir en esa situación era mucho mayor.──Mm...──se logró escuchar de pronto un bostezo por parte del italiano, aparentemente estaba despertando. Abriendo sus ojos lentamente, tratando de entrar en una rápida conciencia sobre la situación. Veía una pared, algo borroso debido a las ligeras lágrimas por sueño que se acumulaban en sus ojos.

─¿Qué...?──susurró con la voz apagada, removiendose en su lugar. Trató de cambiar de posición, notando rápidamente que había alguien que se estaba aferrando a él. Vio hacia abajo, ¡Lo recordaba! Era la mano del español, en la noche lo había abrazado. Sonrió dulce, posando una vez más sus manos sobre las de él, acariciando estas suavemente con sus dedos pulgares. La piel del español era tan suave, parecía un dulce osito de felpa.

𝐀𝐠𝐠𝐢𝐮𝐬𝐭𝐚𝐦𝐢  ᯽ EspañaxItaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora