Jeonghan se estaba acostumbrando a la pesada mirada de Jihoon sobre él, no importaba en que momento girase, se encontraría con los ojos oscuros y su mente se quedaría en blanco. Pero tenía que agradecerle, porque desde su llegada su madre se veía más contenta, ella no dejaba de ir de un lado a otro agendando citas para organizar un recital, a ella le gustaban, y con Jihoon todo se veía más interesante.
Solo que Jeonghan lo odiaba.
Jihoon era perfecto a los ojos de su madre, era perfecto a los oídos de cualquiera, alguien que manejaba un número exagerado de instrumentos a tan corta edad, con estudios en cada ámbito y destacado en los detalles. Jeonghan no podría igualarse, a pesar de que su vida estuvo rodeada de música y los constantes regaños de la mujer por alcanzar la perfección. La primera vez que escuchó el piano de Jihoon comprendió que no estaba cerca, ni siquiera era capaz de posarse a su lado.
No lo odiaba por ser perfecto, no sentía envidia por sus habilidades, lo odiaba porque su madre lo amaba, porque ella quería que Jeonghan fuera igual, o quizás deseaba que Jihoon fuera su hijo y no él, pero no iba a pelear por el amor de su madre, Jeonghan ya no necesitaba ningún amor de esa mujer, lo único que deseaba era estar tranquilo, sin la presión de ser igual o mejor sabiendo que era un acto inútil intentarlo.
Algunos nacen perfectos, otros nacen para llegar a la perfección, y los que restan nacen para que otros sean perfectos. El último eslabón era para resaltar a los demás, donde la mayoría de las personas estaban, incluido Jeonghan.
La puerta del salón se abrió casi de golpe, Jihoon saltó sobre su asiento y Jeonghan tan solo miró a su madre entrar con una gran sonrisa, ella desfiló en silencio mientras se dirigía al cuarto donde se "presentaban". Le regresó la mirada a Jihoon con confusión hasta que escuchó a una de las sirvientas correr con prisa detrás de la mujer, entonces Jeonghan lo entendió y se puso de pie haciéndole una seña a Jihoon para que lo siguiera.
Jihoon había llegado hacía apenas una semana, y al parecer alguien nuevo había llegado, y era extraño, porque la mayoría del tiempo solo eran Jeonghan, su madre, y los empleados. Cuando estuvo cerca de la habitación intentó ser lo más silencioso posible, su madre solía enojarse si los ruidos ajenos interrumpían una presentación, y por suerte Jihoon no emitía sonido alguno al caminar, así que, cuando llegaron, entraron en completo silencio saludando a la sirvienta.
Jeonghan miró con curiosidad el pequeño escenario y la figura esbelta saltó a su vista, con una postura recta mientras que sostenía su violín como si fuera una pintura, con una expresión nula mientras que sus ojos estaban cerrados y sus largas pestañas daban una hermosa visión de su rostro. Su corazón latió con anhelo mientras que sus ojos exigían ver cada detalle de su rostro, desde sus regordetes labios hasta su pulcra piel y cabello negro. Era una belleza exótica, siempre lo fue. Jeonghan se sintió como un niño, un niño enamorado y feliz, porque Choi Seungcheol había vuelto.
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Pétalo [Seventeen]
FanfictionLa madre de Jeonghan ha buscado la perfección toda su vida, sin embargo su hijo nunca ha logrado alcanzarla, ella es una maestra cruel y decidida que hará todo lo posible para conseguirlo. Pero, cuando encuentra a Jihoon, el hijo mayor de su hermana...