•CAPITULO XXIX•

3 0 0
                                    

Es la primera vez que Asher y Sumiko saben sobre la existencia de Gi-Park.
Ellos solo estrecharon sus manos, con una sonrisa en su rostro.

—Chicos, necesitamos hablar y reorganizar el plan.—Confesó Asher.—No sabemos dónde se encuentra exactamente Rafael. No podemos preguntar a nadie de su ubicación, eso solo nos delataría rápidamente.

Park asintió su cabeza ligeramente.

—Muy bien, es la primera vez que nos conocemos, pero serás una pieza clave en este asesinato. Por favor, encuéntralo. Nosotros tres te daremos el tiempo suficiente para distraer a todo mundo, y no tengas ningún tipo de estorbo.

Ella solo revisó su bolso, sacó su arma, revisó el cargador y la escondió a vista de las demás personas.

—Es pan comido, chicos. Ya conozco este lugar, no me tomaré más de una hora. Los llamaré por los aparatos si lo encuentro. No sé alejen mucho del área, nos podrían interceptar la conversación.

Ella volvió a asentir su cabeza, nos miró a todos el rostro con una sonrisa para después irse lentamente.

Nosotros nos despedimos de ella y nos retiramos.

Caminamos por la multitud de los comedores en donde estaban las personas disfrutando de la música y comida.

—¡Ustedes tres!—Gritó una persona mayor de pie en una mesa.

Nos detuvimos en ese instante. Asher volteó a mirar a esa persona que nos interrumpió el paso.

—¿Cuando diablos van a tocar?—Cuestionó otra persona a nuestro lado.

Todo el mundo nos empezó a señalar, pero teníamos que resistir, Gi-Park va a a necesitar mucho tiempo.

La música del lugar se detuvo en ese instante. Todas las personas no mencionaron ninguna palabra.

Llevé mi mano hacia mi rostro, ya sabía lo que ocurriría. Pero no podía desconcentrarme, no ahora.

—Los mariachis, por favor, pasen a tocar y a deleitarnos con la música de este país. Se los agradeceríamos demasiado.—Dijo aquel hombre a través del micrófono.

El plan aún transcurría con tranquilidad. El punto ahora, es que Sumiko no sabe tocar el violín. Fue un error nuestro.

Después de unos segundos inmóviles, Asher se abrió paso hasta llegar a la pista, en dónde habían sillas para tocar tranquilamente los instrumentos.

Nos acercamos y observamos todo a nuestro alrededor. Nuestra actitud ya es sospechosa, muchas miradas ya desconfiaban plenamente de nosotros.

Un hombre de traje de color negro, corrió en medio de las mesas, sin cuidar sus pasos.

De pronto, más hombres salieron de distintos lugares con rapidez, se dirigían atrás del sujeto que pasó primero.

¿Que está pasando?

¿Ya saben sobre la existencia de Park?

Muchas preguntas resurgieron en mi cabeza en ese momento.

Ya no podía perder más tiempo. Tenía que empezar con eso, sino, íbamos a parecer más sospechosos de lo que ya éramos.

Empecé a tocar la guitarra suavemente. Quería ganar tiempo de algún modo, pero no encontraba la forma de hacerlo adecuadamente.

—¿Sabes lo que estás haciendo, Ann?—Cuestionó Asher con incertidumbre.

—No lo sé. Pero, intentaré hacer lo mejor que pueda.—Le contesté.

Seguí rasgando aquellas cuerdas con las cuales me sentía muy familiarizada. A la mente llegó una canción típica que podría entonar y cantar brevemente.

T H E R E W A R D © [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora