•CAPITULO I•

19 1 0
                                    

El mundo es más extraño y curioso de lo que pensamos. Cada rincón de la tierra esconde secretos que nunca sabremos con certeza que quieren decir.

En los últimos años, el odio entre ciertas personas se ha intensificado a tal punto de asesinar sin tener repudio alguno.

Muchos asesinatos han transcurrido en todo el mundo. Más de mil arrestos se han procesado. Los mafiosos tienen vía libre para matar a la persona que quieran sin tener miedo a las consecuencias.

Pero en el último año, una organización surgió nuevamente del abismo, cumpliendo con lo que desees.

Cumplen y asienten tus necesidades de asesinar a cualquier persona que quieras por mucho, mucho dinero.

Aterrador para ser verdad, ¿Cierto?

Cada día, cada noche, hay una muerte pagada por alguien en el mundo.
Justo ahora que usted está leyendo esto, una persona está muriendo a causa de estas personas alrededor de todo el mundo. Dispuestos no solo a asesinar, también a torturar y maltratar su cadáver.

No importa en donde te escondas, ni como lo hagas, ellos siempre te encontrarán.

Si algún día, tu rostro aparece en los contratos, deberás dormir plácidamente con un ojo abierto. No dudarán en matarte ni en tener piedad.

Los agentes irán por ti.

Michelle.

***

Mis pensamientos no me dejaron en paz.

Mi tranquilidad iba disminuyendo considerablemente. Mis manos temblaban.

¿¡Por qué fracasé en el maldito contrato!?

No podía creerlo. La organización me matará.

—Tranquila, tranquila...—Me susurré para calmar mi nerviosismo.

El bombeo de mi corazón aumentaba cada segundo que transcurría. Movía mis dedos para calmar mi ansiedad, pero no pude hacerlo.

Un golpeteo se escuchó detrás de la puerta. Una persona estaba esperando mi presencia.

—Agente seis, cinco, seis. Los altos mandos la llaman. Es hora de que salga.—Me ordenó ese hombre con frialdad.

Miré en dirección dónde estaba mi pistola. Me acerqué a ella y la tomé con mis manos. Abrí mi boca, coloqué la boquilla de mi arma dentro, apuntando al paladar.

No podía dejar que me atrapen viva.

Las experiencias que había escuchado y las torturas que ellos realizaban, eran aterradoras.

Eso me harían a mi.

—¿Agente?—Me preguntó con incertidumbre.

Mis ojos empezaron a lagrimear. Mi dedo índice estaba puesto sobre el gatillo del arma, esperando la instrucción de disparar, pero este solo se limitaba a temblar.

—No te preocupes, déjamelo a mí.—Afirmó la voz de una mujer.

Retiré el metal sobre de mi boca, no tenía el valor para suicidarme. Coloqué el arma en el mueble, no tenía duda alguna que mi destino sería el mismo, la muerte.

T H E R E W A R D © [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora