4.3 Alejar

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El piano de Jihoon y el violín de Seungcheol. Jeonghan no podía dejar de verlos, cuando ellos tocaban sus instrumentos el mundo se volvía invisible a su alrededor, de pronto Jeonghan no existía, y ellos eran lo único en el mundo, lo único que importaba. Sostenía con ambas manos la canción que Jihoon había hecho para él y continuó observando en silencio siendo inexistente en esa habitación, siendo el silencio. Su madre le había enseñado que solo la muerte era silenciosa.

Jeonghan era muerte. Y Seungcheol y Jihoon eran vida.

Aun si se acercara a ellos él no existiría.

Observó sus manos y observó las de Jihoon. Las manos de Jihoon habían estado sobre él y Jeonghan se preguntaba si su primo aun lo tenía en su memoria, la forma en la que lo tocó como si fuera música, como si fuera lo único que existía. Le había gustado tanto ser la única existencia del mundo en ese momento, como si todo desapareciera alrededor y solo quedara él, así como en ese momento solo quedaban ellos. Jeonghan había sido único para Jihoon, perfecto a sus ojos, y eso estaba clavándose en su cabeza como un alfiler. El dolor agudo en lo profundo de su cabeza.

Se puso de pie y caminó en medio del cuarto, sus pasos siendo opacados por la música, y la mente de Jeonghan estaba en blanco mientras se dirigía a la puerta. Y cuando llegó allí los miró. Miró a Seungcheol, pero él no existía para Seungcheol, entonces miró a Jihoon. Y de nuevo esa insistente mirada.

Le sonrió y con un sutil movimiento señaló el pasillo. No le importó saber si Jihoon lo seguiría o no, tan solo salió de allí escuchando el piano y el violín. Y despues escuchó solo el violín.


Pétalo [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora