2.2 Desperdiciar

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Choi Seungcheol, con tan solo pensar en su nombre hacia que la piel de Jeonghan se erizara y su boca se mantuviera seca, así que, al verlo de nuevo y reconocer pequeños rasgos distintos en su rostro y cuerpo hacían que Jeonghan sufriera un cumulo de sentimientos irreconocibles. Debería estar acostumbrado a él, pasó muchos de sus veranos a su alrededor, y siempre tenía el mismo sentimiento en su pecho de querer abrazarlo y quedarse ahí oculto del mundo. Jeonghan debería estar acostumbrado a ese sentimiento, pero verlo de nuevo lo hacía primerizo.

La tierna sonata del violín iluminó sus sentidos y no pudo evitar soltar una pequeña sonrisa, recordaba cada una de las melodías que Seungcheol había tocado en un pasado, pero esta, tan llena de emociones y nostalgias, era tan nueva y perfecta como lo era él. Solo Choi Seungcheol podía perfeccionar lo perfecto, era de aquellas personas que nacían con el talento en sus manos. Y Jeonghan no podía estar más agradecido con el mundo, porque no había nada mejor que ese hombre y ese violín.

Las largas pestañas de Choi se elevaron como plumas y sus preciosos ojos oscuros quedaron al descubierto, su mirada vagó por el lugar y Jeonghan esperó el momento en que su mirada llegara hasta él, su corazón comenzó a palpitar con fuerza esperando el momento. Pero, cuando la mirada de Seungcheol se detuvo no era Jeonghan lo que estaba mirando. La melodía se hizo dulce, cariñosa, linda, mientras que la mirada de Choi estaba posada en un lugar exacto.

Jeonghan abrió los ojos con sorpresa siguiendo la mirada de Seungcheol, y su corazón se rompió al notarlo; él estaba mirando a Jihoon, con tanto interés y amabilidad, y nunca había mirado a Jeonghan de la misma manera. Lee Jihoon. ¿Qué era Lee Jihoon como para recibir aquel gesto y aquella melodía hermosa de Seungcheol? ¿Quién era él para tan solo llegar y deslumbrarlo como en ese momento? Jeonghan lo detestó más que antes.

Cuando la melodía terminó de una manera dulce su madre sonrió acercándose a él con naturalidad, mientras que Jeonghan no podía ignorar a Jihoon, no podía ignorar aquellos ojos sin gracia que se encajaban en Seungcheol con desinterés. ¿no era gracioso? Jeonghan era más alto que Jihoon, pero en ese momento se sintió tan insignificante que su pecho dolió en silencio.

—Es un gusto regresar.— Dijo Seungcheol con una voz alegre.

—Supongo que lo es.— Respondió su madre. —Tu carrera como rapero fue decepcionante y efímera. Sé que no regresaste por tu pasión al violín.

—Yo creo que fue interesante.— Jeonghan se apresuró a decir llamando la atención de todos. —Una vista al mundo desde otro ángulo lo ha hecho mejorar. No tengo dudas.

Seungcheol lo miró con desinterés para luego sonreír.

—¿tan mal me escuchaba antes?— Preguntó Seungcheol. —No he mejorado. Solo perdí el tiempo. Ver el mundo desde otros ángulos no sirve de nada.

—Bien, al parecer no estás cegado y logras reconocer un error.— Dijo su madre sin mirarlo.

Jeonghan bajó la cabeza sintiéndose avergonzado. Su rostro se sentía caliente.

—Si consideras que perdiste el tiempo entonces si tocabas mal.— Habló Jihoon con tanta seguridad que Jeonghan realmente dudó que fuera el mismo. —Si no pudiste mejorar entonces desperdiciaste tu talento, no tu tiempo.

Oh. Jeonghan no podía dejar de mirar a Jihoon. Seungcheol sonrió de oreja a oreja.

—Tienes razón.

Pétalo [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora