•CAPITULO XXIV•

2 0 0
                                    

Está posición en la que me encuentro es bastante incómoda. Le estoy mostrando a Asher ahora mismo mi intimidad. Pero, me excita mucho lo que el pueda hacer con sus dedos.

El me mostró una sonrisa picarona. No creí tener sexo dentro de la organización.

El pasó sus dedos con lentitud en mi feminidad. Solté un gemido en voz baja, pero lo hace muy bien.

El siguió pasando sus dedos de arriba a abajo sutilmente. Me quería masturbar hasta terminar, nunca antes había sentido esa sensación con otro hombre.

Empezó a meter sus dos dedos dentro de mi, y empezó a moverlos suavemente.

Mordía mi labio ligeramente, quería gemir muchísimo, lo hace muy bien.

—Eres excelente haciendo esto... Asher.—Dije con complicaciones.

Él empezó a hacerlo más rápido y por la tanto, fue más excitante. No pude evitar gemir. Si lo hacía más tiempo, me correría en sus dedos.

—Espera.—Dije agitada.—Quiero hacerte correr. Siéntate.

El tomó asiento y pude observar que su pene estaba muy erecto. Empecé a lamer el tronco hasta llegar al glande. El contenía la respiración, y soltaba pequeños gemidos.

Metí su miembro a mi boca para excitarlo con mi lengua, pero no me cupo del todo.

Estimulé sus testículos mientras chupaba descontroladamente su glande.

Me excitaba escuchar sus gemidos. El colocó su mano en mi cabeza para chupársela más profundo.

Asher removía el cabello de mi rostro para no afectar al sexo oral. Después de esto, seré una ninfómana.

—Es hora de disfrutar los dos. Súbete encima de mi.

Obedecí sin dudarlo.

Me subí y froté su pene sobre mi vagina antes de introducirla.

El lamió por completo mis pezones, no podía estar más excitada.

—Cuando termines, quiero que te corras en mi rostro.—Le ordené con una sonrisa.

Él movió su pene y lo introdujo despacio. Empecé a acomodarlo de manera que sintiera placer.

Empecé a mover mi culo de arriba hacia abajo lentamente, sintiendo cada centímetro de su pene.

El ambiente me parecía tan confortable. Nunca pensé en hacerlo en el carro, pero es muy agradable.

Elevé mi velocidad de forma en que me esté excitando cada vez más.

Cada vez que bajaba por trasero, soltaba un pequeño gemido. El me colocó recta, sin colocar mis brazos en el asiento y empecé con la mayor velocidad.

No podía parar de gemir. El me estímuló los pezones mientras tenía su pene dentro de mi.

Sus manos dándome nalgadas también es algo que me excita de manera extraordinaria.

—Eres una Diosa, Annie.

Por un momento pensé que Ackerley nunca había tenido sexo, aunque me hubiera gustado ser su primera vez.

Me levanté de su miembro y ahora me senté yo, abriendo con totalidad mis piernas.

Tomé un poco de aire para hablar.

—Ya estoy a punto de terminar.—Le dije.

El no tener sexo me hizo muy frágil y sensible.

El pegó su cuerpo con el mío y me mató a besos.

Introdujo nuevamente su pene y empezó a moverse a una velocidad considerable.

Coloqué mis brazos en su cuello mientras recosté mi cabeza en el asiento.

—Sigue así...

Su capacidad era muy buena.

Llevé mi mano hacia abajo y me empecé a masturbar.

Mis piernas están temblando. Sin duda el orgasmo será fuerte.

El aumentó la velocidad, impidiendo cerrar mi boca por completo y nuevamente seguir gimiendo cada vez más.

Crucé mis piernas en su espalda y el siguió duro.

Mi mano se movía muy rápido en mi clítoris, ya estaba a punto de venirme.

—No pares... Asher.

No podía de estar excitada.

Me iba a correr lo más pronto.

Me excita como lo está haciendo.

—Ahhh.—Exclamé con excitación.

Asher sacó su pene y observó cómo me corrí en ese instante.

Recosté mi cabeza nuevamente en el asiento. Mis piernas empezaron a temblar nuevamente.

—Siéntate, Asher. Quiero tu semen en mi rostro.

El obedeció. Su miembro estaba muy erecto y muy duro en ese momento, parecía una roca.

Empecé a lamer lo nuevamente, agarré el tronco del pene y lo deslicé con mi mano de arriba hacia abajo mientras lo chupaba.

El hizo fuerza con las piernas. Sin duda ya estaba a punto de correrse.

Subí la velocidad en la que hale su miembro. Y no me detuve al chuparle su glande.

De un momento a otro, su semen salió disparado y cayó en mi rostro.

Me excitó más como salió demasiado.

Seguí halando unos segundos más su miembro para soltar su semen.

Lamí todo lo que quedó en mi rostro.
Sin duda, una de mis mejores experiencias.

Amé cada momento de este día.

Cada momento de excitación.

El momento del sexo oral.

Todo lo amé.

T H E R E W A R D © [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora