4.4 Existir

381 86 22
                                    

Jeonghan existía atraves de la insistente mirada de Jihoon. No existía para su madre, y no existía para Seungcheol, y no existía para todos aquellos que escucharían el violín y el piano, Jeonghan no existía porque no era necesario. Pero existía frente a Jihoon, y existir para él era lo único que tendría si no podía cantar. Así que cuando Jihoon lo siguió a través del pasillo no dudó en entrar en una de las habitaciones esperando seguir existiendo despues de ello.

Ya no había silencio, escuchaba sus propios latidos retumbar en su pecho, y los pasos de Jihoon acercándose, podía escuchar el viento y los pocos pájaros que cantaban a las dos de la tarde. Podía escuchar a lo lejos el violín. Era tan injusto que todo existiera para Jeonghan, pero que él no existiera. Si no podía cantar entonces sería silencio. Cuando giró Jihoon la estaba lo suficientemente cerca como para escuchar sus latidos.

Tomó la mano de Jihoon y la colocó en su mejilla deseando su toque, deseando existir. Los dedos de Jihoon se deslizaron suavemente sobre su piel y un escalofrió lo tomó por sorpresa, casi se sacudió por ello pero su cuerpo se mantuvo quieto sintiendo la tranquilidad y los ojos insistentes de su primo. Jeonghan no entendía del todo porque Jihoon lo miraba, pero tampoco le importó entenderlo.

Sintió los dedos curiosos de Jihoon sobre sus labios y abrió la boca dejando salir su lengua para tocarlos, invitando a Jihoon a tocarlo aun más profundo.

Jihoon no sería capaz de hacer todo lo que Jeonghan le pidiera, pero Jeonghan sí. Sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de existir.

Abrió la boca y dejó que los dedos de Jihoon entraran en ella, el índice y el dedo medio, cerró los ojos intentando ignorar los sonidos alrededor sabiendo que en ese momento él solo existiría para Jihoon, y que no tendría que hacer nada más. No importaba que silencioso fuera o si no tenía voz, la insistente mirada seguiría allí para cuando volviera a abrir sus ojos y se encontrara de frente al mundo.

Los dedos de Jihoon empujaron contra su lengua y Jeonghan la metió entre ellos saboreando el jabón de manos y la textura rígida de las llamas. Era curioso la forma en la que las manos de Jihoon se veían suaves, pero sus dedos no lo eran, tenía una rugosidad característica que delataba su amor al piano.

Contuvo una arcada. Y luego otra.

Abrió los ojos y se negó a mirar a Jihoon, se negó a admitir su existencia aun con sus dedos en su boca, porque era tan odioso hacerlo. Jihoon no tendría porque existir y darle una razón a Jeonghan para hacerlo. Si Jihoon no estuviera Jeonghan no se sentiría tan necesitado, ni tan ansioso por complacerlo. No importaba cuantas arcadas diera o lo incomodo que comenzara a sentirse, él no iba a apartarse hasta que Jihoon lo decidiera.

Y cuando por fin lo decidió el violín volvió a sonar de fondo a lo lejos. Todo volvió a existir, menos Jeonghan.


Pétalo [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora