•CAPITULO III•

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—Demonios, ¿A dónde carajo voy? No debí de haberle mentido y decirle que tenía un plan en mente.

El miedo se apoderó de mis piernas y temblaban a más no poder. Observé por todos lados una salida factible, pero parecía que todo estaba cercado. Parecía no haber nadie alrededor por el silencio, pero no tomé las precauciones por si encontraba repentinamente a una persona.

La noche había llegado. Las estrellas resplandecían sobre el cielo, creando una vista maravillosa.

Corrí al otro extremo, donde habían únicamente tres autos estacionados en forma de fila. Salté en el más alto de ellos y llegué a unas escaleras que estaban en ese lado.

Subí rápidamente los tubos de metal para llegar a lo más alto. Mis ojos decidieron buscar una salida, pero no encontré ninguna cerca. Al querer bajar nuevamente, una luz me alumbró totalmente, descubriendo por completo mi ubicación.

—¡Allí está esa hija de perra!—Uno de ellos gritó fuertemente, avisando a sus compañeros.

Me apresuré hasta llegar al techo de aquel lugar. Miré a un costado y observé una calle angosta, parecía una salida confiable. Asher ya no se encontraba en aquel lugar donde lo ví por última vez, esperaba que él estuviera bien.

Me moví algunos metros para evitar que siguieran viéndome.

Me coloqué el aparato en la oreja y puse mi dedo sobre este.

—¿Asher, dónde demonios estás?

Hubo un silencio del otro lado, eso no me empezaba a gustar. Nunca es común en él rechazar las llamadas.

Volví a mirar ese callejón angosto, pero temía que alguien estuviera ahí. Bajé las escaleras para llegar a el, caminé unos metros sigilosamente para llegar y esconderme en unos arbustos.

Desenfundé mi pistola y estaba atenta a cualquier cosa que se pueda mover, esos hijos de puta son escurridizos.

—¡Tienen que encontrarla viva. No se puede largar de aquí con vida!.—Escuché a metros de distancia.

Mi dispositivo empezó a emitir un sonido alarmante. No dudé ni un segundo en contestar.

—¿Asher?—Pregunté dudosa.

—Maldición... ¿En dónde estás?—Cuestionó exhausto.

—¿Estás bien? Te escucho cansado, ¿Estás herido?

—Un poco... Por favor, ven. Esas personas están en cualquier parte.

Me removí el aparato de mi meato auditivo, y extendí la palma de mi mano para saber la ubicación de mi compañero.

Se abrió un panel de luz y me mostró la ubicación exacta en dónde él se encontraba y el recorrido más rápido para llegar ahí.

Volteé a mis alrededores, pero no había nadie cerca. Me facilitó caminar más rápido sin llamar la atención de nadie.

El camino no era muy largo, solo fueron unos metros desde mi posición.

Me logré adentrar aún más en el bosque, pasando desapercibida de los pocos soldados. Al caminar aún más, observé en el fondo aquella pequeña casa que me marcó el mapa anteriormente.

¿Cómo Asher llego aquí tan rápido?

Al recorrer mi travesía, mi hombro presentaba ligeros dolores. Aunque por una extraña razón, esos sujetos la desinfectaron.

Me acerqué rápidamente hasta llegar a la puerta del lugar y la abrí con cautela. La iluminación no era muy buena, prendí mi linterna y observé como su cuerpo estaba tendido en el suelo. Apresuré el paso para llegar y verificar que era lo que pasaba. El tenía una herida que a a primera vista, fue a causa de una apuñalada.

T H E R E W A R D © [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora