Cuando abrí los ojos, maldije por lo bajo, otro día más. Recordé haber tenido un sueño muy raro, un maldito chico estaba en mi habitación y decía ser mi personaje literario, por suerte solo había sido un sueño. Me tapé con las sábanas, deseando que fuera sábado para no tener que ir a la escuela, maldecí un par de veces hasta que algo me hizo quedarme en silencio, me asomé en cuanto escuché que alguien cerró la puerta.
Pestañeé repetidas veces y me tallé los ojos al ver al chico salir de mi baño con mi toalla enrollada en sus caderas. Mierda, no había sido un sueño.
—Deja de mostrar tus miserias —le lancé una almohada y me cubrí los ojos. En realidad, no tenía nada de miserias.
—¿Miserias? —se burló—. ¿Quieres que me quite la toalla para que veas que no tengo miserias?
Tragué en seco.
—¡Claro que no! Vístete —le ordené.
—Bien —suspiro.
Después de un minuto ya estaba vestido y me metí al baño para poder darme una ducha antes de ir a la escuela. Tardé todo lo que quise bañándome, ya que mi madre se había ido y nadie podría entrar a mi habitación y ver a Dante. Suspire hondo en cuanto
—Tengo hambre —gruñó Dante desde mi habitación.
—Ahorita salgo —le hice saber, intentando mantener la calma y no pensar en la extraña situación en la que me encontraba.
Salí del baño y lo encontré acostado en mi cama jugando con mi muñeco de Draco. Suspiré y me senté frente al espejo para peinarme.
—¿A dónde irás? —preguntó, sin dejar de jugar con el muñeco.
—A la universidad —respondí, tratando de ignorar su comportamiento.
—Hmm —murmuró, sin dar más explicaciones.
—¿Hmm qué? —pregunté, un poco curiosa.
—Nada —murmuró de nuevo.
—Deja a Draco.
—¿Este muñeco? —pregunto sosteniendolo del pie.
—Se llama Draco —gruñí.
Coloco a Draco en la cama, acostandolo y colocándole una sábana para cubrir su cuerpo como si se tratara de un bebe. Se levantó y se acercó a mí, mirando atentamente lo que hacía con mi cabello. Por un momento, me sentí incómoda con la forma en que me miraba. No me gustaba que las personas me observaran por mucho tiempo. Me dieron ganas de darle un golpe en la cara para que dejara de hacerlo.
—Me gusta tu cabello —opinó, con una sonrisa.
—Gracias —dije, tratando de ser cortés.
Me levanté y abrí la puerta de mi habitación.
—Iré a la escuela, así que necesito que te quedes en mi habitación y no salgas por nada del mundo —dije, mirándolo seriamente.
—Está bien —aceptó, aunque su tono sugería que no estaba completamente convencido de quedarse quieto.
Me siguió hasta la cocina en silencio mientras observaba como buscaba algo para darle de comer.

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Entelequia
Teen FictionKiara Sánchez es una joven lectora que vive entre libros huyendo de la realidad. Un día encuentra un vídeo extraño de cómo traer a la realidad un personaje literario, ella decide hacerlo pensando que es una tontería y no funcionará, sin embargo, a l...