14 │Al fin soy parte de algo.

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Mi hermanastra  me arrastra hasta una tienda que se encuentra en el centro de la ciudad, cerca de donde estuvimos con Aaron hace unas cuantas horas. El nombre pone "Tienda de disfraces" pero honestamente hay cada uno que te hace pensar que has entrado realmente a un sex shop.

—¡Mira este, Indy!—exclama Leslie sonriendo mientras me enseña  un traje de azafata de avión. Pero que original, eh. Muy divertido.

—No —respondo con negando con la cabeza para que quede claro. Pone mueca y deja el disfraz en donde estaba.

Ninguno de los disfraces me llama la atención suficientemente para decir "a ti te uso esta noche".  Todos son tontos y más de lo mismo, tanto que ya aburre.

—¡Indyyy!—exclama Leslie a mis espaldas. Había entrado a uno de los probadores hace minutos.

Volteo a verla y me encuentro con ella envuelta en un traje de la Mujer Maravilla, la famosa super heroína de DC pero dudo que Leslie la reconozca.

—Oh, no eso para mí no—digo rogando rotundamente. Siempre podía ponerme un vestido negro y decir que estaba vestida de la oscuridad.

—No es para ti tonta —ríe con sus manos en su cintura. Tiene un humor demasiado bueno—. Es para mí.

—Te queda de maravilla—afirmo asintiendo con la cabeza. No ha entendido bien el juego de palabras, ya que. Observo como el disfraz corto le va como un verdadero guante. Todo le queda bien a Leslie, no tiene por qué preocuparse realmente. Mi problema es que no todo me gusta.

La castaña vuelve a los probadores para quitarse el disfraz.

¿De qué puedo ir yo? Está comenzando a darme dolores de cabeza.  Continúo revisando los diferentes trajes por todos lados.

Pasando uno por uno, me detengo en uno que logra captar mi atención. Es un disfraz de Blancanieves, pero con una falda que llega hasta un poco más arriba de la rodilla. Es muy bonito y se ve que le dedicaron mucho tiempo a los detalles. Me encanta.

Me meto en uno de los vestidores y cierro la puerta. Me quito la ropa y paso por encima de mis brazos el vestido. Es  una sola pieza pero con una clara división entre el azul y el rojo. Me veo bien como blancanieves, eh.

Salgo de los probadores y encuentro a Leslie afuera con su traje de Mujer Maravilla. Todo lo que se pone mi hermanastra le queda terriblemente bien. A veces me envidia.

—¡Indy! —chilla sin poder contener la emoción—. ¡Te ves fabulosa!

—Gracias —murmuro con mis mejillas rojas. ¿No podía tomarme un cumplido bien?—. Tú no te quedas atrás, estás fabulosa.

Me sonríe. Hacemos el tonto por unos minutos al dar vueltas yendo y viniendo mientras posamos frente al espejo.

—Este me encanta—hablo con seguridad mientras observo el disfraz—. Es genial.

—Sí, a mi también me gusta este—afirma Leslie—. Me lo llevo. ¿Y tú?

—También.

Al habernos alejado de los probadores en nuestro intento de pasarela, debemos volver y al hacerlo, Leslie pega un grito.

—¡Mira eso!

Salto del susto y me detengo.

—¿Qué demonios? —suelto con una mano en el pecho.

—¡MIRA ESA TIARA, DIOS MIO TE QUEDARÁ GENIAL!—eleva la voz señalando un último estante a nuestra derecha. Subo la mirada y encuentro una diadema roja con un moño en el frente, idéntico a la que usa Blancanieves en las películas.

¡Aléjense, Playboys! (SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora