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La pareja estaban en una mesa mientras comían y reían acompañando las risitas divertidas con besitos, tenían a lado de ellos una ventana gigante que daba vista a la calle, ellos estaban tan felices, se sentían tan completos y conectados el uno con el otro. Era un amor ameno, cálido y sobretodo... recíproco.

Mientras que en un callejón Jaemin observaba con cotaje a aquella pareja tan melosa, apretando sus puños hasta que sus uñas se enterraran en la palma de su mano.

Sentía celos, no porque le gustara Johnny sino porque ¿Cómo es posible de que tu amigo el tonto tenga más vida amorosa que tú? Jaemin para nada había cambiado, seguía siendo un egoísta de primera y los celos lo consumían de manera agresiva.

Pero pensó en un plan, quitarle a Johnny era perfecto... así Mark sufriría al perder a su amor y entendería la verdadera soledad, quitarle a su noviecito sería muy fácil, o tal vez eso llegó a creer Jaemin.

Solía creerse siempre mejor que Mark, siempre tenía amigos y su amigo estaba solo, sin embargo por alguna razón envidiaba a Mark, no sabía si era por su dinero o porque tenía creatividad para cualquier cosa, él mismo se consideraba un inútil que se la pasaba jugando y en fiestas.

Pero pronto eso acabaría, terminaría con toda su molestia de una vez.

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Se encontraba haciendo un lindo pastel cremoso y colorido, no se consideraba detallista pero lo hacía por su querido Johnny, era su cumpleaños así que le quería dar una increíble sorpresa. Sabía que le gustaban las cosas dulces.

Planeaba ir a su casa, darle el pastel, desearle un feliz cumpleaños, ver peliculas y abrazarlo mucho. Su amor era todo lo necesitaba en ese día tan especial.

Cuando terminó de decorar el pastel con brillitos comestibles, trajo una caja muy agradable para poner dentro el pastel sin que se le arruinara, después pasó un moño por encima y lo pegó a la caja grande para poder entregárselo así. Estaba listo para darle un buen cumpleaños.

Llegó a las 7 p.m. a la casa de John, la casa de su novio era grande e iluminada, entró cuidadosamente pero se le hizo raro no ver a nadie; las luces de la sala, cocina y escaleras estaban prendidas pero no se escuchaba sonido alguno, desde los ventanales se podía ver todo.

En una silla de la cocina estaba colgado un saco que le era familiar y no era exactamente de Johnny.

Mark siempre tan curioso decidió subir las escaleras para ver si encontraba al cumpleañero, no estaba en el primer piso así que le caería de sorpresa si llegaba a estar en su habitación.

Escuchó algunas voces, y una sobretodo que acompañaba la de su novio, se acercó cauteloso y la puerta estaba medio abierta, en el cuarto estaban dos personas: Johnny y Jaemin.

Ver a Jaemin ahí solamente lo dejó boquiabierto y con un mal sabor de boca. ¿Cómo podía ser que conocía a Johnny y nunca le dijo?

Antes de entrar al cuarto, a lado de la puerta había un clóset, Mark se encontraba viendo desde la puerta y si salían tendría oportunidad de esconderse en el clóset. Quería observar todo desde lejitos, pero tampoco quería que lo descubrieran.

— Deberías estar conmigo y no con Mark, es un niño totalmente inmaduro.

Jaemin estaba viendo desde la ventana la hermosa ciudad.

— ¿Lo crees?

Johnny se acercó a él mientras lo tomaba por la espalda para abrazarlo y acarició delicadamente su cintura.

Mark de inmediato llegó a gimotear pero se tapó la boca, sin poder impedir que los ojos le picaran y se pusiera a lagrimear. ¿Todo este tiempo lo estaban engañando? Pensó que nada podía ser peor, pero enfrentarlos era... imposible para su corazón.

— Pero bebé, creo que no te mereces estar conmigo.

El mayor pasó una mano por la cadera de Jaemin mientras se acomodaba a su lado para así ver los dos la hermosa vista a la ciudad, pero también para seguir abrazados.

— ¿De qué hablas? —Dijo Jae un poco confundido.

— Le haces tanto daño a mi niño y eso no te lo puedo perdonar.

John en ese momento sacó una navaja que traía en su bolsillo trasero, con su mano izquierda lo tomó de la mandíbula y lo alzó para dejar a la vista su cuello, y pasó la navaja por toda la extensión mientras aún lo mantenía agarrado firmemente de la cintura, rasgando todo tejido y ocasionando que de inmediato la herida se abriera. Fue un movimiento tan rápido pero tan profundo que la sangre salpicó por toda la ventana.

Jaemin inmediatamente cayó al suelo intentando arrastrarse mientras se hacía debajo un charco del líquido carmesí, pero Johnny aún apuñaló su cara mientras sentía como la piel se desprendía del cuerpo del menor y se manchaba toda la ropa bruscamente.

Mark quien presenció todo eso, del susto y asco, cayó empujando la puerta hasta que se abriera totalmente y se dejara ver en la habitación, de inmediato gritó resgarrando su garganta.

Johnny no se sorprendió, lo vió y le sonrió mostrando sus dientes mientras la sangre escurría de su mentón.

— ¿Q-qué acabas de ha-hacer? —no podía hablar bien y su respiración estaba irregular, tartamudeando horriblemente.

— ¿Que pasó cariño? ¿Ya no te parezco lindo? —la sonrisa que hizo después de esa frase, despertó en Mark un miedo terrible.

El pastel que había preparado con tanto esmero, ahora estaba destrozado en el piso.

— ¿Por q-qué lo hiciste? —Decía con un hilo de voz casi inaudible.

— Se lo merecía. —Se encogió de hombros.

— ¿Qué?

— ¿No recuerdas todas las cosas que te hizo? ¿Cuántas veces te humilló? ¿Cuántas veces te gritó? y hasta el último momento se aseguró de traicionarte.

Esas palabras resonaron como eco por toda su cabeza.

— Ahora vete, cariño. Tengo que limpiar este mugrero, hasta en su muerte es un maldito sucio. —Dijo refiriéndose al cadáver de Jaemin, hundido en un charco. — ¡Gracias por el pastel! y lo siento... ¡Gracias a tí pasaré un buen cumpleaños, bebé!

Mark no tenía en qué pensar, su mente estaba hecha un desastre, sólo salió de esa casa sin emitir algún sonido, jamás podría superar una escena tan sádica como esa.

johnmark - two facedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora