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Tom se encontraba demasiado extrañado con la actitud de la chica sin embargo no dijo nada.
-Ahora es cuando me preguntas que por qué no me he molestado ni te he arrancado los ojos.- siguió diciendo la chica.

El azabache rodó los ojos.
-Por qué?- preguntó igualmente.
-Por qué como dices tu... es un estúpido collar. Lo que pasa es que me gusta amenazarte y verte con miedo. Es divertido.- respondió ella sin más.

El azabache suspiró hondo mientras apartaba su vista de ella. No estaba enfadado. Todo lo contrario de hecho.
-Así que en verdad te gusta estar conmigo.- soltó este consiguiendo que ella solo riera.

-Puede que me haya acostumbrado a tu mal humor.- reconoció ella.- No me malinterpretes, al principio estaba muy molesta. Ese collar siempre ha estado conmigo, mi padre... ya sabes.

Tom la observó unos segundos, después de eso con su varita pronunció "accio malaquita" atrayendo unos trozos de piedras de las profundidades del lago.

Daila frunció el ceño al verlo crear un colgante con aquel mineral color verde turquesa tan precioso e hipnotizante. En su mente solo estaba la palabra hermoso para aquella joya.

El azabache se levantó y se colocó detrás de ella, pasando la cuerda del collar que acababa de crear por su cuello, colocándoselo y finalmente atándolo.

Al volverse a sentar a su lado, la chica solo miraba su nuevo collar con admiración y delicadeza como si se fuera a romper.
-La malaquita siempre ha sido mi mineral preferido. Te sienta bien.- le dijo este sin darle mucha importancia.

-Tomaré esto como una disculpa por ser un perdedor y no poder devolverme mi collar... gracias.- le dijo ella bromeando haciendo que este solo mirara a otro lado intentando no sonreír.

Claramente lo hizo, Tom volvió a sonreír pensando lo mucho que odiaba a la chica en esos momentos, aunque en verdad... en el fondo sabía que no era así.

Pero como sabrían ellos que Dumbledore se encontraba observándolos en ese momento?

Obviamente el director había notado algo diferente en el chico y decidió seguirlo hasta dar con la supuesta chica que se encontraba a su lado en ese momento, consiguiendo sacarle una sonrisa que nadie en Hogwarts había conseguido sacar de él.

Antes de que ambos chicos decidieran irse de allí, Daila notó como el señor los miraba fijamente. Frunció el ceño y no le tomó mucha importancia.
-Entonces... aún quieres retenerme contigo?- preguntó ella mirando como el azabache caminaba delante de ella.

Tom la miró de reojo.
-Retenerte? Vamos, te mueres de ganas de quedarte conmigo.- dijo este haciendo que ella solo rodara los ojos.

Ambos llegaron a lo que parecía una mansión demasiado grande y vieja. Era oscura y sombría pero a Daila le transmitía demasiada tranquilidad.
-Que hacemos aquí? Otra amiga tuya?- preguntó ella mientras entraban como si fuera su casa.

-Cállate.- le exigió este mientras se dirigía a comprobar que no. hubiera nadie.- Si ves a alguien... mátalo.
-Como? No tengo nada...- dijo ella recordando que había dejado sus armas en la casa pintoresca de la señora grosera.

-Entonces... quédate detrás de mi en todo momento.- le pidió este.
-Eso no me tranquiliza.- le recordó ella.

Pero fue demasiado tarde cuando apareció cuando dos sombras robustas y corpulentas los atraparon, quitándole la varita a Tom.
-Llamar a las autoridades! Estos ladrones irán a Azkaban!- dijo uno de los hombres que habitaban ahí.

-Tom...- empezó a decir ella viendo como el chico no tenía ningún plan en mente.

Por que todo les salía mal? El azabache solo quería gritar en ese momento de rabia y furia.
-Grita.- dijo de repente.- Vamos Daila, grita.

Ambos se encontraban atados de manos y siendo apuntados por los hombres que al parecer estaban teniendo una reunión de lo más importante, ya que iban vestidos formales.
-Qué?- preguntó ella.- No puedo.
-Daila, solo grita.- volvió a insistir este.

La chica rodó los ojos y suspiro antes de gritar como nunca. Gritó con tantas fuerza y tan fuerte que las ventanas que habían detrás de los hombres se rompieron seguido de empujarlos hacia atrás.

Eso dio tiempo a Tom a tomar una varita y poder atacarlos con éxito, dejándolos libre de peligro.

O al menos eso creyeron pues el sonido de las escaleras se hizo presente entre ellos.
-Mamá?- preguntó la voz de un niño bajando mientras se frotaba los ojos.

-Que está pasando?- preguntó la voz de una mujer entrando y viendo lo que acababa de pasar.- Oh cielos, no, no...- empezó a decir mientras veía ahora como su marido se encontraba muerto.

Tom quien tenía intención de acabar con ellos los apuntó, al niño que lloraba y a la mujer que pedía por piedad.
-No! No espera!- gritó Daila interponiéndose.
-Que crees que haces?- le preguntó este.- Apártate para que pueda matarlos.

Daila miró a la mujer para después mirar al niño de unos nueve años.
-Véte ahora mismo de aquí y como digas una sola palabra... te encontraré a ti y a tu hijo y os mataré a ambos. Vamos, vete!- le dijo haciendo que la mujer asintiera mientras pronunciaba un "gracias, gracias." y finalmente se iban de allí corriendo.

Tom rodó los ojos.
-Acabas de dejar vivir a esas personas? Que ha pasado con la Daila que mata a la gente sin sentimientos?- le preguntó mientras escondía los cuerpos de los hombres en otro sitio con ayuda de su varita.

-Oh cállate, imagina que es tu hijo.- le dijo ella mientras se cruzaba de brazos.- El niño es inocente... y ese niño necesita a su madre. De todos modos por que los ha matado?- dijo refiriéndose a los hombres.

El azabache recogió las varitas que habían en el suelo y miró a la chica quien aún no entendía nada.
-Tendremos que vivir en algún sitio verdad?- le preguntó mientras le entregaba una.

-Me estás dando un varita? Yo no se hacer magia.- le dijo ella mientras la tomaba con algo de inseguridad.
-Te enseñaré, al igual que te enseñaré a controlar tu poder.- le dijo muy seguro de si mismo.

Dila por otra parte solo sonrió.
-Tu... me enseñarás a mi? Eres muy gracioso.- le dijo ella sin poder creérselo.

Tom decidió ignorarla y empezó a subir las escaleras. Estaba demasiado cansado.
-Hablamos mañana. Busca una habitación y duerme.- le dijo mientras subía escalón por escalón.

Daila miró su varita para después mirar su collar. Suspiró hondo antes de empezar a subir también las escaleras para buscar una habitación libre en la que poder dormir... en paz de nuevo.

Aunque su cabeza jugaba malas pasadas. Las palabras que había dicho Tom de ella... no podía olvidarse de ellas.

"Que ha pasado con la Daila que mata a gente sin sentimientos?"

Por qué se sentía mal?

our perfect crime (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora