1.8 Pianista

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Jihoon era incapaz de dormir durante las noches, la habitación era fría y soltaba un par de chirridos que no lo dejaban dormir, quizás por eso escuchó la puerta entreabrirse y los delgados pasos acercarse a él. No se giró de inmediato, la fragancia de Jeonghan le dio el aviso para que actuara con naturalidad, así que, cuando dejó de escuchar los pasos y sintió la presencia del chico detrás suyo se sentó sobre la cama y giró para verlo.

La sorpresa fue incapaz de ocultarse, sus ojos se abrieron de par a par y soltó un jadeo que provocó eco en la habitación. Quizás sus pupilas temblaban, porque cuando la sonrisa de Jeonghan se ensanchó Jihoon sintió su cuerpo congelarse. No esperaba una visita de su primo en medio de la noche, y menos de esa manera.

Jeonghan se dio la vuelta como si no le importara, él sostenía una de sus manos detrás de su espalda, sus dedos aun vendados y esto siendo lo único que lo cubría, porque no llevaba ninguna prenda, su piel blanca siendo iluminada por la poca luz de la noche. Jihoon no sabía qué hacer, de pronto su cabeza se había quedado en blanco sin darle paso a las mil preguntas que hacían fila para presentarse.

—Incluso sin moverte tiemblas.— Habló Jeonghan sin darle la cara. —¿es porque quieres tocar?

La desnudez de Jeonghan era suficiente para callar a Jihoon, pero no para avergonzar a Jeonghan, este se veía como si estuviera completamente seguro ¿y cómo no estarlo? Si era bello en cada rincón, si la ropa solo ocultaba una hermosa figura que podría provocar envidias por parte de ambos sexos. Jihoon jamás podría estar desnudo frente a alguien, jamás podría mostrarse con tanta facilidad con la que lo hacía Jeonghan. Y quizás ese era el punto.

—¿Qué es lo que quieres?— Pudo preguntar despegando sus labios con su lengua, de pronto todo estaba seco. Jeonghan no lo encaró, él se mantuvo inmóvil como siempre.

—Que me toques.

El silencio se volvió parte de la habitación, Jeonghan había hablado lo suficientemente alto como para que Jihoon pudiera escuchar, sin embargo no generó un eco, fueron solo sus palabras que crearon la incómoda sensación en su estómago. La honestidad de Jeonghan...era un sinvergüenza, porque ni siquiera titubeaba, no se arrepentía y no se movía, solo esperaba. Jihoon tan solo clavó su mirada en la nuca de Jeonghan por varios segundos, esperando un cambio de opinión.

No hubo nada. Por varios segundos no hubo nada.

Se movió lentamente como un animal al acecho, sus manos se colaron desde la espalda de Jeonghan hasta llegar a su estómago, Pensó que temblaría, pero no, incluso con el choque de sus manos frías y el cuerpo cálido de Jeonghan ninguno tembló en ese momento, entonces Jihoon dejó que sus dedos tocaran la suave piel. Estaba equivocado si pensaba que el cuerpo de Jeonghan era frágil, porque descubrió los músculos tensos en él, y sus huesos marcaban formas que Jihoon siguió.

Delineó con los dedos las costillas con tanta delicadeza y lentitud que parecía un toque firme, Jeonghan aún le daba la espalda así que a Jihoon no le avergonzó, porque no estaba siendo visto, sus manos solo se movían sobre el cuerpo ajeno mientras que él intentaba no tener otro tipo de contacto. Sus manos subieron hasta las clavículas que acarició con la yema de sus dedos, no ignoró ninguna curva o detalle en su piel, quería tocar cada rincón, incluso los más escondidos.

Exploró los brazos de Jeonghan deteniéndose justo en sus muñecas, el chico había apartado su manos de golpe dando un claro mensaje de alto, Jihoon no se quejó, tan solo cambió el rumbo de su tacto hacia las pocas pronunciadas caderas de Jeonghan, no hubo reclamo en esa parte, así que, con un poco de miedo, Jihoon siguió.

Descubrió el frágil movimiento de la respiración, para sus ojos era imperceptible, sin embargo, cuando su mano comenzó a dejar de temer y hubo firmeza en ella fue capaz incluso de sentir el suave movimiento de Jeonghan, algo tan pequeño que parecía perfecto e intacto, estaba ahí, escondido y pudo encontrarlo mejor cuando cerró sus ojos. Había pasado tanto tiempo viendo a Jeonghan, y ahora que lo tenía descubrió que era mejor no verlo.

Sus manos bajaron con lentitud y seguridad, la respiración de Jeonghan agitándose por primera vez, o quizás siempre estuvo agitada. Jihoon decidió que no quería saberlo. Se detuvo justo antes de llegar a una parte sensible y comenzó a acompasar la respiración del chico. Una mano se dirigió hacia su pecho, con la única intención de sentir sus palpitaciones. Había una hermosa melodía en él.

De pronto estaba tocando el piano, y solo así sus manos tomaron valor.

Lo único que le gustaba tocar era el piano, porque le gustaba como sus dedos se movían sobre este. Era como tocar directamente la música.

Si tocaba a Jeonghan como tocaba al piano entonces sus manos se volvían perfectas, se acomodaban a su piel y lo retaban, hacían que Jihoon fuera lo suficiente importante como para recibir su mirada ¿no era así?

Sin notarlo tocó un punto sensible que hizo gemir a Jeonghan. Abrió los ojos en ese momento y él chico se apartó de prisa.

Recibió una mirada de Jeonghan, una desestabilizada por primera vez, a su altura, o quizás un poco más abajo. Ninguno de los dos parpadeó, ninguno de los dos apartó su mirada como si hacerlo los hiciera perder. Ninguno habló por un largo segundo.

Jeonghan tan solo se cubrió con una bata que Jihoon juraba nunca haber visto y se fue. Lo dejó completamente confundido y solo.

Solo tenía una pregunta en su cabeza.

¿Cómo volvería a tocar el piano sin pensar en Jeonghan?

Pétalo [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora