•CAPITULO XX•

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Asher

—¡Bienvenidos a México!—Dijo Annie mientras daba pequeños saltos de felicidad con sus manos alzadas

Chelsea le seguía el juego saltando ellas dos juntas. Sumiko y yo revisamos nuestros alrededores. Todo estaba en orden, la gente pasar;el clima frío que hacía ese día no es para menos. El viaje fue largo, hicimos bastantes escalas en otros países, fue agotador.

Al bajar del avión, me obsequiaron una pequeña bandera de México que se podía colocar en cualquier prenda, si que es un bonito recuerdo. La puse en el bolsillo del saco para que pudiera ser visible.

—Chicos, síganos.—Ordenó Chelsea mientras caminaba a una pequeña tienda que estaba delante de nosotros.

—Bien, bien.—Contesté.

Caminamos hasta entrar a un pequeño local de artesanía. Observé aquellas esculturas hechas de barro de la antigüedad. Me sorprendió ver la variedad que había en el establecimiento.

—Son nuevos por aquí, ¿No?—Preguntó el chico encargado de recoger el dinero.

—Si, las dos chicas y yo somos turistas, la chica de allá;si es mexicana.—Enuncié refiriéndome a Annie.

—Bienvenidos sean, aquí, en este país se reciben muy bien a los extranjeros, que lo disfruten.—Dijo con una sonrisa.

Junté mis manos completamente extendidas y me incliné en estado de agradecimiento.

Compramos lo que las chicas eligieron y salimos del lugar.

—¿En dónde está nuestro refugio?—Cuestioné.

—A pocos metros de aquí. Podemos llegar caminando sin complicaciones. Pude verlos por fotografías y se ve que es super cómodo.—Exclamó Chelsea con emoción.

Aceleramos el paso, ya que la noche estaba por caer. Aquellos arreglos típicos del país estaban presentes en las casas, parece ser que podía tratarse de alguna festividad tradicional.

Aún tenía en mente a Rafael Gutiérrez, el puede sospechar que personas como nosotros estamos detrás de su cabeza, tiene el poder para asesinarnos a nosotros antes que a él.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por una canción tradicional mexicana que provenía de una discoteca que estaba a una esquina.

—Es donde debemos de ir en unos días, ¿No?—Cuestionó Chelsea.

—Si.—Contesté.—Ya veremos qué día, por qué es muy peligroso ir ahí sin protección o algo que nos deje pasar tranquilamente. Los carteles mexicanos estarán detrás de nosotros si llamamos mucho la atención.

Rodeé mi brazo en sus cuellos y caminamos juntos al lugar en dónde debíamos quedarnos hasta cumplir todos los tratos.

—¿Estás contenta de estar aquí, Ann?

—Si, Asher. Creí que lo visitaría nuevamente en unos años más, pero agradezco que haya contratos aquí para volver una vez más.

Le sonreí y seguimos nuestro camino. Aquel callejón oscuro me atemorizaba bastante. Si bien, la seguridad aquí ha mejorado en los últimos años, aún me atormentan los espacios oscuros.

—Tranquilo, Asher. Conozco aquí, no temas.—Confesó Annie mientras fijaba su mirada en la mía.—Ya pronto llegaremos.

—Lo siento si soy ridículo.—Comenté.

Ella río y me dió un ligero golpe en la parte trasera de mi cabeza. Chelsea siempre sonreía cuando nosotros dos hablábamos o nos dábamos de pequeños golpes sin intención de provocarnos daño. Sumiko solo caminaba tranquila, estando atenta a todo. Estás tres chicas son mi máxima inspiración a seguirlas y protegerlas.

T H E R E W A R D © [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora