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-Mamá, que es ese humo negro en el cielo?- preguntó un niño que se entretenía jugando con su juguete preferido.
La mujer frunció el ceño y se preocupó al pensar que sería una tormenta y probablemente llovería. -Creo que será mejor que entres a casa cariño.- le advirtió ella con una sonrisa tranquila.
Claro, una tormenta... todos pensaban en positivo cuando veían aquella sombra negra enorme pintándose en el cielo.
Quien diría que eran centenares de personas con máscaras, tapándoles la cara para no revelar su identidad, transportándose?
Cuando la mujer vio como esas. unes negras se convertían en personas, se empezó a asustar. -Hijo, corre, corre!- empezó a gritarle.
Antes de que pudieran salir con vida, los mortífagos ya los habían derribado a ambos. -Mis señores, cada vez faltan menos, les pediríamos que nos dejen expandir la zona para asegurarnos que esas sangres sucias desaparecen al fin.- mencionó el Sr.Lestrange.
Tom miró a Daila quien tenía la cabeza baja, decidió no decirle nada. -Tenéis permiso, recordad, solo sangres sucias.- les dijo a lo que todos sus seguidores asintieron para desvanecerse y empezar a buscar hijos de muggles.
-Cuál es el problema?- le preguntó después de un rato el azabache mirándola de reojo.
Daila suspiró y se quitó la máscara de la cara. -No lo sé, no pensé que esto fuera tan radical...- empezó a decir algo insegura.
Tom negó. -Estás cansada, lo entiendo, ayer casi mueres por... he perdido la cuenta de las veces que casi mueres pero eso da igual. Lo importante es que ahora, nuestro ejército está creciendo y haciéndose más fuerte que nunca.- le mencionó intentando animarla.
La chica miró a otro lado con una pequeña sonrisa. No por el ejército... -Acabas de decir nuestro?- preguntó ella ahora con una mirada divertida.
El azabache se acercó a ella y se quitó la máscara, seguido de darle un beso en los labios. -Claro que es nuestro, ahora... ponte la máscara.- le susurró en cuanto se separaron.
Ambos se colocaron la máscara y desaparecieron juntos para ir con todos sus seguidores. Tiempo después, para concretar unas horas más tarde, la orden estaba en el mismo sitio que ellos.
-Mierda, ya están llegando.- anunció Laurentia preocupada, viendo los cuerpos, de la mujer y el niño.
-Pero... solo a los hijos de muggles.- siguió añadiendo Elphias girando a ver a Emmeline quien estaba algo asustada. -Entonces, por que han matado al chico?- intentó cambiar de tema ella.
Caradoc se acercó a niño y le tomó el pulso. -No está muerto. No lo han matado, está inconsciente.- dijo mientras lo tomaba en brazos con cuidado y miraba a los demás con preocupación.
Elphias miró al niño de unos dos años como mucho y frunció el ceño. -Y su padre? No podemos llevarnos al niño sin más.- mencionó este ahora buscando al señor con la mirada.
-Si no está aquí a lo mejor debe estar trabajando.- sugirió Edgar. -Y si lo han matado en su trabajo y nunca vuelve? Debemos hacernos cargo de él, al menos cuidarlo hasta que todo se tranquilice.- mencionó Caradoc.
Elphias se aproximó al cuerpo de la madre y sacó lo que parecía la billetera, claramente muggle de su bolsillo. -Hope Lupin de soltera Howell, muggle.- dijo este leyendo su carnet.
-Lupin... como Lyall Lupin?- preguntó Sturgis. -Ese mismo...- dijo Elphias enseñándoles una foto donde estaban los tres abrazados, juntos.
-Joder esto es muy triste.- mencionó Dedalus apartando la vista para evitar llorar en ese momento. -Por eso, debemos acabar con ellos.- tenemos que evitar que más familias como la de este pequeño y su padre acaben destrozadas.
Todos estaban en silencio y nadie sabía que decir al respecto. La mayoría miraba al pequeño quien seguía vivo, pero inconsciente. -Me estoy hartando de esto, por que Dumbledore no los detuvo cuando pudo?- preguntó Laurentia sin entenderlo.
-Lauren... sabes que el profesor lo tienen todo controlado.- mencionó Edgar. -No! No lo tiene! Si no ya habría acabado con esos capullos de una vez por todas.- añadió Dedalus también poniéndose de parte de la morena.
-No podemos hacer nada al respecto! No hasta que Dumbledore nos lo diga.- lo interrumpió Emmeline. -Te das cuenta de que eres la que está en más peligro ahora mismo!?- le dijo Caradoc intentando no gritar.
-Eso me da igual, yo confío en Dumbledore y se que él hará lo correcto. Si nos dice que nos apartemos, entonces lo haré.- dijo ella cruzándose de brazos.
Elphias miraba a Sturgis quien parecía estar apartado de todo. Cuando se acercó a este, el chico le enseñó una chaqueta pequeña. -Su nombre es Remus.- le dijo este enseñándole el nombre bordado en ella prenda.
-Que opinas de todo esto? Crees que merezca la pena desobedecer las órdenes de Dumbledore?- le preguntó el chico a lo que Sturgis sonrió. -Corazón, cuando hemos seguido las normas alguna vez?- preguntó este mirándolo de manera divertida.
Elphias miró a otro lado sonrojado. -Exactamente por eso, debemos tomar justicia por nuestra cuenta.- dijo con una sonrisa ahora con intención de ir con sus compañeros.- Por cierto, eres adorable cuando te quedas sin palabras.- le susurró antes de dejarlo atrás.
Sturgis se acercó al círculo de sus compañeros quienes discutían y le puso la pequeña chaqueta de abrigo al pequeño Remus quien empezó a moverse.
Todos estuvieron atentos al pequeño hasta que abrió sus ojos algo fuera de si. Quienes eran esa gente? Donde estaba su madre y su padre? -Remus?- le preguntó Sturgis a lo que el pequeño no dijo nada, solo asintió.
-No va a hablarte, acaba de verte en toda su corta vida y crees que va a responderte?- le preguntó Elphias ahora a su lado.
Remus señaló al que acababa de hablar, queriendo ir con el haciendo que todos se aguantaran una risa tierna. -Creo que quiere que lo sujetes tú.- le dijo Caradoc entregándole al niño.
Elphias tomó en brazos al pequeño Remus y este se sintió más cómodo. -Hasta os parecéis...- mencionó Laurentia.
Todos parecían olvidarse por momentos de la situación, sin meanergo ha aria alguien quien no había parado de dar vueltas al tema.
-Chicos.- interrumpió Sturgis llamando la atención.- Creo que se me ha ocurrido un plan para acabar finalmente con Daila Russo.
