Capítulo. 34

7.1K 326 497
                                    

Lucia

No hay manera de describir lo que siento, el dolor que me quema el pecho es lo peor que he pasado, me revive los momentos mas tristes de mi vida, cuando viví con mis abuelos, cuando me pegaban y aguantaba los malos tratos, retomo la posición fetal en la que he pasado toda la noche mientras la luz del sol empieza a entrar por mi ventana mientras recuerdo que todas las veces que me he enamorado salen mal <<Solo han sido dos>> pero se sienten como mil y aunque Ashton no me trato como mi mejor amigo lo hizo, Ashton igual me lastimó porqué el qué me hiciera quererlo para nada duele, duele demasiado.

Y no solo lastimaron mis sentimientos hacía el, cuando vi entrar a Yaela y descubrir que es su esposa fue el balde de agua fría que cayo en mi cabeza, Yaela no tiene la culpa de nada pero me encariñe tanto con ella y la traté tanto que el saber que es su mujer solo me hace sentir mal, no por odio, porqué se que es una mujer que lo merece, no se como fue ella en el pasado pero ahora es un alma pura, alguien que te transmite paz en una tormenta, apesar de estar mal no deja de brillar...ahora me hace envidiarla tanto porqué esa clase de mujer es la mujer que Ashton merece.

La cabeza me duele, no he dormido nada y en la madrugada que me levante a tomar agua estaba Ryan sentado en uno de los sofas leyendo un libro mientras al rededor de el 5 hombres cubrían las puertas y pasillos de la casa, me ignoro completamente, lo cual agradeci mentalmente ya que no me apetecia hablarle mientras tenia los ojos rojos del llanto.

<<Rojita, no llores por quien no lo vale, tienes el poder de quemar a todos, no te quemes tú>>

Eso susurró mientras iba subiendo escaleras arriba ¿Que clase de poder va a tener una mujer a la que le acaban de quitar el novio? Lo pensé y lo pensé toda la noche.

Lo unico de lo que soy capaz en estos momentos es de ayudar a Yaela, sabiendo que es la mujer del hombre que quiero debo hacerme a un lado, porqué una cosa es pelear con alguien por amor pero otra es pelear con alguien incapaz de que te responda.

Tres golpes en la puerta me hacen dejar de divagar por mi mente y me veo en la obligacion de salir de las cobijas para abrir la puerta. 

La habitación en la que estoy es enorme, es negra con toques grises y lo único blanco es el cubre cama, los muebles grises y las lamparas de una luz blanca pero tenue, el ventanal es grande y da al bosque, que es donde estamos y para que el sol pudiera entrar tuve que recoger todas las cortinas.

Abro la puerta sin esperar que entren y vuelvo a mi sitio, me pongo las sabanas encima de nuevo.

—Adelante—Escucho el débil sonido de la puerta y no le presto atención, no estoy para aguantar a un ruso de 2 metros que solo me confunde.

Se escuchan sollozos de mujer e inconscientemente me quito la sabana y me le siento en la cama.

—¡Por favor! —Un jadeo se escucha pero no distingo la voz ya que esta aparentemente amordazada. Mis ojos no dejan de ver a dos hombres altos y con trajes negros perfectamente a la medida, en sus pies tienen el cuerpo de alguien que se mueve como larva tratando de soltarse de unas sabanas que lo cubren todo.

—Buenos días, Rojita—Aparto la vista del cuerpo cuando escucho su voz, los hombres se apartan y el entra, lleva un pantalón negro, zapatillas del mismo color y una camisa blanca recogida hasta los codos.

Me hago mas hacia atrás, haciendo que mi espalda pegue en el respaldar de la cama cuando el llanto de la persona sigue.

—No tengas miedo...es tu regalo, anoche te dije que traería una sorpresa—No soy capaz de hablar. Me levanto de la cama y camino hacia atrás—No seas patética por favor, no vas a escapar.

Inefables [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora