No hacía ni dos horas que avanzaban monte arriba, a través del bosque, mientras un sol blanco y brillante continuaba su ascenso por el cielo azul, cuando, saliendo de entre unos matorrales, un oso pardo de gran tamaño se cruzó en su camino.
Apenas les dedicó una breve mirada de indiferencia para, a continuación, darles la espalda y continuar su camino, internándose de nuevo en la espesura. Don Manuel, sin embargo, tuvo tan fuerte impresión al verlo que todos los músculos se le tensaron de golpe y quedó paralizado.
Mientras buscaba en su mente, frenético, un hechizo de defensa vio cómo Giku avanzaba despreocupado hacia el animal. El gato levantó la pata derecha a modo de saludo y gritó:
—¡Mi señora Mari, esperad! ¡Soy Giku, el guardián de la puerta del valle!
Al escuchar aquello, el oso se detuvo y miró hacia atrás, clavando la mirada sobre el felino. Entonces, Manuel, con gran asombro, pudo ver los ojos del animal. No eran pequeños y oscuros, propios de un plantígrado, sino grandes, de iris verde y hermosos como los de un ser humano de gran belleza.
—Giku, mi buen guardián... —pareció emitir el oso al tiempo que movía los labios arriba y abajo como si de verdad hablase—. Qué grata sorpresa. No te había reconocido bajo tu pequeño disfraz de felino. Hacía ya mucho tiempo que no nos veíamos.
—Demasiado, creo yo —repuso el duende con una gran sonrisa.
—Sí, demasiado... Pero, cuanto más tiempo pasa, mayor es el placer al encontrar viejos amigos. Me alegro mucho de verte —dijo dedicando a Giku una tierna mirada. Luego, con un impulso se puso de pie y añadió—: Además, tu compañía me da una excelente excusa para quitarme este engorroso traje de oso. ¡Da mucho calor!
Y tras esas palabras el animal comenzó a sufrir una asombrosa transformación. El pelo del cuerpo retrocedió internándose en la piel. Las cerdas de la cabeza crecieron al tiempo que se volvían delicadas, sedosas y blancas. Las cuatro patas se afinaron, las uñas decrecieron y el vientre se le estrechó. Todo el cuerpo se metamorfoseó hasta convertirse en el de una madura mujer. Al mismo tiempo, de la tierra emergieron varias raíces que se enroscaron las unas sobre las otras, elevándose hasta tocar la palma abierta de la mano derecha, ya con forma humana.
Cuando la transformación se hubo completado, don Manuel pudo ver que el gran oso pardo había tomado la forma de una mujer desnuda, menuda, encorvada y de muy avanzada edad. Tenía la piel flácida, una pequeña joroba en la espalda y se apoyaba en una especie de bastón formado por decenas de raíces retorcidas las unas sobre las otras.
Luego, con un rápido movimiento, la anciana hizo aparecer en su otra mano un pequeño pedazo de tela roja que, con una rápida sacudida, fue creciendo hasta tener el tamaño suficiente para envolverla. A continuación, con un amplio movimiento, se lo puso sobre los hombros y cubrió su desnudez.
—¿Esa es Mari? —exclamó Manuel en un susurro de sorpresa dirigido tan solo a Giku, a la vez que depositaba a Jimena en el suelo—. Había oído cosas sobre la señora de los bosques, pero pensé que era joven y hermosa.
Aquellas palabras, pronunciadas en un hilo de voz, no pasaron desapercibidas para Mari:
—¡Fui joven y hermosa! —clamó esta con indignación—. ¡Y si tú hubieses padecido las mismas dificultades y penurias que yo en mi milenaria existencia, también tu cuerpo se habría marchitado y envejecido como el mío!
—No pretendía... No sabía... —musitó Manuel, buscando las palabras para disculparse.
—¡Qué ibas a saber tú, humano! Si bien es cierto que los inmortales no envejecemos de forma natural, las fatigas de la vida pueden desgastarnos tanto o más que a vosotros. Los pesares erosionan nuestros cuerpos igual que la lluvia lo hace con la tierra. Mis incontables arrugas no son sino los guardianes de la memoria de todos aquellos sacrificios y esfuerzos que he hecho para proteger cuanto amo. Muy a menudo, de las acciones de los de tu especie.
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El libro del búho
FantasiDesde tiempos remotos, perdidos ya en la memoria, una orden de magos protege un tesoro de un gran poder y codiciado por muchos. Los hermanos Juan y Laura han recibido extraños regalos por parte de su abuelo. Él, un grueso y viejo libro que llaman de...