𝐀𝐠𝐠𝐢𝐮𝐬𝐭𝐚𝐦𝐢 ᯽ EspañaxItalia

˗ˏˋ 𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐎𝐧𝐜𝐞 ˎˊ˗

Pocos días pasaron luego de aquel problema en la reunión mensual. El reino italiano aún tenía la nariz dañada, roja, sin embargo estaba mucho mejor gracias a los cuidados que el español le daba a cada rato. Se notaba su entusiasmo por ayudarlo, por curarlo. Lo hacia con tanta dedicación y hasta me atrevería a decir cariño.

El italiano sonrió ante ese pensamiento. Le parecía absurdo, en verdad. ¿Por qué lo trataría bien? Luego de todo lo que hizo y sigue haciendo, ¿Cuál es su razón para ser amigable?

Muchas veces, y como es de naturaleza humana, sabemos cuando alguien gusta de otro pero no cuando alguien gusta de nosotros. Algo así le pasa al tricolor en estos momentos. Es tan incoherente, sí él fue el que le enseñó a amar al imperio japonés.

Estaba sentado frente a la mesa, jugando con un vaso de vidrio del cual bebía anteriormente. Lo movía de una mano a otra, estas estaban cercas así que no iba a romperse. Comenzó a pensar en Francia. Observó el vaso deteniendo sus movimientos, tomandolo entre sus manos y haciendo ruido sobre este con sus uñas.

──(Creo que no tendría que haber dicho eso...)──pensó profundamente. Recordaba todo. Los gritos de dolor del francés, sus suplicas, las tácticas que les reveló solo por un poco de tranquilidad en su tan dañado cuerpo. Apoyó su mejilla sobre su puño, jugando con su dedo índice y el vaso, dando vueltas en su circunferencia superior. Estaba realmente fuera de sí mismo.

El vaso cayó de costado, pero no se rompió. Reino Italia cubrió su rostro entre sus manos, su cabeza había comenzado a doler.──(Maldita sea... Todo tendría que haber salido bien...)──soltó un suspiro casi entrecortado. Pensaba en varias cosas de lo vivido hasta el momento, especialmente en la guerra. Un estruendo lo sacó de sus pensamintos, el vaso había rodado hasta caer al suelo y desplomarse en varias partes.

Se asustó y quitó las manos de su rostro, observando el desastre que había quedado.──¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Qué ha pasado?!──el español bajó rápidamente las escaleras apenas escuchó el ruido. Se estaba secando luego de salir de la ducha, sin embargo y al escuchar el estruendo de algo de vidrio romperse, se puso la camisa y pantalón rápido y bajó corriendo las escaleras.

El italiano lo observó cuando este bajo.──S-se me cayó un vaso... Discúlpame, ya lo levanto.──se levantó moviendo la silla hacia atrás para así poder arrodillarse en el suelo.──¡No, no! ¡Déjame a mi!──se acercó el español, sin dejarlo agacharse.──pero-

──¡Yo lo hago!──lo interrumpió. Reino Italia asintió moviendose a un costado. España comenzó a juntar los fragmentos del vaso con cuidado para no dañarse. Se levantó y lo fue a tirar al tacho de basura. El italiano observaba todos sus movimientos, pero lo que más captó su atención fue como el torso levemente marcado del bicolor era resaltado por la camisa pegada a su cuerpo al estar este aún húmedo. De su cabello también caían gotas de agua, no se había secado nada.

──Ya está. Tú no te preocupes por el vaso, lo importante ahora es, ¿Tú estás bien?──se acercó un poco a él. El italiano aún le observaba el torso, bajando poco a poco hasta su entrepierna.──Estoy bien.──pronunció sin más. Se acercó hacia él, cada vez más, haciendo retroceder al español quien ya no pudo escapar al chocar con la pared, siendo acorralado por el italiano.──¿R-Re-Re-Reino I-I-Italia?──tartamudeó el español al ver al reino tan cerca de su rostro, podía sentir su respiración. Su rostro se tornó se rojo, más al sentir como este dirigió su mano a su entrepierna. Lo que hizo fue subir el cierre de su pantalón y abrocharlo, ya que con tanta prisa de bajar las escaleras, no lo acomodó bien y acabó desabrochandose nuevamente.

El italiano estaba tan cerca de su rostro, y él completamente shockeado, rojo, con sus ojos cual platos. No podía creer lo que estaba sucediendo.──Ve a secarte, España. No vaya a ser que te resfries.──pasó ambas palmas de sus manos por la cadera y cintura del español, acariciando con su pulgar su abdomen húmedo y remarcado. Acarició el rostro del español, pasando su pulgar ahora por su labio inferior. Le dio una pequeña sonrisa soltando unos golpecitos leves en su mejilla derecha, para luego retirarse subiendo las escaleras.