𝐀𝐠𝐠𝐢𝐮𝐬𝐭𝐚𝐦𝐢 ᯽ EspañaxItalia

˗ˏˋ 𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨 ˎˊ˗

Reino Italia despertó como todas las mañanas, mirando fijo el techo sin ningún pensamiento por su mente. Vio a un costado, el sol ya se reflejaba por la persiana, y por la pesadez del ambiente podía sentir que aún lloviznaba un poco. Siempre le había molestado la humedad, sus cabellos se volvían locos y no sentía ganas de hacer nada. Miró hacia abajo con lentitud, allí yacía España durmiendo con tranquilidad sobre su pecho, abrazándolo y acurrucándose en él.

España. El italiano todavía no entraba en razón de que España había regresado. Lo abrazó con cuidado de no dañarlo, acariciándose el rostro contra sus cabellos. Pasó su delgada mano por los brazos heridos del español, repartiéndole besitos en la cabeza mientras siente sus ojos llenarse de lágrimas, que para ese punto no estaba seguro de si eran de felicidad o de tristeza.──Reino...──logró escuchar por lo bajo, cosa que lo sacó de sus pensamientos nulos. La voz de España sonaba aún algo rasposa, señal de deshidratación o fuerza extrema ejercida por sus cuerdas vocales.

──España... Perdón, no quería despertarte.──ambos hablaban en voz baja, pues no se escuchaba nada más que sus voces y un ligero viento fuera que silbaba.──¿Cómo te sientes? ¿Quieres que te prepare algo para comer? ¿Una ducha?──el español negó con la cabeza, sin mirarlo al rostro. Al tricolor lo ponía muy mal ver a España así, sin habla. No le había dicho nada desde que llegó, sólo que quería dormir, y dormir, y dormir... Eternamente, de ser posible.

Aceptó su condición de silencio, manteniéndose bien pegado a él.──Reino... Puedo... ¿puedo pedirte un favor?──cuestionó España tras unos largos minutos, haciendo que el italiano lo miré una vez más y asienta sin dudarlo.──Claro que sí, puedes pedirme lo que quieras, corazón...──no se dio cuenta del apodo que dijo sin pensar, pero que hizo retumbar todos los sentidos del español.──Puedes... ¿cantarme una canción?

Reino Italia parpadeó varias veces, incrédulo. Esperaba que quizás le pidiera otra sábana o algo de beber, pero, eso lo sacó de sus casillas.──¿Cantarte? ¿Por qué?──cuestionó con duda, pero España no respondió. Se dio cuenta que no quería darle explicaciones, y también aceptó eso. Era un paso muy grande para él abrir sus carnosos (y ahora secos) labios para pedirle algo como eso. Suspiró entrecortado, aferrándose más a España con cariño.

──Se tu sei vicino a me... Sognando insieme a te, la vita è tutta rosa...──inició, acariciando con su voz los oídos del español que se removió en su lugar apenas lo escuchó cantar.──È una musica d'amor... Che sento in fondo al cuor... Nell'aria e in ogni cosa...──la voz del italiano era tan hermosa que lograba calmarlo en segundos. Lo tranquilizaba, y le hacía sentir que todo iba a estar bien a pesar de que su mente le dijera lo contrario.

Porque su mente y su corazón no concordaban. España estaba resignado a vivir así. Creía ser totalmente consciente de que nunca iba a tener una oportunidad con el italiano, y que además había perdido toda la confianza que éste alguna vez le había podido tener. Pero aceptaba sus sentimientos con él. Había aceptado vivir con esos sentimientos románticos a pesar de tener en cuenta que no pasarían de una ilusión, de un sueño que se refleja cada vez que cierra sus ojos, porque esa visión siempre está ahí, y aprendió a amarla por más que le doliera.

"Es algo repetitivo a este punto. Pero me encanta pensar en ti, más cuando es involuntario. Cuando despierto consciente de que soñé contigo. O como cuando estoy pensando en cualquier otra cosa y tu imagen se viene a mi mente.

Italia... Me gustas mucho, supongo. Sé que es porque eres el único en tratarme así. El primero y último. Pero como no me va a pasar algo así otra vez, solo me resigno a mantenerme a tu lado... El tiempo que pueda, al menos."