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Daila miró que cada vez se acercaban más a la montaña donde el pueblo del que su padre le había hablado tanto estaba ahí.

Se dijo a sí misma que tenía que seguir. Cada día quedaba menos. Un paso menos para poder ser libre.
-Estás segura?- le preguntó la voz de Tom de repente haciendo que ella rodara los ojos.

-Oh cállate.- le dijo ella, sin embargo, su tono de voz no era el mismo de siempre. No sonaba tan fría ni distante.
-A mi nadie me calla, y menos tú.- dijo este mientras la seguía con las manos en los bolsillos.

-Lo haría si quisiese.- respondió ella con tono indiferente, haciendo que el chico tragara hondo. A que se refería con eso?

No dijo nada y la siguió como al principio, supuestamente más cerca de la diadema. Exacto, aún no se olvidaba de los horrocruxes y su misión de acabar con todos los sangres sucias.

-Que piensas?- le preguntó ella de repente.
-No es de tu incumbencia, dudo que lo entiendas.- respondió este haciendo que ella rodara los ojos.

Cuando Daila vio el hermoso y enorme lago delante de sus ojos, sonrió orgullosa mientras empezaba a caminar hacia allí cada vez más rápido.

Recordaba las palabras de su padre, diciéndole "cuando llegas al lago, sabes que casi has llegado a tu destino." cielos, no podía creer que lo hubiera conseguido.

Tom por otro lado no quiso apresurar el paso, sin embargo tampoco quería quedarse solo. Estaba perdido sin la chica, al menos, hasta que tuviera su varita.

Frunció el ceño al verla quitarse las botas y mojarse los pies. Solo perdía el tiempo.
-Podemos irnos? No me gusta este lugar. Muy luminoso.- dijo mirando como el sol daba en pleno, provocando que el agua fuera más cristalina.

-No te parece hermoso?- preguntó ella admirando el paisaje.

El chico se cruzó de brazos mientras miraba como ella se refrescaba la cara. Si era verdad, el paisaje le transmitía tranquilidad pero no iba a decirlo sin más.

Inconscientemente, empezó a cerrar los ojos, sintiendo una pequeña brisa rozarle la cara. Era agradable tener silencio de vez en cuando.

Pero claro, eso no iba a durar mucho con Daila quien salpicó al chico, mojando su ropa. Tom abrió los ojos encontrándose con la sonrisa de la chica delante de él.

Esa sonrisa...
-Que crees que haces?- preguntó mientras se sacaba las prendas de arriba, quedándose en una simple camisa ya que estás estaban más que mojadas, estaban empapadas.

Al ver que no había respuesta, el azabache volvió a mirar a Daila quien ahora también lo miraba embobada. Estaba paralizada.

"Cielos." era el único pensamiento que tenía la chica, haciendo rodar los ojos de Tom quien empezó a acercar a ella hasta quedar a una distancia prometedora.
-Sorprendida?- le preguntó en un susurro.

Daila no respondió ya que el chico la empujó, haciendo que esta se cayera hacia atrás, sumergiéndose completamente.
-Oh cielos! Tom Riddle! Solo te he salpicado, ahora tendré que... ahg te odio!- le gritó ella saliendo completamente mojada del lago.

Pero no se daba cuenta, de que en realidad el azabache no había dejado de mirarla en ningún momento.
-Tendrás que sacarte la ropa.- le dijo este haciendo que ella abriera los ojos sorprendida.

-Y tú te darás la vuelta y me dejarás tu.... chaqueta.- dijo refiriéndose a la que se acababa de sacar.
-También está mojada.- respondió este ahora colocando sus manos en sus bolsillos.

Daila bufó frustrada mientras pensaba algo.
-Bien, quítate la camisa.- le pidió algo incomoda a lo que el chico solo sonrió.
-Y que te hace pensar que me voy a quitar mi camisa para dártela a ti.- le dijo este con la mayor tranquilidad.

Si, puede que hubiera sol pero también había humedad. Si no se quitaba la ropa mojada probablemente se resfriaría.

La chica suspiró sin más ideas factibles.
-Esto no hubiera pasado si no me hubieras empujado.- murmuró algo molesta.
-No haberme salpicado.- le dijo este en la misma postura.

-Eres realmente odioso.- dijo ella ahora perdiendo los nervios que le quedaban.
-No pensabas eso cuando me he quitado la chaqueta.- contratado este mirándola fijamente.

Daila quería estrangularlo. En serio quería pero simplemente no podía.
-Eso no viene al tema.- intentó excusarse ella.

Tom trataba de no sonreír. Sin duda la chica tenía tanto orgullo como él.
-Si tal vez... me suplicaras...- sugirió mirándola como intentaba permanecer tranquila.

-Disculpa? Quien te crees que soy? Te he salvado el culo más de cinco veces y no me has agradecido ninguna vez por eso, te estoy pidiendo un único favor y te niegas?- empezó a decir ella ahora de forma agresiva mientras se acercaba al chico.

Tom se sorprendió. Si, lo hizo pero no lo iba a admitir. Disfrutaba viendo como ella perdía los estribos.
-Me estás escuchando!? Ahora mismo te sacarás la camisa y te darás la vuelta mientras yo me cambio si no quieres que te estrangule mientras te ahogo con mis propias manos en el lago!- le exigió mientras con su dedo lo señalaba.

Que dominante... pensó. Sin decir ninguna palabra empezó a desabotonar botón por botón de su camisa blanca mientras sentía la mirada de Daila sobre él.

-Bien, ahora... date la vuelta.- le dijo a lo que Tom rodó los ojos mientras se giraba, dándole su espalda.
-Date prisa.- le dijo este.

La chica se apresuró, quitándose las prendas más mojadas, quedándose en sujetador y lo que venían a ser unas mayas que llevaba debajo de los pantalones.

Solo faltaba ponerse la camisa que por algún motivo... le causaba nervios. Claramente olía al azabache además de irle más grande.
-Puedes darte la vuelta.- le dijo ella mientras recogía su ropa y la colocaba estirada en el suelo para que se secara más rápido.

Sentía la mirada del chico encima de ella y le ponía más nerviosa aún, además, el no tenía nada puesto. Solo unos pantalones que le quedaban genial.

Y suerte para ella que Tom estuviera admirándola como un completo idiota para leerle los pensamientos.
-Y ahora que?- preguntó ella mirándolo finalmente.

-Nada.- dijo este mientras miraba su su chaqueta se había secado por completo.
-Bien, por que hoy nos quedamos a dormir aquí.- mencionó ella mientras miraba el terreno.- Tendremos que esperar a que la ropa se seque.

-Bien.- aceptó este sin dejar de mirarla.
-Bien.- repitió ella mirándolo con una pequeña sonrisa burlona.

-Es que no puedes callarte? Siempre tienes que tener la ultima palabra?- le preguntó este enfrentándola a lo que ella solo soltó una carcajada.
-Con todo lo que hemos pasado no has aprendido nada de mi?- le contestó ella.

A Tom se le escapó una pequeña sonrisa entre sus labios. Claro que había aprendido algo de Daila, que por ejemplo... se veía demasiado atractiva con su camisa puesta.

our perfect crime (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora