1.7 Apreciado

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Los dedos de Jeonghan siempre estaban vendados. No tocaba ningún instrumento, y difícilmente parecía una persona que trabajaba duro con sus manos, la mayoría del tiempo Jeonghan solo colocaba con delicadeza una mano sobre la otra y se quedaba quieto como una figura de porcelana, Jihoon no era igual, él solía moverse porque sus músculos se tensaban, solía moverse más porque era incapaz de mantenerse así por largo tiempo, pero Jeonghan ni siquiera parecía respirar.

Había descubierto que su mirada siempre estaba sobre su primo, sobre cada parte de él, desde sus dedos delgados hasta la forma en la que sus pies estaban siempre rectos, y como su cabello era lo único que lo diferenciaba de una estatua. Jihoon no consideraba que la palabra "mirar" fuera suficiente, para ser honestos él lo apreciaba, como quien apreciaba una obre de arte en algún museo. Y Jeonghan no era ignorante, él sabía perfectamente que Jihoon pasaba minutos apreciándolo.

Quizás estuviera alimentando el ego del chico, pero cada que conectaban miradas este solo le dedicaba una sonrisa para despues desviar sus hermosos ojos azules, como si la sonrisa en realidad no fuera para Jihoon, quizás el mensaje era que él no merecía esa sonrisa. Y quizás tenía razón, Jihoon no estaba ni cerca de ser una persona especial.

—Tu mirada es halagadora.— Dijo Jeonghan sin mirarlo. —Pero me hace pensar que esperas algo de mí.

—No espero nada.—Respondió mirando hacia las partituras de su piano, por un segundo había olvidado que estaba en aquella habitación, como si únicamente hubiera existido Jeonghan. Tocó dos teclas y el sonido rebotó.

—Entonces te preguntas algo. ¿Qué podría hacer?— Hubo una sutil risa que se abrió en el eco. —Estás preguntándote sobre mis dedos.

Jihoon miró discretamente hacia la dirección de Jeonghan, este levantó su mano donde las vendas seguían intactas. Intentó ignorarlo y regresas sus ojos a las partituras, pero no podía dejar de estudiar cada detalle en ellos. Entonces notó que Jeonghan ni siquiera temblaba al estirar sus dedos, no había nada que lo hiciera moverse, como si estuviera muerto o embalsamado, en ese momento se olvidó de su preocupación por el ego del chico y giró la cabeza con curiosidad.

—Te mostraré los míos si tú me muestras los tuyos.— Dijo Jeonghan señalando la mano de Jihoon, este solo pudo alzar un poco las manos para que quedaran a su vista. —¿Por qué tiemblas? ¿Esas son las manos de un pianista?

—Tiemblo...— Titubeó, sus manos no temblaban, era el movimiento normal de un ser humano que respira. O quizás no. Sus manos parecían temblar realmente, y cuando bajó sus dedos y regresó la mirada a Jeonghan la vergüenza de no tener una explicación hizo un hoyo en su cabeza. ¿Por qué estaba temblando? —Quiero tocar.— Confesó.

—¿Qué quieres tocar?— Justo en ese momento la madre de Jeonghan entró al cuarto.

Pétalo [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora