•CAPITULO XVII•

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Annie

No lo pensé y disparé mi pistola repetidas veces. Mis balas atravesaron su cuerpo ferozmente. Ese hombre cayó por el impacto y por ende, el sonido del cuerpo deslizándose por las escaleras provocó un estruendoso ruido en aquella casa, en la que reinaba el silencio total.

Dixon y yo salimos corriendo de ese lugar. Nos dirigimos al cuarto que estaba frente a nosotros. Caminamos sigilosamente hasta llegar a la puerta. No pudimos mirar dentro adecuadamente, la baja luz no nos permitió revisar nada.

—No hagas mucho ruido.—Advertí.—Cualquier ruido puede ser escuchado.

Los pasos furiosos de esos sujetos arribaron el segundo piso, sus armas largas chocaban contra el suelo. 

—¿Tienes munición?—Me preguntó Dixon.—Yo no tengo muchas balas. Maldición.

Revisé mis bolsillos apresuradamente, pero la inmensa oscuridad no fue de mucha ayuda. Retiré el cargador de mi pistola, y solo toqué dos proyectiles dentro.

—¡Demonios!—Exclamé en voz baja.—Solo tengo... Dos balas.

El silencio de un momento a otro absorbió el ambiente. Aquellas pisadas dejaron de oírse, las armas largas ya no se escucharon.

—Atenta... Prepara las piernas.

No escuché muy bien lo que mencionó. Sus palabras se las llevó el viento.

Dixon abrió velozmente la puerta, me tomó de la mano y corrimos hacia un pasillo en el que no había ninguna persona. Seguíamos corriendo, no tenía idea alguna en que dirección nos estábamos dirigiendo en ese momento.

—¿A dónde diablos vamos?—Cuestioné con enojo.

El no respondió mis preguntas, solo se concentraba en abrir las puertas indicadas para llegar a la salida.

¿Estará seguro de esta mierda?

—Por aquí.—Me señaló con su dedo.—Subiré las escaleras, me avisas si llega alguien.

Si que respeta a las mujeres.

Subí los tubos de metal y llegué al techo del hogar. A primera instancia no ví ningúna persona patrullando, solo habían muchos coches estacionados. Esos vehículos son en donde llegaron los sujetos anteriores.

Pero mi atención captó el sonido de un auto a unos cuantos metros. Desde la distancia en donde estaba parada no pude ver nada, supongo que forma parte de la misma banda de criminales.

—¡Agáchate!—Exclamó Dixon.

Obedecí y me cubrí contra la pared de la chimenea. Todo seguía silencioso, las personas que seguían dentro de la vivienda, estaban buscando habitación por habitación.

Me acerqué a las escaleras y apunté mi arma por si llegaba a subir un soldado.

—Todo está en orden. Parece ser que no conocían la casa muy bien.—Afirmé mientras me escondía de aquel vehículo de la lejanía.

—Vamos, sígueme.—Ordenó Dixon mientras se dirigía a las escaleras de un costado.—Tenemos que bajar al suelo, ahora.

—¡Espera!—Lo detuve. 

Escuché el sonido de aquel vehículo estacionado en la carretera pisar fuertemente el acelerador. Nos paramos en ese instante para ver qué era lo que sucedía.

—¿Que es lo que ocurre?—Me preguntó Dixon.

—No lo sé... No tengo la menor idea.

Los soldados de la casa salieron rápidamente para verificar el sonido. Muchos de ellos se quedaron completamente inmóviles.

T H E R E W A R D © [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora