•CAPITULO XVIII•

3 0 0
                                    

Han pasado tres días desde la muerte de Dixon.

No logré conciliar el sueño la noche anterior, estaba en la mierda. Me levanté con una sensación rara. Esperaba pacientemente por instrucciones, pero no llegaban. Me cansé por unos momentos de este mundo.

Froté con mis dos manos mi rostro con cierta frustración, no podía acomodar mis pensamientos. Mi cabeza no dejaba de dar mil vueltas creando escenarios inexistentes.

Un fuerte sonido que provenía desde la cocina captó mi atención fuertemente. Dejé mi guitarra a un lado y fuí a ver qué era lo que provocó eso. 

¿Un invasor?

Seguí la ruta más rápida para llegar a la cocina. Quizás, la muerte de Dixon hizo enfurecer a ciertas personas y quieren venir a matarme.

Llegué con prisa, pero todo estaba perfectamente bien, era el bote de basura que por alguna extraña razón se cayó sin motivo alguno. Estoy pensando cosas malas. Me está afectando muchísimo. El aura negativa es inmensa.

Regresé nuevamente a mi habitación, no tenía idea en donde yo estaba situada exactamente. Empecé a rasgar las cuerdas para escuchar la melodía que Asher me enseñó el primer día que nos conocimos. Amo como suena cada nota, sinceramente, no me arrepiento de haberla aprendido.

La ventana que tengo justo enfrente, me muestra una vista maravillosa bajo la ciudad de Tokio. Las luces y los grandes adornados siempre han hecho presencia en este tipo de ciudades.

—¿Cuánto tiempo me queda?—Me cuestioné mientras tocaba la guitarra suavemente.

En mi mente parecía una pregunta bastante estúpida, pero siento que estoy muriendo por dentro, este trabajo de mierda me está afectando gravemente. 

Solo espero retirarme de aquí lo más rápido posible, tengo dinero para vivir cinco vidas enteras sin preocupaciones. Solo sigo aquí por qué esto es lo único que puedo hacer bien. No tengo motivaciones ni aspiraciones allá afuera.

El hecho de regresar a mi país una vez más hace que renazca una felicidad dentro de mi interior. Es lo único que me permite que una llama todavía este encendida en mi corazón.

Solté las manos de la guitarra y las coloqué en mi cabello, logré desatar el nudo que tenía y hacer que caiga encima de mis hombros. La temporada de invierno en Japón se acerca, esto puede llevar complicaciones durante la última misión, pero no puedo decirle no al frío.

De un tiempo de estar completamente en silencio, escuché unos golpeteos que provenían de la puerta. Suspiré cansada y me levanté con una ligera flojera encima de mi.

Giré la perilla y empecé a abrir la puerta lentamente. Mis ojos se colocaron en dirección a quien era el visitante. Él hombre es el mismo que había visto días antes, deambulaba alrededor de mi casa, pero sabía que tenía que ver algo con la organización.

—Toma esto.—Dijo extendiendo su mano entregando una bolsa.

Lo tomé y se retiró sigilosamente por el camino contrario de la sala.

Nuevamente me senté en aquel sofá cómodo de color negro. Abrí el papel para saber que era lo que venía dentro.

Por lo que veía, esa bolsa no estaba muy pequeña. Tenía unos guantes de color guinda, y venía una nota que procedí a leer.

Hoy, en cuarenta minutos te encontrarás a nuestro objetivo principal en una fiesta que se realizará en el distrito rojo. Básicamente, con decirte el nombre del distrito, sabes de qué tipo de eventos se celebran ahí. Será tu última misión aquí, en este país. Debes ir con el vestido de color rojizo oscuro, con el que acompañarás los guantes. Esa vestimenta la usa la prostituta oficial del objetivo. El no te tocará, ya que lo matarás primero.

T H E R E W A R D © [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora