-Ofelia -escucho la voz que me llama. La conozco. Es suave, como un susurro, y se siente alejada, como si estuviéramos bajo del agua. Pero no estamos bajo el agua, aquí es un bosque.
Árboles de troncos gruesos y rugosos con aroma a viejo me rodean, pero ¿qué tan viejos? Caminos sinuosos que se pierden, se desdibujan, y yo sigo avanzando a través de ellos, ¿por qué no puedo parar? Estoy tan decidida a continuar a pesar del miedo que siento.
-Ofelia -vuelven a llamarme. Ahora sé que la voz joven le pertenece a un hombre.
A pesar de que no puedo verlo, lo siento, siento su cercanía.
-¿Dónde estás? -me sobresalto al escuchar mi propia voz preguntando por él. No sueno asustada, si no tranquila. Pero si es así, ¿a qué se debe esta terrible ansiedad?
En algún punto me detengo y levanto la mirada, justo a la copa de los árboles, donde la oscuridad de la noche los hace revolverse en sombras tenebrosas. Y de pronto, ahí está. Una silueta, que se pone en pie sobre las ramas que parecen no sentir su peso. Se inclina hacia adelante, pero no puedo ver su rostro.
-Mi Ofelia -repite ese nombre.
Pero yo no soy Ofelia.
La silueta salta, puedo verla caer con gracilidad. Parece una pluma, ligera y delicada. Quiero ver su rostro, quiero saber cómo se ve hoy. ¿Es por eso mi ansiedad? Antes de que llegue hasta mí, siento el tirón. Me toman de los hombros y me sacuden con insistencia.
-¡Isabel! -un borrón de luz me golpea en los ojos con ferocidad.
Otra vez el sueño. Otra vez con él...
-¿Sel? -pregunto ante la estridente carcajada de mi hermana mayor. Me está reventando los tímpanos y no deja de agitarme con energía-. ¿Qué ocurre? -mi voz sale pastosa a causa de mi evidente sueño.
-Mamá dice que si no bajas ahora, no vas a comer nada. Hoy hay pancakes de plátano con nuez, tocino frito y mucho zumo de toronja -el rostro hermoso de Selene está frente a mí, he vuelto a caer sobre mi almohada pero ella sigue insistiendo en levantarme de la cama. Ahora me ha jalado las sabanas y tirado de las piernas-. ¡Arriba!
Suelto una carcajada mientras salgo volando. Estoy evocando la rutina de mi infancia. Mi hermana yendo a despertarme cada mañana a sabiendas de lo difícil que es hacerme salir de la cama. Si tan solo supiera que lo único que deseo es volver al sueño para ver el rostro que me acosa desde hace varios años.
-¡Está bien! -el suelo frío me ayuda a espabilarme-. ¡Voy en seguida! -Sel me toma de una mejilla y juega con mi cabello. La trenza está toda desecha y pasa sus dedos a través de ella, ayudándome a terminar con su lánguida forma.
-Cielos, te ves terrible-hace una mueca de disgusto-. ¿Segura que dormiste?
-Sí...-no puedo mentir. No con ella que me conoce tan bien.
-Mentirosa -me reprende-. Vi la lámpara encendida hasta bien entrada la noche.
-No tan noche -me encamino al baño del pasillo para lavarme la cara y cepillarme los dientes. Sel me sigue como mamá.
-¿Qué fue esta vez?
En casa todos saben de mis problemas para dormir. Ha sido así desde hace un par de años, probablemente cuando cumplí los diez. No me gustaba irme a la cama porque pensaba que la figura me iba a visitar. Al principio era una silueta infantil, un niño, quizá de la misma edad que yo. Lo veía sentado sobre mi cama, sonriéndome, como si me esperara para ir a jugar con él al bosque. Siempre aparecía en las noches. Mamá y papá se habían pasado muchas de ellas a mi lado para esperar al niño misterioso, pero jamás lograron verlo. Me llevaron a varios psicólogos, que dijeron que era un probable amigo imaginario.
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MI LOBA DE PRIMAVERA
FantasyLa hija menor de Dante y Annie tiene un secreto poco peculiar, uno que la pone contra la espada y la pared. Familia y amor, todo se une y se separa por una sola razón: Răzvan. -Răzvan- -¿A que le temes, Răzvan? -baja sus manos a la hierba y comienza...