•CAPITULO IV•

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Volteé a mirar a Asher, mientras que este no despegaba la mirada de ese tipo.

—Seria un honor pelear contra ti, Ackerley.—Declaró ese hombre mientras de igual manera, desenfundó su espada.

—Al igual que el mío.

Estaba muy nerviosa, no sabía con certeza que es lo que estaba sucediendo en ese momento, al igual me quedó la intriga por las palabras que mencionó ese sujeto.

¿El pasado de Asher es tan horrendo?

—Y usted, señorita Ruíz, prometo no lastimarte cuando seas mi esposa, ¿Está bien?

De un momento a otro, centré mi mirada en ese tipo, despertando en mi un ligero enojo que hizo querer matarlo en ese instante.

Asher se acercó mientras me miraba. A escasos centímetros, él me obsequió una pequeña espada, de menor tamaño que la suya, pero era igual de letal.

—La necesitarás.—Confesó.—Estos tipos son un martirio, realmente ellos no saben manejar una de estas. En tu expediente leí que tenías cierta experiencia en usar este tipo de armas. Confío en tí. No mueras.

Tomé la katana y la desenfundé lentamente, viendo detenidamente cada detalle que esta tenía.

—¿Aún estarán conversando?—Cuestionó aquel tipo nuevamente.—El odio que siento por ti, Asher, es inconmensurable.

No sabía el problema que ellos tenían, no llevaba mucho tiempo a su lado para saber toda su vida y todo lo que ha recurrido, pero tenía miedo el preguntarle, quizás sea algo muy de su pasado en lo que yo no debo meterme.

Él se alejó de mí, caminando lentamente en dirección dónde estaba el otro sujeto. Ellos se recibieron con una sonrisa que apenas era visible en sus rostros.

—Si mueres, no dudaré en contarle todo tu pasado a la señorita Ruíz, tiene que enterarse de todo lo que has hecho, animal. Estoy seguro de que ella se quedará horrorizada al escuchar lo que hacíamos juntos antes de que la conocieras.

—No hará falta, mi pasado quedó enterrado el día en el que nos dejamos de ver.—Exclamó mientras elevó su katana.—Me arrepentiré toda la vida de haberte conocido.

Nacían en mi muchas preguntas que fácilmente pueden ser contestadas, pero, ¿Como este tipo sabe el apellido de mi madre latina? La mayoría de las personas me conocen por Lockhart, es un tanto extraño.

En el fondo, tenía la necesidad de hablar con ese hombre, quizás él tenga información que me pueda servir, pero aún así, mi primera opción es matarlo.

A mí costado, llegaron dos tipos con espadas de igual tamaño que la mía. Ellos fijaron su mirada de arriba hacia abajo repetidas veces, sacando su lengua para remojar sus labios.

—Malditos pervertidos asquerosos.—Confesé irritada.

Esos tipos seguían sin decir ninguna palabra, me quedé extrañada. Con mi katana en mano, retrocedí varios pasos, me coloqué en postura de ataque, pero me sentí incómoda por el simple hecho que no me despegaban la mirada de encima, haciendo eso aún más terrorífico.

Todo se vino abajo, cuando una persona detrás de mi, colocó su mano en mi boca y un cuchillo en mi cuello, amenazándome cruelmente.

—Cállate perra, no digas nada, aún puedes vivir si no pones resistencia.—Dijo mientras avanzamos unos pasos a una habitación cercana.—Aquí nadie nos molestará. ¡Ustedes, váyanse de aquí, insectos!

Seguimos caminando hasta llegar a dicha habitación. Observé en la lejanía a Asher y aquel tipo que tenían un enfrentamiento de katanas. Fue impresionante ver eso de primera instancia, los dos tenían un manejo increíble de las hojas de metal.

T H E R E W A R D © [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora