Fuego Azul

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Vania Isabel


—No pienso quedarme —vuelvo a exigir que se me escuche. Pero todos los ojos de la sala me miran como si fuese un cachorro recién nacido que necita protección.

—Es por tu seguridad —espeta papá.

—No lo entienden, necesito estar ahí. No pueden dejarme aquí encerrada. Voy a ir y no estoy preguntando.

Mamá me toma del rostro y me obliga a mirarla. Está molesta, lo sé, pero no levanta la voz cuando dice:

—Eres mi hija, Isabel, te conozco, así que entiendo que quieras estar ahí, pero ¿qué pasa si algo sale mal?

Respiro profundo, porque sé que lo que diré va a lastimarla.

—Entonces Vikram me asesina y se acaba todo. No tomará otras vidas, solo la mía.

—¡Eso no va a pasar! —Răzvan grita exasperado, aparta la mirada de mí y se levanta para salir de la casa.

Una vez que él sale, hay un silencio molesto. Wrenna que se pasea por las ventanas mientras vigila se detiene y habla.

—¿Por qué quieres ir? ¿Qué ventaja habría si vas? —dice y siento que quiero abrazarla por ser la única en tratar de buscar un lado valido a mi petición.

—Hay algo que le debo decir a Vikram.

—¿Qué le dirás? —pregunta y todos los rostros de la sala se dirigen a mí.

—Algo que no quiere escuchar.

Wrenna y yo nos sostenemos la mirada hasta que sonríe con malicia y asiente una vez.

—Algo que no le gustará, algo que lo hará perder la calma —añade.

El tío Carter se levanta del sofá donde está con la tía Bree y camina hasta papá.

—Un enemigo confundido o alterado sería más fácil de vencer.

—Carter, tú no lo has visto. Lo que hace…—papá hace una mueca—, lo que le hizo al chico. Es fuerte, aunque me moleste aceptarlo.

—Esta vez no estarán solos —dice—, esa es nuestra ventaja. ¿Notaste como los hijos de la noche que envió estaban alterados por nuestra presencia? Yo dudo que él vaya a tener mucho apoyo.

—Eso es cierto —Wrenna vuelve a avanzar por la casa mirando a través de las ventanas—, una mordida suya y no solo pierdes dos dedos, —Se burla de su propia situación y papá bufa divertido—, el cuello es mucho más importante—agrega para mirarme de reojo.

Una imagen grotesca se dibuja en mi cabeza: Un cuerpo que se desintegra, reduciéndose a polvo, a nada.

—Déjenla ir —pide ella y los presentes sisean con desaprobación—. Mejor que sepan que estará ahí, a que se exponga llegando sola. Porque créanme —por un breve instante clava sus ojos en mí—, buscará la forma de llegar hasta allá.

—Vania se quedará con sus hermanos —papá frunce el ceño e implacable mira a Selene, quien es la hermana mayor y la futura alfa de la manada.

Sel suspira. Sé que está entre la espada y la pared. Por un lado desea ir con papá y la manada, pero por otro, siente que debe cuidar de mamá y de nosotros, sus hermanos menores.

—Papá…—dice—. Yo no estoy muy segura de…

—No —Alex golpea la mesa con aparente frustración—, yo no me quedaré en casa. Ni piensen que lo haré, yo voy a pelear. Si mi hermana se expone afuera, entonces yo quiero estar ahí para cuidarla.

MI LOBA DE PRIMAVERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora