•|Epílogo|•

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¿Cómo una persona se libera de la culpa?

¿Realmente fue tu culpa?

¿Qué sentiste cuando tus emociones se vinieron abajo en el momento más desagradable de tu vida?

¿Eres feliz?

¿Que opinas de la vida que llevas?

¿Mejor que la mía?

Espero que sí.

En esta vida. Difícilmente se puede ser feliz en cualquier momento. Todo el mundo debería ser feliz sin importar las circunstancias.

Las pérdidas de las personas que amamos... Es simplemente devastador. Un pedazo de nosotros no volverá nunca, nunca más.

Siempre estamos expuestos para enfrentar cualquier tipo de situación que nosotros podamos decir que es difícil o complicada.

No tienes por qué comparar tus problemas con los de otra persona. No hay que investigar que persona sufrió más en el proceso, es tonto.

Las adversidades nos hacen más fuertes. Lo sé. Al final del día, nunca es malo llorar, tener corazón no es malo, tener sentimientos no te hace ser un ogro.

¿Llorar?

Es una cuestión.

Ese día, en el cual Asher murió, Annie también falleció. Su vida diaria empezó a ser insignificante, su higiene y su alimento empezaron a ser un problema.

Ella era otra persona totalmente distinta.

Si ánimo, su felicidad, su sonrisa, aquella mirada llena de esperanza, pareciera que todo había muerto dentro de ella.

No es para menos.

La muerte, el suicidio e infierno, era lo único en lo que Annie pensaba. La culpa la carcomía viva. Su desinterés por los suyos empezó a disminuir considerablemente. Su depresión fue muy fuerte, ella lloraba todo el día.

Lo peor de todo esto, es una simple cosa: Ella murió y dejó de creer en ella misma.

La misma Annie que conocíamos... Lamentablemente, murió. Su inestabilidad mental la venció.

***

—¿Cómo estás, Annie?—preguntó Park mirando directamente a sus ojos.

Annie se limitó a responder. Sus ojos solo se dedicaron a mirar al techo, su sonrisa era tan solo un recuerdo.

Sus memorias rondaban felices en su cabeza, cuando su sonrisa era auténtica.

Gi empezó a acercarse a Annie. Tomó sus brazos y los examinó. Su preocupación fue en aumento al ver los huesos con cierta claridad a través de la piel.

—Annie. Estás muy delgada.—Afirmó con una tristeza.—Tienes que comer algo. No puedes seguir así. Morirás pronto si no haces algo al respecto.

Lockhart volteó su rostro, mirando directamente a los ojos de su amiga, esos ojos que siempre estaban humedecidos por sus lágrimas y el cansancio.

T H E R E W A R D © [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora