•CAPITULO XV•

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Asher

—Señor, ¿Aún puedo conservar esto?—Dijo Chelsea, una de mis compañeras.

El hecho de que me llamen señor me extraña un poco, con veintiséis años ya tengo pinta de viejo.

—Claro, puedes hacerlo.—Contesté.

Ella se guardó una cadena de oro que provenía de los hombres que asesinó.

—Entonces… ¿Ellos son los únicos?—Ella cuestionó mientras que observó el panorama del lugar.

Miré a mis alrededores y confirmé de que no hubiera nadie más ahí. Revisé los rincones y todo lugar en dónde se puede esconder una persona.

Los alrededores parecía de una película de terror, la sangre por todos lados, cabezas separadas de su cuerpo por doquier, es bastante tétrico.

—Parece ser que son todas las personas, en Japón las cosas son más fáciles de realizar.

—Siempre había querido conocer esta parte del mundo, lastimosamente no soy una turista.—Ríe mientras tomó mi hombro.—Gracias, Asher.

Froté su cabeza levemente y nos retiramos del lugar. Abrimos la puerta que daba la salida de aquella bodega que estaba abandonada a fuera de las calles de Tokio.

Cuando salí, me encontré a Harry limpiando sus armas cómodamente. Me acerqué a él y vi más de cerca lo que estaba haciendo. Chelsea subió al auto y recostó su cabeza en el asiento trasero, supongo que ya tenía sueño.

—¿Aún te cuesta trabajo realizar esto?—Interrogué mientras veía como guardaba sus cosas en una pequeña bolsa.

—Un poco, pero lo voy logrando poco a poco, el hecho de matar a gente aunque sea mala, me ha costado, pero me siento bien conmigo mismo al no matar a inocentes.

Tomé asiento en la pequeña colina en la que nos encontramos.

—Eso me pasó a mi y a una chica que aprecio bastante. Es normal, no te preocupes. Cómo lo mencionas, el hecho de matar personas es una mala elección, pero depende de con que fin lo hagas, si la policía no lo hace, ¿Quien más lo hará? En ocasiones hay que tomar justicia por nuestra propia mano, o mucho peor, hacer el trabajo sucio.

Él asintió con la cabeza dándome la razón de lo que había dicho. No era algo motivacional, ya que para hacer esto lo que menos se necesita es motivación, eso aquí pocas veces sirve. Aún así, es lo único que puedo hacer por ellos.

Me levanté, sacudí mis pantalones y ofrecí mi mano para ayudarlo. El se levantó inmediatamente y fuimos directamente al coche. Abrí las puertas con el control  remoto y entramos. Volteé al asiento trasero, miré que Chelsea estaba dormida con su cabello largo de color castaño totalmente en su rostro. Ella se caracteriza por ser así, aunque no puedo decir nada, también duermo mucho. Estiré por completo mi brazo para retirar los lentes de su rostro.

Encendí el coche y presioné el acelerador levemente. La zona estaba repleta de zonas verdes, árboles, pasto, flores y demás.

Aún no comprendía muy bien como funcionaba los contratos aquí, esperaba que mínimo a Annie le estuviera yendo mejor que a mí. No he tenido bastante suerte con mis compañeros nuevos.

Seguía avanzando por las calles recién mojadas de Tokio, es una ciudad a la cuál hay más libertad a la hora de conducir un coche, también más libertad de asesinar personas sin ser descubiertos.

Nuestro refugio estaba ubicado en el centro, en el subterráneo, no es lo mejor que pude conseguir, pero da abasto y es acogedor.

—¿Es cierto que te irás de Japón?—Cuestionó Chelsea entre bostezos.

T H E R E W A R D © [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora