Luciérnagas

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Vania Isabel

Răzvan tampoco despierta el sábado, aunque las heridas mejoran y los temblores se desvanecen de a poco. Su respiración se vuelve regular, pero sus facciones no dejan de estar crispadas. Papá, mamá, la tía Bree y el tío Carter, viene cada cierto tiempo para ver como está. Se quedan conmigo y me hacen compañía, me obligan a ingerir alimentos y me piden que vaya a descansar, sin embargo, no quiero moverme ni un centímetro de aquí.

—Papá, tienes que decirme, ¿qué pasará con Vikram? —le imploro por algo de información mientras me trae un sándwich.

—La respuesta es la misma. Estamos preparados.

—¿No tenemos que irnos? —pregunto—, ¿No es mejor eso? No quiero que Vikram venga aquí con sus lacayos y haga una masacre. No quiero que Green Cold o la manada se vea afectada.

—Ya te dije que estamos preparados. No te preocupes por eso.

—Pero papá, es que…—y antes de que diga algo más, me mete parte del sándwich en la boca.

—Mejor come, te estás poniendo tan pálida como él —señala al chico que duerme en mi cama—, y eso no me gusta.

Mastico y trago antes de volver a hablar—. Tendremos que esperar a que Vikram venga, ¿eso te suena razonable?

—Sí.

—¡Es que no lo entiendo!

Papá suspira exasperado —Cariño, hay como treinta Green Cold en el mundo. Wrenna solo le dijo el nombre, nunca el lugar exacto. Cuando vino a buscarte, todos los que vinieron con ella murieron, no hay quien le diga a Vikram donde estamos. Eso nos da tiempo, y cuando venga, que seguro lo hará. Estaremos listos. Así que por ahora, solo debes asegurarte de que tu vampirito despierte, porque sin él, la cosa será más difícil.

—¿Y cómo sabremos que Vikram llego?

—Princesa, es seguro que el enviara primero a uno de sus hombres a investigar. Wrenna dijo que es mejor fingir que no lo notamos, dejarlo ir y decirle a Vikram que estamos aquí.

—¿Cuánto tiempo tenemos?

—Wrenna calcula que a lo sumo una o dos semanas.

—Entiendo…

Papá niega con la cabeza y sonríe mientras sale de la habitación.

Tenemos tiempo, sí, pero me pregunto si será suficiente.

—Ya regresa, por favor…—le pido a Răzvan en un susurro.

Las horas del día continúan pasando, y el tic tac del reloj de mi buro me arrulla. Estoy entumecida y me levanto para caminar en círculos por mi habitación, mirar por la ventana y aprovechar para ir al baño. De regreso llevo conmigo una bandeja con fruta picada que la tía Bree ha preparado. Todos están abajo hablando y trazando lugares en un mapa que conozco como la palma de mi mano, es un mapa del bosque de Green Cold, un mapa hecho por papá, el tío Carter y mejorado gracias a las habilidades de dibujo del primo Asher. Subo las escaleras bajo un escrutinio aparentemente discreto de todos. Pero al llegar a mi habitación y ver a la figura que yace sobre la cama, enderezada y mirando a la ventana, suelto un grito que alarma a todos.

—¡Răzvan! —vuelvo a gritar con lágrimas que descienden por mis ojos. Gira su rostro hacía y trata de levantarse, pero se lo impido y llegó a la cama para aferrarlo en mis brazos, mirarle el rostro y asegurarme de que en verdad está despierto al fin.

—No te librarás tan fácil de mí —dice con tono burlón, entonces me separo y escucho los pasos que viene corriendo hacia acá.

—Y me lo dice él que se despidió de mí la última vez que nos vimos.

MI LOBA DE PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora