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-No, no se te ocurra hacer eso.- le dijo Tom quien era sujetado por Dedalus y Caradoc.

-Vamos, es la única opción que te queda. Que harás? Salvar a Voldemort o salvarte a ti?- preguntó Laurentia también apuntándola al lado de Elphias.

Daila se quitó la capa que llevaba encima, teniendo más movilidad. Y también dejando ver su marca tenebrosa.

Una idea pasó por su cabeza en ese instante. Si se tocaba la marca llamando a todos sus seguidores y gritaba les daría tiempo a llegar, a salvar a Tom y a escapar con vida sin salir heridos.

-No lo hagas! No lo hagas maldita sea!- gritaba Tom ahora intentando soltarse para ir con ella.

No entendía nada. Por qué no gritaría en ese momento? Iba a hacerle caso al azabache espero en ese justo momento apareció la persona con la que quería acabar como fuera.

Por todo el sufrimiento pasado y por todo el dolor que le ha causado, miedo y ira en su interior. Quería matar a Dumbleodre como fuera.

Daila se tocó el brazo llamando a todos los mortífagos que esperaba que vinieran en ese momento y gritó hacia Dumbledore con todas sus fuerzas.

Gritó tan fuerte y tan agudo que todos vieron como un temblor empezaba a surgir en el suelo, moviendo los árboles y rompiendo ya las ventanas de las casas cercanas que recibían las ondas.

Los pájaros que pasaban por ahí, también morían a causa de la presión que recibían. Y Dumbledore, simplemente desapareció.

Despareció y apareció al lado de la chica, junto con una daga atravesándole el cuello mientras que ella gritaba con los ojos cerrados.

Le cortó el cuello como si cortara papel, le desgarró el cuello de tal manera que su grito fue ahogado. Acabó de gritar y todos se encontraban viendo la escena con asombro y en shock.

La chica solo pudo mirar a Tom quien tenía los ojos tan abiertos y llenos de lágrimas que solo pudo sonreír.

No quería morir así. No quería desaparecer de ese mundo y no quería sufrir. Quería estar con él pero dado el dolor y la situación, llevó una mano a su cuello tocando la sangre que no paraba de salir.

Iba a morirse. Entonces lo supo. Veía como Tom intentaba ir hacia ella con todas sus fuerzas y siguió sonriendo.

-Tom.- le dijo ella aún con las fuerzas que tenía y le quedaban.- Te amo.- fue lo único que le dijo antes de caer completamente al suelo aún con el cuchillo en el cuello, sangrando.

"Te amo" ella en verdad lo hacía? Entonces por qué se iba sin más? Por qué no le había hecho caso? Por qué?

Sus piernas quisieron traicionarle en ese momento. Su corazón quiso dejar de latirme en ese segundo y por momentos, no tenía ganas de vivir.

Daila estaba en el suelo, desangrándose completamente, aún con los ojos abiertos de la sorpresa que le había causado.

Todos parecían sorprendidos ante ese acto y no decían ni hacían nada al respecto. Fue cuando sombras negras aparecieron creando caos y matando primero a los dos chicos que sujetaban al azabache dejándolos en el suelo.

Elphias y Laurentia intentaron defenderse con su vida y antes de conseguir escapar, los atraparon, matándolos de golpe junto con Edgar quien intentó pedir ayuda a Dumbledore.

Este por otra parte se fue, desvaneciéndose entre todo dejando a Emmeline escondida detrás de matojos y árboles viendo como Tom se acercaba lentamente al cuerpo de la chica.

Dolorosamente cayó de rodillas delante de ella. Un grito desde dentro de él se apoderó y lágrimas de sufrimiento inundaron el ambiente.

"Tom, te amo." esas palabras que sin duda nunca olvidaría de ella. Odiaba todo. Odiaba el amor, odiaba su nombre.

Odiaba su existencia y odiaba con su vida a Dumbledore. Juraba matarlo, como fuera, lo mataría como lo había hecho con Daila.

-Mi señor...- empezó a decir uno de los mortífagos sin embargo este no paraba de llorar en el cuerpo de la chica. Rabia e ira.- Quiere que le ayudemos a...

"No puedes confiar en nadie. Todos pueden traicionarte, pueden fallarte, tú eres el único que tiene control. No necesitas la ayuda de nadie."

Ahora entendía las palabras de la chica cuando decía que no confiara en nadie. Ahora entendía que en esa lucha estaba solo.

Ahora entendía que el amor solo trae desgracias y era una completa mierda y mentira.

Nadie entendía la actitud del joven chico que seguía abrazando al cuerpo ahora sin vida de la chica.

Después de todo siempre había estado solo, no sabía por que le dolía tanto. En verdad había pasado todo ese trayecto solo? En verdad podría seguir adelante sin ella?

Eran preguntas que se planteaba Tom mientras seguía llorando en ella, apretando su mano, unida con la de él y su colgante que algún día le había regalado.

Aquel collar que ella un día le había tirado a la cara, diciéndole que le había arruinado la vida. Podía ser verdad, pero no lo cambiaría por nada del mundo.

Tom estaba cada vez más seguro de que eso había sido su castigo. La vida no era justa y se lo había pagado así.
-Mi señor...- le empezaron a decir.

-Lárgate de aquí! Tú y todos vosotros!- les gritó más fuerte y con más odio aún.

Tenía tanto miedo de quererla que ahí se encontraba, llorándole y pidiéndole perdón por todo lo que le había hecho pasar.
-Lo siento.- le dijo este aún sin soltarla.- Lo siento mucho.- decía maldeciéndose cada segundo de su existencia.

Que diría ella si estuviera allí? Que se levantara y siguiera con su camino? Como era posible?
-Joder, te odio.- dijo mirándola.- Te odio!

Gritaba y gritaba como si ella pudiera escucharlo. Gritaba deseando ser él, el que hubiera muerto.

La odiaba por que la amaba, por que no podía tenerla ni podía volver a besarla nunca más. Por qué podría compartir nada más a su lado ni volver a ver ni escuchar su voz. La odiaba con todo su ser.

Le sacó la daga de su cuello con dolor y miró a sus seguidores quienes se encontraban algo apartados, con la cabeza baja lamentando la pérdida de Daila.

-Llevarla.- ordenó con su voz más fría del mundo haciendo que muchos la levantaran y empezaran a seguir al azabache quien caminaba duramente mirando el colgante en su mano y la daga que la había matado.

Aquella arma tan inofensiva con la que había pasado tanto... la daga que alguna vez había salvado su vida y ahora había acabado con una parte esencial de ella.

Algo cambió ese día en Tom quien ya no se haría llamar por ese nombre nunca más. Quien lo llamara así moriría.

Tom, el nombre que algún día utilizó Daila Russo, el amor de su vida.

our perfect crime (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora