Vania Isabel
Mis pasos crujen como galletas quebradizas sobre la madera del muelle, el viento sopla con indulgencia, apenas como una ligera caricia que me alborota los pequeños cabellos sueltos de mi trenza. Puedo ver una isla, y detrás de ella, la siguiente, apenas como un par de trozos de tierra que parecen frágiles, salpicadas con un verde brillante, rodeadas de un montón de azul celeste y cristalino.
-¿Sí habías visto el mar? -Răzvan me pregunta en tono burlón, ladeando la cabeza y clavando esos extraños y atrayentes ojos ónices en mí.
-Claro que sí -respondo-, con mi familia.
Entonces pienso en ellos, en el rostro afligido de mamá la noche en que me fui, en la expresión preocupada de papá. Pienso en mis hermanos, en lo que deben pensar de mí, en la tía Bree, en el tío Carter... ¿Qué pensaran? ¿Creerán que soy una traidora? En lo últimos cuatro días, hemos estado paseándonos por grandes ciudades abarrotadas de personas, caminando entre ellos con nuestras pequeñas mochilas de viaje en mano. Al parecer, Răzvan tenía una escondida por ahí, con un montón de cosas necesarias que yo jamás pensé, como pasaportes e identificaciones falsas. Tan solo el primer día, me llevó a una casa de grandes puertas negras y altos muros de ladrillo rojo, la gente en ese lugar no nos miraba, y solo se concentraba en su labor, tecleando en un ordenador, haciendo clic por aquí y por allá. Vas a necesitar uno nuevo, No puedes usar el mismo. Me dijo mientras sostenía en sus manos mi pasaporte, y cuando pregunte el por qué, la respuesta fue bastante obvia. ¿Y sí tus padres vienen a buscarte? Sí ponían una alerta por mi desaparición, muy difícilmente podría subir a un avión y dejar el país. Me hicieron entrar a un cuarto blanco, donde me tomaron un fotografía. Que linda, dijo Răzvan al ver el pasaporte terminado. Yo solo veía una chica con círculos negros por falta de sueño, no podía pegar el ojo si pensaba en mis padres y en lo que mis actos les causarían si esto salía mal y Wrenna no mordía el anzuelo.
-Identificación y boleto-un hombre alto y de aspecto desgarbado le pide a todos los que están en la línea sus documentos para subir al ferri.
Răzvan pone una de sus manos en mi hombro. Estoy segura que nota lo nerviosa y preocupada que estoy. Sí estábamos en lo correcto, Wrenna ya sabía dónde nos encontrábamos, y solo estaba esperando una oportunidad para tomarnos desprevenidos y atacar.
-¿Răzvan? -lo llamo mientras avanzo a paso lento detrás del mochilero que se ajusta los lentes de sol.
-¿Sí? -su tono es cálido y suave, eso me transmite paz y confianza.
-¿Ella de verdad está aquí?
-Oculta en algún lugar, sí -aprieto ligeramente los puños-. Tranquila, Amelie -susurra en mi oído el nombre falso que han colocado en mi pasaporte. De haberlo sabido, hubiera elegido otro-, no voy a dejar que nada te pase. Nadie va a poner ni un solo dedo sobre ti.
Al decir esa última parte siento que hay algo más que una frase para aliviarme. Hay fuerza en sus palabras, una amenaza para los extraños y una promesa para mí.
-Identificación y boleto -es mi turno. Entrego ambas cosas, el hombre se fija en la foto, luego en el boleto y da una pasada más con la mirada a mi pasaporte- Amelie Simmons -repite y hay un deje de coqueteo en su voz-, que disfrute su viaje con nosotros. Cualquier cosa mi nombre es Kimo Leilani, segundo al mando -hace que el segundo al mando suene como algo muy importante. Sin embargo, yo solo retengo su apellido, que no hace más que recordarme a Leila. Mi querida Leila, supongo que papá y mamá deben haberla buscado para preguntarle sobre mí y mis conocidos.
-Gracias -Răzvan responde por mí y recibe mi boleto ya marcado y el pasaporte, para ponerlos en mis manos y sonreírme de nuevo.
Kimo hace un gesto rebuscado con la boca, símbolo de su descontento. Revisa de forma rápida el pasaporte de Răzvan y se ríe. Supongo que debe ser porque piensa que somos hermanos, o eso debe decirle el nombre que pone ahí: Adrien Simmons. Se supone que es más seguro viajar como hermanos y no levantar sospechas. Al final de cuentas, aún sigo siendo menor de edad.
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MI LOBA DE PRIMAVERA
FantasyLa hija menor de Dante y Annie tiene un secreto poco peculiar, uno que la pone contra la espada y la pared. Familia y amor, todo se une y se separa por una sola razón: Răzvan. -Răzvan- -¿A que le temes, Răzvan? -baja sus manos a la hierba y comienza...